Respuesta: Fotografía Cinematográfica
Un par de ejemplos (uno extremo, eso sí) de lo que estoy haciendo:
Reseña original del año 2005:
AVIADOR, EL (THE AVIATOR, MARTIN SCORSESE, 2004): Tras haber rodado las dos entregas de "Kill Bill" para Tarantino en Super 35 a tres perforaciones por fotograma, Richardson ha elegido el mismo formato para este film, rodado en las emulsiones Kodak 5248 (100 ASA), 5293 (200 ASA), 5274 (200 ASA), 5277 (320 ASA), 5279 (500 ASA) y 5218 (500 ASA). Posteriormente, todo el material fue procesado mediante un Digital Intermediate a 2K de resolución para realizar alteraciones en el color. El resultado del mismo es que determinadas secuencias tienen el aspecto de las películas de color de la época (dos colores para finales de los años 20 y comienzos de los 30, Technicolor de tres bandas de ahí en adelante). Sin embargo, y como ocurría en las dos entregas de "Kill Bill", vuelven a aparecer aquí artefactos digitales de reducción de ruido, que crean una imagen pastosa que ni siquiera llega a esconder totalmente el grano y arruina gran parte del trabajo de Richardson, el cual debería comenzar a plantearse dejar esta técnica. Pese a todo, la fotografía junto con el diseño de producción de Dante Ferreti es lo mejor del film, logrando una estupenda reproducción de ambientes gracias a la elegante puesta en escena y al trabajo de iluminación, en ocasiones muy encaminado a dotar de glamour a las imágenes, bien mediante el empleo de filtros difusores (aunque en menor medida que en otros films de Richardson) o especialmente a través de luces suaves o contraluces. En resumidas cuentas, un trabajo notable pese al desastroso Digital Intermediate, con una apariencia mucho más rica que el anterior film del director. Super 35.
Reseña remasterizada 2012:
Título: El Aviador.
Título Original: The Aviator.
Año de Producción: 2004.
Director: Martin Scorsese.
Director de Fotografía: Robert Richardson, ASC.
Emulsión: Kodak 5248 (100T), 5293 y 5274 (200T), 5277 (320T), 5279 y 5218 (500T).
Ópticas: Primo esféricos de Panavision.
Formato y Relación de Aspecto: 3-perf Super 35, 2.4:1.
Otros: Digital Intermediate.
Premios: Oscar (gan), American Society of Cinematographers (nom), BAFTA (nom).
Biopic del excéntrico millonario estadounidense Howard Hughes (Leonardo Di Caprio), entre cuyas facetas se encontraba la de ser aviador y director de cine, que narra el período de su vida comprendido entre la década de 1920 y la de 1940, haciendo especial hincapié en algunas de sus más extrañas manías. Tras casi tres horas de proyección de un producto manufacturado con la clara intención de cosechar el mayor número posible de premios, el resultado es una película en la que Leonardo Di Caprio es lo más salvable, puesto que en este encargo apenas queda rastro de la personalidad de Scorsese y el tedio se apodera del espectador pasada la primera hora de proyección. Cate Blanchett, como Katharine Hepburn, Kate Beckinsale, como Ava Gardner, así como John C. Reilly, Alec Baldwin, Alan Alda o Ian Holm completan el reparto.
En una época en la que Martin Scorsese todavía alternaba a Michael Ballhaus [ASC, BVK] y Robert Richardson [ASC] como sus directores de fotografía, “The Aviator” tuvo la suerte de caer en manos del segundo, el operador americano más prominente de la década y sin lugar a dudas, todo un especialista en retratar el pasado reciente de los Estados Unidos, como demuestran trabajos del calado de “Born On The Fourth of July” (1989), “JFK” (1991) o incluso “The Good Shepherd” (2006). Por supuesto, Richardson nunca ha destacado ni destacará por llevar a cabo retratos naturalistas, sino más bien al contrario; lo suyo son recreaciones de época glamourosas y “The Aviator” no es una excepción a la regla.
Justo antes de hacerse cargo de la presente película, Richardson acababa de rodar las dos entregas de “Kill Bill” (2003), en las que la necesidad de ejecutar determinados planos con ópticas zoom le llevó a escoger el formato Super 35 en lugar del anamórfico en el que siempre había trabajado hasta la fecha para sus films en formato panorámico, con la notable excepción de “Casino” (1995) para el propio Scorsese, experiencia de la que no terminó demasiado satisfecho en cuanto a la calidad de las copias de exhibición una vez que se llevaba a cabo el hinchado óptico necesario para las mismas. Sin embargo, tanto a la hora de rodar “Kill Bill” como “The Aviator”, el hinchado óptico ya no era una necesidad, puesto que la aparición de la técnica del Digital Intermediate no sólo posibilitaba llevar a cabo innumerables correciones y ajustes de color sobre el material capturado en celuloide, sino que el mismo también incluía la corrección de formato que antes se ejecutaba ópticamente.
