Ha llegado la hora de replicar a esto, porque ya van muchas publicaciones tuyas en esta dirección y suelen incurrir en no pocas falacias.
En primer lugar, si hay alguien que echarle en cara que haya fallado escandalosamente sus previsiones sobre la pandemia, no creo que Rallo sea la persona más indicada. Desde finales de febrero, cuando la izquierda mediática estaba totalmente abrazada al "sologripismo" y al "alarmismo de la ultraultraderecha" Rallo avanzó muchas cosas que probablemente iban a pasar las siguientes semanas y casi todas pasaron punto por punto. No se puede decir lo mismo de los voceros del régimen, que la tercera semana de marzo ya estaban desdiciéndose de cosas que habían dicho dos semanas antes.
En lo referente al control de precios y desabastecimiento de mascarillas, creo que Rallo tampoco iba tan desencaminado si tenemos en cuenta que durante dos meses fue prácticamente imposible conseguir mascarillas. Los precios de las mascarillas no bajaron cuando el gobierno fijó el precio máximo (de aquella se seguían vendiendo a precios mayores en el mercado negro o se almacenaban en
stock), sino en el momento en el que el suministro pudo atender a la demanda.
¿Y por qué al final se pudo atender a la demanda y poner fin a la situación de desabastecimiento? Pues, porque dentro de lo que cabe, el precio máximo impuesto por el gobierno no era disparatado del todo. Quiero decir, antes de la pandemia, las mascarillas se vendían a un precio bastante inferior que 0,96 euros por lo que tampoco es tan descabellado pensar que en cuanto se normalizase un poco la situación se pudiesen producir y comercializar a un importe inferior a dicha cifra. Por hacer una analogía: si el precio medio del café es 1 euro y el Gobierno pone un precio máximo para el café de 2 euros, probablemente este precio máximo no vaya a repercutir demasiado en el mercado cafetero. El problema viene cuando el precio medio del café es 1 euro y el Gobierno pone un precio máximo de 1,10 euros y muchos productores van a decidir dejar de ofrecer café y apostar por otros sectores que conlleven menos riesgos. Pero es que si algunos economistas se oponen por sistema al control de precios, incluso cuando los precios máximos parecen razonables, como en el primer caso, es porque al final este tipo de intervenciones acaban distorsionando el mercado y en vez de ayudar a corregir los desequilibrios entre oferta y demanda, tienden a agravarlos. Domingo Soriano lo explicaba muy bien en un vídeo de hace algunas semanas:
Resumiendo, si Mercadona hoy vende mascarillas a 60 céntimos la unidad es porque a día de hoy le sale rentable, no porque el gobierno haya impuesto un control de precios. Y que a día de hoy sea rentable vender mascarillas a 60 céntimos no quiere decir que a mediados de marzo lo fuera. Hay que entender que cuando la demanda supera la oferta en varios órdenes de magnitud, la única manera de resolver el problema es incrementando la oferta hasta satisfacer la demanda, y mientras no llega ese momento, la escasez de mascarillas solo se podía gestionar de dos formas: 1) subiendo los precios, 2) racionando su uso, que fueron exactamente las dos cosas que pasaron mientras que el suministro no alcanzó cotas suficientes.