En marzo, hubo una manifestación en Memphis, la ciudad en la que están los famosos Sun Studios en los que grabó la plana mayor del rock and roll y, también, la casa-museo de Elvis. La manifestación era para protestar porque se iba a cambiar el nombre de tres parques. Entre ellos, el de
Nathan Bedford Forrest, el individuo que, tras masacrar a cientos de soldados negros que se habían rendido durante la Guerra Civil de EEUU, fue uno de los cofundadores del Ku Klux Klan, una organización dedicada al terrorismo puro y simple contra, en este orden, negros, sindicalistas, católicos y judíos.
Hoy el KKK es legal, y hasta tiene
su página web, en la que proclama su "mensaje de esperanza a los blancos de América". El senador demócrata
Robert Byrd, que murió hace tres años, fue un miembro de lo que se llama 'el Klan' en su juventud.
Vamos, como para hablar de
ETA.
La mayor parte de los estadounidenses creen que la violencia a gran escala es algo ajeno a su país. Es comprensible. Se les ha enseñado en la escuela, por ejemplo, que su sociedad no tiene clases sociales. De ahí viene la obsesión con la 'clase media', y la ausencia de referencias a la 'clase obrera'. También se les dice que, con su esfuerzo, llegarán a donde quieran. El Sueño Americano. Que es otra mentira como una casa. El padre de Warren Buffett era congresista. A doscientos de la Casa Blanca hay un edificio de cinco plantas que pone
K&L Gates. Es el bufete de abogados y lobby de Gates 'padre'.
En ese contexto, no sorprende que pocos estadounidenses sepan que uno de sus presidentes,
William McKinley (el que fue a la guerra con España por Cuba, Puerto Rico y Filipinas) fue
asesinado por un anarquista. O que en 1920, los anarquistas mataron a 38 personas con una bomba en Wall Street. O que 10 años antes un sindicalista había matado a 21 personas en la sede del diario
Los Angeles Times.
La violencia a gran escala se ha dado en EEUU de más formas. Los últimos
Edictos de Exterminio de los mormones, por ejemplo, se derogaron oficialmente en los años setenta (aunque, evidentemente, no se aplicaban). Tras la carnicería del 11-S hubo numerosos
ataques a musulmanes, de nuevo ignorados por gran parte de los medios de comunicación. Y un enorme número de miembros de
Al Qaeda y grupos conexos son de
origen estadounidense: desde el líder de Al Qaeda en Yemen, Anwar al-Awlaki, hasta varias decenas de hijos de inmigrantes
somalíes de Minneapolis, o incluso numerosos musulmanes estadounidenses que han planeado alguna matanza estilo 11-S.
En algunos casos, la
violencia es puramente personal. Eso es muy característico de los
varones blancos de clase media y media-alta, que son los que suelen protagonizar los asesinatos en masa. Un caso muy especial en ese sentido es el de
Ted Kaczynski, el famoso terrorista conocido como
Unabomber, que tenía una
ideología, literalmente, de manicomio.
En todo caso,
las organizaciones terroristas estadounidenses no tienen la estructura de las de Europa. Con contadas excepciones, son asociaciones de individuos unidos por una ideología, pero sin un organigrama en plan 'leninista'.
Su estilo es más Al Qaeda que ETA, el IRA o las Brigadas Rojas. En eso,
replican a los partidos de EEUU, un país en el que las formaciones políticas son solo una especie de coaliciones sin líderes.
Un asesinato con bombas es, por definición, más indiscriminado que un tiroteo en un cine o una escuela, y suele asociarse más a violencia política. Pero el asesino de Aurora,
James Holmes, dejó su casa convertida en una trampa-bomba que llevó más de un día desactivar.
Muchos de los terroristas de EEUU en los últimos tiempos han sido de
ultraderecha. Ése es el caso de los autores de la carnicería del edificio federal en Oklahoma City en 1995. Son herederos del Ku Klux Klan. O sea, gente que no forma parte de ninguna organización, sino de una ideología que teóricamente defiende el individualismo frente a la intrusión del Estado.
En realidad, es una
coartada ideológica para mantener la Guerra de Secesión. En el Sur de Estados Unidos, la Historia oficial es que la guerra fue un acto de opresión de Washington y el Norte sobre los derechos de los estados.
A la esclavitud ni se la menciona. Lo cual es como decir que Adolf Hitler invadió Polonia para frenar a Stalin. Ahí está la base defensa del poder de los estados en EEUU: es tener la autonomía para permitir llevar armas a todas partes, tener a los estudiantes separados en función de su raza, o dedicar parques a fundadores de grupos terroristas.
Aún no sabemos si el autor o los autores de las muertes de de Boston se corresponden a alguno de estos grupos. ¿Ultraderecha? ¿Ultraizquierda (Weather Underground)? ¿Racismo blanco (KKK, Oklahoma)? ¿Racismo negro (Black Panthers)? ¿Alguien como una cabra (Unabomber)? Pero lo que sí podemos decir es que este acto forma parte de una amplia corriente en EEUU de la que los estadounidenses no quieren hablar.
Eso y que no deja de ser paradójico que esto haya pasado en
Massachusetts, un Estado con una enorme población irlandesa del que fue mucho dinero al IRA.