En un nivel exclusivamente lumínico, el trabajo de Robert Richardson es el habitual en él: utiliza todas las herramientas a su disposición para recrear ambientes recargados, lujosos y glamourosos, utilizando con mucha frecuencia luces directas y dirigidas sobre los actores o determinadas partes del decorado con una gran intensidad, incluso dejando que partes del fotograma queden notablemente sobreexpuestas, en un estilo que, como decíamos, es prácticamente opuesto a una iluminación realista, puesto que lo que interesa a Richardson es captar el concepto visual de la época en términos cinematográficos, no en cuanto a emularla de una forma naturalista. Por supuesto, a tal fin, le resultan de gran ayuda los siempre magníficos diseños de Dante Ferretti, que aquí se muestra tan solvente como siempre.
Sin embargo, la fotografía de “The Aviator” destaca más por la notable labor de post-producción ejecutada sobre la imagen en la etapa del Digital Intermediate, imitando el proceso de color del cine de la época: dos colores para finales de los años 20 y el Technicolor de tres bandas en lo sucesivo, de manera que la paleta de color luce de una forma diferente (más restringida en la primera etapa, mucho más amplia y saturada en la segunda) en función de la época en que está ambientada cada escena. No obstante, el problema de haber utilizado de forma tan amplia una técnica entonces emergente como el etalonaje digital, es que las copias cinematográficas introducían notabilísimos artefactos digitales, como por ejemplo la reducción de ruido, con la que muchas películas de Richardson, entre ellas la citada de Tarantino y la posterior de De Niro, trataban de ocultar el aparente grano del formato Super 35 en el que fueron rodadas. Ello traía como consecuencia una imagen excesivamente empastada, en la que además, los colores, por las técnicas aplicadas, no lucían de forma natural dentro de las limitaciones de las técnicas emuladas, sino absolutamente artificiales y sobreimpuestos a la narrativa de la película.
Por supuesto, en una comparativa directa con el anterior film del realizador italoamericano (“Gangs of New York”, 2002), el aspecto de “The Aviator” es infinitamente superior y mucho más rico, fruto del diferente enfoque y talento que separa a Richardson de Ballhaus, aunque ello no supusiera que el primero de ellos llevase a cabo un etalonaje mesurado de su trabajo, especialmente en una época en que las técnicas digitales aún no estaban excesivamente perfeccionadas. Sin embargo, a pesar del desastroso etalonaje –que posiblemente luzca mejor en formatos domésticos o digitales de lo que lo hacía en las copias originales en 35mm-, Richardson consiguió su segundo Óscar de la Academia de Hollywood.
Reseña original (aprox. 2004):
DILEMA, EL (THE INSIDER, MICHAEL MANN, 1999): La última colaboración entre Michael Mann y el director de fotografía italiano Dante Spinotti [AIC, ASC] únicamente puede ser considerada como un magnífico ejercicio de estilo cinematográfico en el que narran la historia real de Jeffrey Wigand, un alto ejecutivo de una tabacalera estadounidense que tras ser despedido de su empleo se enfrena a un dilema moral: respetar las cláusulas de confidencialidad de su rescisión de contrato y obtener con ello un buen subsidio o por el contrario confesar ante la prensa las mentiras de industria para la que trabajaba y los verdaderos riesgos de la adicción al tabaco, aún a riesgo de perder todo lo que tiene incluída su propia familia. Asumiendo grandes riesgos en sus planteamientos, Michael Mann y Dante Spinotti desarrollaron hasta el extremo en El Dilema el lenguaje visual urbano que iniciaran en "Manhunter" y prosiguió con "Heat", caracterizado por un estilo de filmación completamente directo, en su mayor parte con varias cámaras simultáneas y al hombro, lentes a máxima abertura y de gran distancia focal, lo que provoca que casi todo el film sean constantes primeros planos con enfoque selectivo entre los personajes posicionados a distintas distancias de la cámara. Y todo ello sin que en ningún momento se pierda la espacialidad de la acción, gracias a un prodigioso montaje que ordena para el espectador toda la información visual que aparece en pantalla, canalizando la energía de la puesta en escena. Los exteriores nocturnos con su tono azul-verdoso hoy en día constituyen el trademark de su director, tras haber incidido en ese estilo también en "Alí" y "Collateral". Pero es en El Dilema donde encuentran su máxima expresión, en secuencias como la del golf nocturno que ilustran a la perfección la paranoia que envuelve al personaje central, mientras que planos como el de la noche americana que muestra al periodista Lowell Bergman hablando por el móvil en la playa merecerían formar parte de la historia del cine por su belleza, contundencia y plasticidad. El estilo de iluminación de Spinotti, además de no ser alterado en función de cada plano, aboga por un altísimo contraste y abundante sobreexposición, generalmente haciendo uso de una única fuente lateral durante los interiores/día y de las luces presentes en pantalla durante los interiores/noche, consiguiendo así el efecto de inmediatez casi documental pretendido por los cineastas mezclado con el justo estilismo necesario para la dramatización de los hechos. Uno de los mejores trabajos de la década de los 90, de los más influenciales y el mejor sin duda de sus autores, que dificilmente podrán superar jamás. Super 35.
