ERICE

Tal cual, Nogales.

Y la pseudoindustria española actual ya no es de 4, es de 2.

La película dura tres horas y sería una obra maestra con una hora menos. Erice cierra demasiadas deudas aquí y algunas no deberían estar, porque enturbia las otras. Pero si en El Irlandés todo lo de Pacino era fascinante, pese al resto, aquí pasa lo mismo con Coronado y es algo que se quedará toda la vida.

Como cierre de su carrera pagando deudas, si lo es, no se puede hacer mejor.
 
IMG_6153-1024x576.jpeg



Podría ser Cerrar los ojos la tercera parte de una trilogía en extremo dilatada en el tiempo junto con las otras dos ficciones largas del director, o la cuarta fase de un “ericeverso” (me entró hasta la risa floja con lo de “soy Ana…”, tremendo easter egg), sumamente referencial a su breve pero significativo imaginario.

La premisa noir de la desaparición de un actor en pleno rodaje. el intento de reconstruir el motivo de esa ausencia por el autor de un film inacabado, se convierte en puro mcguffin para una película hablada y de argumento mínimo pese a su considerable extensión, simétrica y a la vez plagada de ramificaciones y desvíos, incluso de fugas musicales, que trata sobre el cine, pero más aún, del cine como metáfora de la memoria y el paso del tiempo, las deudas y el dolor acumulado. Sobre unos seres derrotados, un tanto “houstonianos”, o bien anclados a un ayer del que no pueden desligarse; tristones, que evocan resignadamente el tiempo perdido… pese a lo cual la película contiene cierto humor entrañable, aunque se trate de un humor propio de un octogenario, como es lógico, incluso de alguien a quien apenas le importa haberse quedado atrás.

Esa dialéctica cine-televisión ensalzando lo primero, la recreación de ese formato de programa de sucesos, que parece todo como de hace décadas… es cierto que estamos en 2012, fecha significativa en la cual las redes, smartphones y etc. aún no eran lo que son hoy (a punto estaban de serlo). Pero pese a la crítica de estos programas, la presentadora también se contagia de un interés desinteresado, vivo y humano por la historia. Se respetan, en fin, las razones últimas de cada uno, opacas aunque a la vez claras si uno presta atención (adulterio, culpa, necesidad de desvanecerse ante una vida imposible de vivir).

La del actor huido es una presencia obsesiva y cautivadora, portadora de un halo de leyenda y malditismo (¿como el propio Erice?), en el centro de un grupo de personas que acarrean cada una de ellas una forma de desarraigo o de herida, que dan pie a pequeñas digresiones sobre política (la juventud combativa del franquismo, que tendrá seguro mucho que ver con la vida de Erice, o de gente a la que conoció), sobre arte (el museo como máquina que ordena y clasifica con monotonía la belleza). Son conjurados los espectros de Hawks, de Ray o de los mismos Lumiere; el cine como acto mágico y quizá, sólo quizá, capaz de obrar milagros en tiempos de desmemoria, y aquí depende de cada uno pensar hasta qué punto son posibles esos milagros, gracias a un final de calculada ambivalencia… pues siempre hay algo inconcluso, un enigma que nunca llegaremos a conocer del todo.

La imagen del dios Jano con su doble cara, como doble o múltiple es la identidad de un hombre fracturado, inescrutable, el farsante cantante de tangos. O como la propia evolución circular del relato, con el metraje de un film inexistente y finalmente completado (como gran ajuste de cuentas personal tiene todo el sentido del mundo)... evocador de ese “embrujo de Shanghai” nunca filmado (el contraste entre la fantasía pulp y la gris autenticidad del metro ligero de Madrid). “Triste LeRoy”... lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. El marinero errante y el agricultor fijado a la tierra. El padre sin hija de la ficción, la hija sin padre de la realidad, el onirismo de una secuencia imaginada y no por ello menos real. El tramo final en la residencia de ancianos, lo blanco de la cal, lo blanco de la pantalla de cine, una extraña pureza y tabula rasa frente a todo. Y aquí, una breve pero intensa, impresionante interpretación de José Coronado.

Película agotadora e inagotable ella misma, probablemente lejos de ser perfecta, pero qué puta mierda es esa de la perfección, que ha venido a decir lo que tiene que decir y con eso basta. Película sobre la mirada como sujeto y objeto portador de la verdad del cine. Algo banal y hasta insignificante, pero en lo que se cifra una existencia entera, cual Rosebud; ¿por qué? Porque la identidad de cada uno no está en uno, en las máscaras ni en los nombres que adopte, sino que está en los otros, en su capacidad para descubrirnos, recordarnos, iluminar esa vida y finalmente reconocernos.
 
Es maravillosa, y si hay algo que me vuelve loco de ella es todo lo anterior al asilo, esto sí es crepuscular y no esa mediocridad de Mangold con lobezno y su puta madre (y tantas y tantas que se creen hacer un western crepuscular), de hecho, esto tiene mucho de la esencia del western, del que una vez fue pero vive retirado, que recuerda cuando cabalgaron juntos, que recuerda un amor que pudo ser y no fue, que recuerda las heridas, en definitiva, pero ahí sigue y surge una misión para avanzar. Es un drama metacinematográfico susurrado que esconde un western en su interior.

Es sutil, sencilla, nada exhibicionista y, a la vez, no es nada hermética ni difícil, como siempre ha defendido Miguel Marías del cine de Erice. Es una película que debería ser popular y, al contrario, mucha gente la vende como si fuera arte y ensayo, el mismo Erice lo dice, no es ni el homenaje definitivo, ni su testamento, ni ninguno de los titulares de mierda que se leen por ahí (ojo, los positivos, porque hay que ser muy hijodeputa como Boyero para rajar de esta película comparado con lo que se está estrenando desde hace décadas), es una película, ha querido rodar una película, como lo quiso hacer con El espíritu de la colmena, El sur o El embrujo de Shanghai.

