La cosa no tiene forma, es un ser que busca formas, esa es su razón de existir por lo que no puede manifestarse en su aspecto original, sino que luce un amplio repertorio de envoltorios con tentáculos, forma arácnida o de burbuja, todos ellos dentro de las fisonomías primordiales del horror. (...)
Todo ello muestra la filiación de Carpenter con el universo de Howard Philiphs Lovecraft, filiación explícita en la citada En la boca del miedo (cuyo título original juega con el de una conocida obra del genio de Providence como es En las montañas de la locura) y muy identificable en La cosa pues, como dice Antonio José Navarro "su violación de las leyes biológicas más elementales... se vincula con indudable perversidad al terror del ser humano a perder su humanidad, su identidad. Aspecto que, unido a la vibración claustrofóbica y fatalista del relato, invoca apasionadamente el universo literario del escritor norteamericano Howard Philiphs Lovecraft (1890-1937) y, en especial, su novela En las montañas de la locura, clara precursora de la novela de John W. Campbell". De ahí, que La cosa tenga como principal atractivo la indeterminación del monstruo, conceptuado como entidad abominable, informe, en la mejor tradición del autor de Re-animator.
Los párrafos de En las montañas de la locura que incluyo a continuación demuestran la influencia desde el punto de vista conceptual y estético que la obra de Lovecraft tiene en la de Carpenter y en especial en La cosa. Así, emparentado con el descubrimiento de un extraño ser en la base noruega o la manifestación de la criatura en la perrera:
"10'15 noche. Descubrimiento importante. Orrendorf y Watkins, cuando trabajaban con luz bajo tierra a las 9'45, encontraron un monstruoso fósil en forma de barril de naturaleza completamente desconocida; probablemente vegetal, a no ser que se trate de un ejemplar hiperdesarrollado de radiado marino desconocido."
El siguiente párrafo recuerda de manera exacta las frías autopsias realizadas a los híbridos en la base americana:
"La cabeza, gruesa y como hinchada, mide unos dos pies de un extremo a otro con tubos amarillentos y flexibles de unas tres pulgadas que salen de cada punta. Hendidura en el centro exacto de la parte superior, probablemente un orificio de respiración. En el extremo de cada uno de los tubos, abultamiento esférico en donde la membrana amarillenta se repliega al tocarla, dejando ver un globo vidrioso irisado y rojizo, evidentemente un ojo."
Por último el siguiente párrafo recuerda la escena de la perrera, una de las más famosas del filme de Carpenter:
"La anomalía que lo remataba todo era, naturalmente, las condiciones en que se hallaban los cadáveres, tanto los de los hombres como los de los perros. Todos se habían visto envueltos en una especie de lucha terrible y estaban desgarrados y despedazados de manera diabólica y totalmente inexplicable... los perros debieron salir de estampida, no sé si a causa del mismo viento o excitados por un sutil olor que emanaba en cantidad creciente de aquellas criaturas de pesadilla."