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Vaya careto de CHARO SOCIALISTA.
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Recordemos que Podemos llegó a sacar como 70 diputados.
DON PABLO IGLESIAS TURRIÓN.
“Se supone” que el voto de los diputados es libre.
Me tripito: cada partido que sale elegido debería tener sólo un diputado y que su voto valiera 1xDIPUTADOS CONSEGUIDOS.
Es la “magia” del sistema proporcional, que, dicho por Leibholz, su ideólogo, elimina cualquier atisbo de representación y, “superando a Rousseau”, conlleva la integración de las masas ciudadanas del partido en el Estado, al sustituir el principio de representación con el de identidad. Por eso la propaganda socialdemócrata llama populismo a la representación y se despliega con furor contra Trump y el Brexit, fenómenos sólo al alcance de los dos sistemas representativos, americano e inglés, que conocemos.
En el momento en que las listas son cerradas, eso de voto libre....
Nuestra Constitución prohíbe el mandato. A esa prohibición se agarró Margarita Robles, jurista como Villacís, para recurrir una multa de su partido por votar “no” a Rajoy contra lo ordenado. En un sistema representativo, prohibir el mandato sería convertir al sirviente (diputado) en amo (elector), pero, bien mirado, tampoco supone un problema dejar al diputado a solas con su conciencia: la única conciencia del político es el poder, y siempre sabrá orientarse hacia la trufa más gorda.
Aunque todavía hay que oír por ahí que un diputado representa a toda España, la representación política es una relación de tres personas (los “personeros”, en el castellano del Rey Sabio): representado, representante y ante quien se representa. Mas el Estado de partidos elimina la representación mediante el sistema proporcional de listas, por lo que prohibir el mandato puede parecer tan absurdo como tapiar un cementerio: los de fuera no quieren entrar y los de dentro no pueden salir.
El Sistema sustituye el principio de representación por el principio de identidad y el mandato imperativo por esa disciplina de partido que nos hace ver que el diputado representa a su verdadero elector, que no es el ciudadano, sino el jefe que hace las listas