Reseña remasterizada 2012:
Título: El Dilema.
Título Original: The Insider.
Año de Producción: 1999.
Director: Michael Mann.
Director de Fotografía: Dante Spinotti, ASC, AIC.
Emulsión: Kodak 5246 (250D) y 5279 (500T).
Ópticas: Primo esféricos de Panavision.
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1.
Premios: Oscar (nom), American Society of Cinematographers (nom).
Magnífico ejercicio de estilo cinematográfico, basado en un artículo periodístico de Marie Brenner, en el que Michael Mann narra la historia real de Jeffrey Wigand (Russell Crowe), un alto ejecutivo de una tabacalera estadounidense que tras ser despedido de su empleo se enfrena a un dilema moral: respetar las cláusulas de confidencialidad de su rescisión de contrato y obtener con ello un buen subsidio para sostener a su familia o, por el contrario, confesar ante la sociedad, con la ayuda de un periodista de un importante programa de TV (Al Pacino) las mentiras de industria para la que trabajaba y los verdaderos riesgos de la adicción al tabaco, con la posibilidad de perder todo lo que tiene incluída su propia familia. “The Insider” no sólo ofrece un portentoso trabajo de Russell Crowe en el papel principal, sino una demostración del genio de Michael Mann para la puesta en escena, planificación, montaje y olfato para plasmar un tema polémico de una manera inteligente y nada maniquea, de manera de constituye uno de los films más importantes procedentes de EEUU durante la década de los 90.
Por otro lado, “The Insider” supuso la evolución lógica en la relación entre Michael Mann y el director de fotografía italiano Dante Spinotti [ASC, AIC], en su cuarta colaboración y en la que, con grandes riesgos en sus planteamientos, desarrollaron hasta el extremo el lenguaje visual urbano que iniciaran en "Manhunter" y prosiguió con "Heat", caracterizado por un estilo de filmación completamente directo, en su mayor parte con varias cámaras simultáneas y al hombro, lentes a máxima apertura, frecuentamente de gran distancia focal, lo que provoca que casi todo el film sean constantes primeros planos con enfoque selectivo entre los personajes posicionados a distintas distancias de la cámara, todo ello sin que en ningún momento se pierda la espacialidad de la acción, gracias a un prodigioso montaje que ordena para el espectador toda la información visual que aparece en pantalla, canalizando la energía de la puesta en escena.
Los exteriores nocturnos, con su tono azul-verdoso, se convertirían no sólo en el trademark de su director, tras haber incidido en ese estilo también en "Alí" (2001) y "Collateral" (2004), sino que influenciaron en cine norteamericano durante un largo período de tiempo. Pero es en ”The Insider” donde este aspecto de vapor de sodio encuentra su máxima expresión, en secuencias como la del golf nocturno, que ilustran a la perfección la paranoia que envuelve al personaje central, mientras que planos como el de la noche americana que muestra al periodista Lowell Bergman hablando por el móvil en la playa merecerían formar parte de la historia del cine por su belleza, contundencia y plasticidad.
El estilo de iluminación de Spinotti, además de no ser alterado en función de cada plano, aboga por un altísimo contraste y abundante sobreexposición, generalmente haciendo uso de una única fuente lateral durante los interiores/día y de las luces presentes en pantalla durante los interiores/noche, consiguiendo así el efecto de inmediatez casi documental pretendido por los cineastas, mezclado con el justo estilismo necesario para la dramatización de los hechos. Como consecuencia, debido al aspecto realista e iluminación de bajos niveles de intensidad, la renuncia al formato panorámico anamórfico y su sustitución por el formato esférico Super 35 estaba muy justificada, puesto que, además de facilitar las labores de enfoque con su mayor profundidad de campo, su textura granulada favorece la inmediatez de la estética del film.
Por lo tanto, se trata de un trabajo muy superior a los ya de por sí buenos resultados de “Manhunter” y “Heat” (e incluso “The Last of the Mohicans”, aunque ésta se movía en un territorio tan diferente que la comparativa siempre sería injusta), cuya genialidad narrativa y en la puesta en escena, así como su fuerte influencia en el cine posterior, demuestra que se trataba de uno de los mejores trabajos de la década de los 90 y el mejor sin duda de sus autores, que dificilmente podrán superar jamás.