Se dice que fue el propio Steve McQueen, en su penúltima interpretación, quien comenzó a dirigir este Western crepuscular acerca de los últimos días del mítico cowboy del título y sus problemas para adaptarse al nuevo oeste. Con el televisivo William Wiard finalmente tras la cámara, la dirección de fotografía recayó en John A. Alonzo [ASC], que realiza un muy buen trabajo a la hora de captar la grandeza de las localizaciones en Arizona.
Sin embargo, el tono de tristeza y decadencia que envuelve a la historia no requería una fotografía espectacular –pese a que ésta lo es por momentos- sino un trabajo más frío y distante logrado mediante ténues contraluces de luz invernal que únicamente usan simples reflectores, por lo que los rostros de los actores aparecen siempre algo oscuros y en penumbra. Para ello, gran parte de la película está rodada evitando rodar durante las horas centrales del día, centrándose en amaneceres y atardeceres, en los que la luz es más suave y contribuye notablemente a lograr ese aspecto general.
La fotografía de interiores mantiene la misma filosofía, empleando las ventanas como fuentes naturales de los decorados –creando así el típico aspecto de “luz nórdica”- aunque a veces Alonzo introduce una luz más cálida en los interiores para evitar la total penumbra.
Dentro de un trabajo tremendamente atmosférico, el único elemento que resulta disonante son los rapidísimos zooms, aunque por suerte son minoría. “Tom Horn” también fue uno de los primeros créditos de John Toll [ASC] como operador de cámara. Panavision.