Se hacen tanto, tanto de querer...
En mi caso yo he tenido todo tipo de "bichos" pero nunca un animal como un gato o un perro. Me gustan ambos (me gustan todos, vaya!), pero elegí gatito porque son menos dependientes de nosotros y por comodidad (les dices donde tienen que hacer lo suyo y donde comer, y arreando).
Mi mujer cuando se enteró (se lo tenía totalmente oculto), puso una cara de malas pulgas que no veas. Mis hijos estaban expectantes, y lo cogí precisamente porque el mayor tiene un PAVOR a los animales, que no es normal. Terapia de choque.
Cuando llegó el pobre animalín a casa, lo primero que hizo fue esconderse. Como mi mujer. No quería saber NADA del gato. Tenía un miedo irracional a que le atacase, le sacase los ojos...estuvo semanas ACOJONADA. No quería ni tocarlo, ni que se acercase. La casa totalmente CERCADA para que no le atacase LA BESTIA.
El pobre animal tenía más miedo de nosotros que nosotros de él...
Casi tres años después, Bombón es un peluche que anda a la zaga de todos nosotros, nunca ha hecho ademán de arañar, morder o atacar (y mira que le provoco como un cabrón). Mi hijo el mayor le trata como un peluche, se lo lleva de aquí para allá, y el otro encantao. El pequeño le persigue a todas horas y juega al pilla-pilla con él.
Mi mujer al final claudicó, lo coje, lo manosea, LE MALCRÍA...vamos, tiene más pasión por él que yo...
Es increíble lo que un peludín de estos puede llegar a cambiar todo el orden establecido, cómo se hacen de querer, y aunque sé que finalmente tendrá un final, estoy seguro que buscaremos un sustituto. O un hermanito, quién sabe.