Respuesta: El post del maestro John Carpenter
(
The thing, 1982)
Partiendo de una premisa argumental sencilla a más no poder, Carpenter se saca de la manga una auténtica oda a la desconfianza absoluta entre los propios congéneres. Desconfianza entre la sociedad humana frente a un enemigo letal cuyo único interés es la supervivencia manteniéndose con vida con la clonación como méteodo de supremacía. La ambientación lo es todo en esta película, añadiéndole además unos efectos especiales de lujo para la época y que a día de hoy siguen manteniendo su grado de atención, espectación y repulsa a partes iguales. Rob Bottin hizo un trabajo impresionante.
Añadámosle un maquillaje excelente para una película que bebe bastante de Alien, el 8º pasajero pero Carpenter tiene el gusto y saber estar de conseguir crear materia nueva a partir de algo ya creado. Carpenter narra con sutileza y a la vez con una diáfana forma de ir metiéndonos en situación poco a poco, sin prisas. Con el tiempo justo y necesario para ir dando forma a un todo que acabará convirtiéndose en un juego perfectamente orquestado. Al igual que en la obra maestra de Ridley Scott, Carpenter logra romper con la armonía de los primeros minutos haciendo estallar en mil pedazos a un ser tan afable como un perro. A partir de ese instante descubrirmos que el terror toma forma y que va en serio, sin zarandajas ni medias tintas.
A eso le añadimos un elenco bien escogido, con un Russell en estado de gracia y que se convierte, una vez más, en el guerrero solitario que no está dispuesto a dejar con vida a nada ni nadie, pensando en aniquilar algo que acabaría con todo en menos tiempo del que se pueda imaginar y una BSO por parte de Morricone (siendo Jerry Goldsmith quien rechazara en principio) que con simples notas logra un universo musical latente, patente y perfecto.
Repleta de momentos cumbre en el género (la sangre invadida por el fuego, cada una de las apariciones de la cosa) la película logra mantenerse en la memoria colectiva con un final aún más descorazonador e igual de inquietante con esas dos personas mirándose, vigilándose, desconfiando el uno del otro y sabiendo que la muerte (natural o invasora) está a la vuelta de la esquina.
Nunca una frase final había dicho tanto en tan pocas palabras.