Respuesta: El post del maestro John Carpenter
- They Live (Están vivos, 1988)
Un parado contra el sistema.
Carpenter abandona sus paranoias del más allá y construye una crítica al borreguismo inducido por el capitalismo, en forma de paranoia del más acá con extraterrestres que dominan el mundo sirviéndose de toda clase de mensajes subliminales en Arial Black sobre fondo blanco.
Esto sí es una serie B cachonda y comedida a la vez, consciente del discurso nada sutil que maneja y centrándose en sacar provecho de cada escena para divertir o intrigar, sin meterse en vericuetos. Yendo de más a menos, el arranque es cojonudo con puesta en escena resultona y ritmo pausado pero controlado, con un Carpenter compositor que vuelve a entender que menos es más y acompaña muy bien a pesar de sus conocidas limitaciones. Todo el inicio con la presentación del personaje, el negro en el campamento, la iglesia, la dosificación del descubrimiento y el desmantelamiento del poblado están muy bien (nuevamente aquí la música potencia mucho).
El tramo de las gafas no se queda atrás, con la duración justa, aunque no tan estimulante en tono. Tiene un puñado de escenas que destacan gracias a líneas de diálogo inesperadas en boca de actor y personaje tan callado. Hablo del enfrentamiento con la vieja y, por supuesto, de la irrupción en el banco. No tengo que decir que la idea de las gafas de sol y su blanco y negro para presentar los mensajes escondidos y los extraterrestres casi retro es fantástica.
Luego el héroe conoce a la chica, con esa conversación que te baja la guardia y ese plano cenital que te levanta del asiento antes de tirarte por la ventana. Acto seguido vuelve al contenedor para ganarse el sueldo con lo que el actor mejor sabe hacer (aunque no esté tampoco muy mal en lo demás): esa pelea brutal que acerca a los personajes y engancha y mosquea al espectador a base de hostias.
El resto es un pim-pam-pum de resolución que solo mantiene el interés por conocer mejor a los extraterrestres (la cena de gala), porque lo demás, ideas y puesta en escena, es mucho más rutinario. La coda final muy divertida, con puya a los críticos incluida en ese par de tetas utilizadas como arma arrojadiza, pues creo que son las primeras claramente visibles en su filmografía.
Y al hilo de esto se me escapa el posible subtexto sexual, con esa escena en la que el protagonista y el negro se conocen, tan homoerótica, y el casting de la chica que parece un travelo y tiene vecinos gays. ¿Tampoco es lo que parece?
En resumen, una divertida película más cuidada que las dos frikadas anteriores, sacando partido de una contención que va bien de la mano del absurdo, aunque pareciera que se deberían dar de hostias también. No pasa de digno divertimento, porque Carpenter no es lo que fue (¿ni volvería a serlo?).