Respuesta: El Spielbergpost
Indiana Jones y el Templo Maldito:
Continuación pre-secuela de El Arca Perdida donde Spielberg sube la puja, apuesta y gana de todas a todas. Cambiando de aires, dotándola de una aureola de exótica y mágica (en todos los sentidos) esta película no podía empezar de mejor manera que con un número musical. Ese "Anything goes" es maravilloso tanto en la puesta en escena como en las dotes interpretativas de Kate Capshaw (purpurina, bambalinas, coros maravillosos, coreografías deliciosas y una música exquisita).
Con un prólogo muy del estilo Bond (Indy va trajeado para la ocasión... sólo le faltaba pedir un Martini). Una acción muy física y un cliché magnífico (diamante entre el hielo) sirve de preámbulo, nada más, para ir directos al grano y a la aventura más ancestral (aquí o entras y no te plantees nada, sino tiramos la peli por la borda: caída en picado con balsa, descenso a todo tren por la ladera para caer a lo bestia desde un salto imposible... pero lo mejor de todo es que lo aplaudimos, toma ya). Toda la set piece de la India, con ese poblado en la miseria más absoluta y esa supuesta leyenda de la piedra mágica que dota de poder a quien la posee, Spielberg mete aquí su vena sentimental con ese niño desnutrido y fugado del horror.
A partir de aquí la película va sola, no necesita empuje. Es calma y a la vez interesante, con ese humor físico y patoso de Willie mientras Tapón e Indy juegan a cartas es divertido y chispeante pero Spielberg (y Lucas, porqué no) quieren hacernos saltar, sufrir y disfrutar y nada mejor que ponernos en sobre aviso con esas figuras horripilantes y terroríficas, embadurnadas de sangre y muerte (la música y la fotografía hacen el resto). Sí, señores, sí. Esto sólo ha empezado, no hay vuelta atrás. Con la escena cómica del "festín alimenticio" cruzamos la línea de la aventura y el misterio, a partir de aquí es cuando la película coge carrerilla y no frena, no necesita pararse.
Entre insectos, trampas mortales (mira que he visto veces la secuencia de los pinchos y los bichos pero tíos, qué bien rodada está, copón). De ahí a Mola Ram en primera persona como un villano que tiene más planta y presencia que dotes actorales pero casi que da igual, el tío sabe lo que se hace (Spielberg también) y su figura ya es icónica como quizás el villano más tenebroso de toda la saga y el que más queda en la memoria colectiva.
Más persecuciones, niños maltratados, siendo esclavizados sin pudor (Spielberg se regodea y le sale perfecto el tanto) para ir a una de las secuencias más angustiosas y más bien realizadas de la peli: el sacrificio de Willie. La tensión, la ambientación, las masas ferbientes, Tapón de por medio, Mola Ram (con esa risa de Mad Doctor mientras huye como un cobarde) y una acción rabiosa da pie a la parte final, donde aquí ya es una pura y auténtica montaña rusa (y no me estoy refiriendo a la parte de las vagonetas).
Spielberg quiere hacernos saltar del asiento y lo consigue, vaya si lo hace. Entre la pelea final con el monstrenco en el rodillo, los niños huyendo hacia la libertad mientras (manos en alto inclusive, como a Spielberg le gusta rodar) y carrera a contrareloj en una filmación perfecta (aunque sepa que son maquetas, tíos, que parece de verdad, que parece que están ahí) para acabar quizás en la mejor escena de acción de toda la saga, si me lo permitís: el puente.
El puente está bien plasmado, rodado, pensado y ejecutado sin que nada la haga desmerecer de los elogios y los aplausos. Aquí es donde Indy (el personaje) y Harrison (el actor) están unidos por completo. Esos azotes de machete para cortar las cuerdas y esa pelea final entre Mola e Indy, colgando e invocando el poder de las piedras es una set piece antológica, para enmarcar y darle un premio.
Pero diría, además, que de toda la saga, esta entrega es la más sentimental, la que no juega sólo en el campo de la aventura per se, no. Ese plano final, con el trío protagonista ante el pueblo (donde se ve que la prosperidad vuelve a nacer) y el río de niños corriendo hacia sus padres es emotivo al 100% y aunque Steven sabe lo que se hace, es un maestro en ese campo, no es quede bien, es que es el envoltorio que la mítica aventura necesitaba para hacer esta segunda entrega quizás la más redonda del todo (con permiso, si se puede, de la primera).
El resto de ingredientes (actores, fotografía, BSO...) como siempre: de lujo. Y no podía ser menos. Una segunda entrega que ofrece más y mejor que su precesora y que no envejece por más tiempo que pase. Es una saga que va a más. Estoy seguro de ello.