Respuesta: El post del GORDO (Hitchcock)
(
Strangers on a Train, 1951)
Ya desde el primer instante Hitchcock recurre a un montaje paralelo filmando nada más que los pies de los dos protagonistas y demostrando que lo suyo es la técnica por encima de todo para conseguir enfocar muchas cosas y muchos detalles en apenas pocos planos. Nada más encontrarse en el vagón los pies chocan y la cámara asciende verticalmente poniéndole cara a esos zapatos anónimos. A partir de aquí la premisa Hitchockiana pondrá las cartas sobre la mesa: "tú te cargas a mi padre yo me cargo a tu exmujer para que así puedas conseguir el divorcio".
Con algo tan sencillo el director logra uno de sus títulos más emblemáticos de la década de los 50 y demostrando porqué es el maestro indiscutible del suspense. Es una película que va en creccendo narrativo. Los primeros minutos son muy livianos, no hay mucho que destacar más allá de conocer los carácteres de los dos protagonistas, de tono y corte clásico pero una vez que Bruno (un siniestro y excelente Robert Walker, amanerado y como suele suceder en las constantes del director prendado / mimado de su madre) acometa el primer crimen contra la exmujer de Guy (Farley Granger bastante sosainas pero perfecto como falso culpable) en el parque de atracciones la película es un puro nervio constante.
El asesinato es mostrado de una forma subjetiva, a través de los cristales de las gafas de la víctima y la imagen se distorsiona, mostrando o indicando lo grotesco y lo desagradable de matar a una víctima indefensa. El director mantiene el pulso de forma perfecta haciéndonos cómplices y sin poder hacer nada por remediarlo. La fotografía es excelente en este momento pues da al escenario una sensación de inseguridad que hasta ese momento era todo luz debido a las luces de las atracciones. Es interesante como la película, basada en una obra de Patricia Highsmith, aún pareciendo una historia sencilla y sin mucho artificio guionístico juega perfectamente con el despiste y con la marca patente del estilo particular del director.
Sin ir más lejos momentos clave como Farley, coaccionado por Bruno, acude a la casa de éste para (supuestamente) matar al padre donde la aparición in extremis de un perro da mayor énfasis a la tensión del momento y como aún imaginándonos lo que puede acontecer a continuación sabe jugar perfectamente con el espectador. O escenas como Bruno perdiendo el mechero en el alcantarillado o Barbara descubriendo a Bruno por culpa de su fisonomía parecida a la mujer asesinada (interesane como Patricia Hitchcock, hija del director, es un mero personaje secundario de los que la película seguiría funcionando sin él pero sus escuetas apariciones son acertadas).
Pero el momento que se lleva la palma es, ni más ni menos, el climax en el interior de un tiovivo. Con el ritmo y el montaje en un puro frenesí consigue plasmar la locura, la desesperación y la acción en algo digno de imitar. Porque Bruno es un personaje desagradable y Guy es un personaje patético pero el hecho de verlos pelear por una pista decisiva y definitiva mientras un abuelo desdentado camina a gatas al encuentro de la palanca de freno no tiene precio. Añadámosle planos que siguen funcionando a día de hoy como ese Bruno en lo alto de las escaleras o siendo el único que no gira la cabeza del público mientras éste está absorto en un partido de tenis. Qué se puede decir de Hitchcock: chapeau.