Con todo lo que me gusta, no creo que Carpenter sea un maestro con mayúsculas. De hecho dudo que tenga más de una obra maestra, si es que la tiene.
- Assault on Precinct 13 (Asalto a la comisaría del distrito 13, 1976)
La policía de Los Ángeles por una parte y un heladero por otra provocan que una temerosa banda criminal asedie de forma salvaje pero calculada una comisaría casi vacía. Casi vacía.
Segundo largometraje de Carpenter, aunque siendo el primero planteado como tal desde el principio (desde el concepto, el guión y la producción) debería considerarse como su verdadera ópera prima. Y puede que con ella no alcance cotas de excelencia, pero la templanza y la energía de las que hace gala a lo largo de todo el metraje son dignas de destacar. Porque aquí el Carpenter músico puede no tener la inspiración de otros trabajos suyos (a pesar de servirse de un tema principal con garra y saber dónde musicar y dónde no), pero el guionista, el director y el montador se entienden muy bien para sacar partido de la premisa.
El guión, tras el prendido de la mecha y siempre en orden cronológico, dedica prácticamente la primera mitad a presentar los personajes que confluirán en la comisaría del distrito 9: los cabecillas de la banda; el teniente Ethan Bishop; Lawson, al que acompaña su hija Kathy; y un grupo de presos rumbo a otra cárcel entre los que se encuentra el peligroso asesino Napoleon Wilson.
Lejos de resultar una estirada antesala de la acción anunciada, Carpenter dosifica perfectamente el dibujo de los personajes (y del distrito y de la comisaría), acompañado en todo momento de algún elemento de tensión: los cabecillas de la certeza del espectador de que acabarán explotando; el teniente de la amenaza que hay sobre la policía; el padre y su hija de su desorientación en la boca del lobo; el autobús de presos de la incógnita de una fuga. En el logro del equilibrio narrativo el Carpenter director ya da muestras de habilidad para escoger y manejar espacios, tanto aquellos en los que se mueven los personajes (ese desangelado barrio con esa cabina y ese carro del helado), como aquellos en los que se mueve el espectador (ese plano del teniente conduciendo con la sospecha en segundo término).
La llegada a la comisaría donde se desarrollará el resto de la película confirma la ausencia de medios de la producción al presentar unos decorados con poco detalle y una fotografía con nulo interés. Sin embargo, rápidamente los personajes y la escalada de acontecimientos atraen la atención, y el cerco de la banda a la comisaría, cada ataque y cada repliegue, está llevado con mano firme para la acción y sensibilidad para los personajes. Puede que estos vayan muy por detrás de la acción (aunque me derrita con el final de Wilson y Leigh), que haya que hacer esfuerzos para creerse decisiones y que el desarrollo no sea suficiente como para que la película brille como un trabajo memorable, pero se pasan noventa minutos de gozo.