Con la perspectiva que da el tiempo, uno llega a añorar aquellos coloquios.
Algunos contertulios molaban como Marías (el que más, con notable diferencia), Torres-Dulce o Luis Alberto de Cuenca.
Otros decididamente eran del todo prescindibles como Oti Rodríguez Marchante, Gómez Angulo (WTF?), el plasta de Giménez Rico o la escritora aquella que no recuerdo. Incluso algunos otros parecían tener la misión de ocupar una silla y ya.
Otro estaba fuera de categoría como personaje extraño y entrañable: Juan Miguel Lamet.
Y Juan Manuel de Prada era un tío al que a veces detestaba por su verbo engolado y su vocecilla irritante. Sin embargo, reconozco que otras veces le escuchaba con atención, como en sus apasionadas defensas de "Moby Dick" o de alguna otra.
Y digo "añorar" porque era un programa que, a pesar de sus defectos, estaba destinado a debatir, mejor o peor, sobre
cine y a rescatar grandes clásicos en una época en la que el acceso a ellos era infinitamente más difícil que ahora. Podemos hacer mucha coña, pero, reescuchados algunos viejos coloquios, uno sigue obteniendo opiniones interesantes que, por desgracia, ahora son imposibles en la televisión actual. Aquel reducto de tertulianos tenía su encanto y su valor.
Luego, con aquel "Cine en blanco y negro", donde Garci trató de recuperar el formato para Telemadrid, ya no era lo mismo.
Desde aquí reivindico y homenajeo a los tertulianos con pipa y rodeados de nubes de humo.