Nos han carcomido el cerebro a base de ritmo publicitario durante décadas para considerar que esto es lento o mierdas similares, es una película que se recrea en los diálogos, más en las personas dialogando que en los diálogos, a lo Hawks (Rio Bravo!), hangout movie. Conversaciones al lado de la chimenea, tomando chupitos y cantando, visitando viejos amigos y amores.

Qué película!
 
A mí me ha crecido muchísimo, la verdad. No para de retumbarme en la cabeza. Es muchísimas cosas.

Aunque me gusta Logan también, faltaría más. ¿Qué tendrá que ver? En cualquier caso, pedir a esta obra que sea popular es pedir cosas que no son de esta dimensión. Es pedir que todo el mundo ame a Buñuel en tiempos del cólera.
 
A mí me ha crecido muchísimo, la verdad. No para de retumbarme en la cabeza. Es muchísimas cosas.

Aunque me gusta Logan también, faltaría más. ¿Qué tendrá que ver? En cualquier caso, pedir a esta obra que sea popular es pedir cosas que no son de esta dimensión. Es pedir que todo el mundo ame a Buñuel en tiempos del cólera.
recomiéndanos eso que hace que te crezca muchísimo :L:L:diablillo:diablillo:diablillo
 
A mí me ha crecido muchísimo, la verdad. No para de retumbarme en la cabeza. Es muchísimas cosas.

Aunque me gusta Logan también, faltaría más. ¿Qué tendrá que ver? En cualquier caso, pedir a esta obra que sea popular es pedir cosas que no son de esta dimensión. Es pedir que todo el mundo ame a Buñuel en tiempos del cólera.
No es una película nada críptica, ni boutadesca como era Buñuel, de hecho, es la más accesible de Erice, y las otras no es que sean cine experimental. Y ojo, que Buñuel hizo cine popular en México durante los 50 y en Francia en los 60/70, claro que en los 50 el cerebro del espectador medio no estaba corroído y en Francia en esas décadas endendían ese cine.

La tragedia del cine actual se resume en que Cerrar los ojos no sea popular.
 
Yo no creo que esta película pueda ser jamás popular en el siglo XXI. Además de que, aún siéndolo, tiene un target reducidísimo por los sitios a donde dispara.
 
Me siento un privilegiado por haber asistido a algo así. Una película que respeta al cine y al espectador, que equilibra la trama y su alcance, en casi tres horazas que no se hacen para nada largas y con una cadencia admirable, digna de un narrador virtuoso.

A ver, no está a la altura de los prodigios que rodó tres décadas atrás ( la estética Querejeta de Cuadrado y Alcaine pesaba mucho ), pero Cerrar los ojos le saca varios cuerpos de ventaja a cualquier cosa rodada hoy en día ( y no hablo solo de España) , no creo que haya mucha mas gente que se tome tan en serio y con tanta delicadeza su oficio así como su agudeza para plantear un discurso sobre el estado del cine y su naturaleza.

Qué absoluta maravilla este canto de amor al cine como depositario del alma y evocador del sentimiento en estado puro, inmaculado, capaz de devolver a una persona la capacidad de sentir y ser, aun sin memoria y con una conciencia desviada y finalmente reconducida.

Mayestáticos Manolo Solo y un inmenso Coronado, en un equilibrio dificilísimo.

Y que jugón Erice!!!! De un solo tanto se ha sacado dos espinitas: rodar su versión de El embrujo de Shanghai ( nos vuelve a dejar con ganas de ver más de esa película!) y rodar en su querido Sur!!!! :mparto :palmas :hail
 
Última edición:
Una de las cosas más importantes de esta película es que el mensaje o la metáfora no pasa nunca por encima de los personajes, y eso es por la sencillez con la que rueda Erice y porque se toma todo su tiempo en recrearse en las relaciones y la vida del personaje de Manolo Solo.
 
Ojo que para no ser popular la sala donde la he visto estaba casi llena




vale que es la fiesta del cine ( y qué mejor manera de celebrar esta fiesta que viendo a Erice!!!) pero he visto mucho feedback en el público.

Joder, estoy pensando en que Erice conoció a Zulueta ( le mencionó el otro día en su discurso de agradecimiento recibiendo el premio Donostia )y esta podría ser perfectamente su Arrebato particular
 
Es sencillo hasta el punto de filmar a un perro solo para que entiendas el modo de vida del humano al lado del perro. Y me encanta el mensaje que da de "oye, no lloréis por mí, que todos estos años sin hacer cine, "ni tan mal".
 
Es sencillo hasta el punto de filmar a un perro solo para que entiendas el modo de vida del humano al lado del perro. Y me encanta el mensaje que da de "oye, no lloréis por mí, que todos estos años sin hacer cine, "ni tan mal".
Es que ese personaje protagonista es la materialización de ese personaje de western que quiere retirarse al rancho (y que nunca vemos retirado! ... bueno, quizás en Sin perdón al principio).
 
Eso no lo dudo, pero hace tiempo pensé que lo que no tenía arreglo prefería no combatirlo y entenderlo, aunque no formara parte.
Para que lo pongamos en perspectiva, Ozu hacía un cine inmensamente popular que encantaba a las abuelas. Ahora hablas de Ozu y parece que su cine es inaccesible, y todo eso es, en parte, por gente que no ha visto sus películas, mi madre de casi 70 tacos vio unas 10 de Ozu (le pasé el material!) y le entusiasmaron, me dice que le daban paz.
 
Pensé en Sin Perdón también. Stallone sabe jugar muy bien también a eso en sus buenas. Y Melville.
 
Arriba Pie