Día 4: nos hemos dirigido de nuevo a la sede de la ASC, un bonito chalet en el corazón de Hollywood, de construcción de estilo español, desde donde nos llevan una vez más al estudio de Mole-Richardson. Es curioso, porque ya me he familiarizado con el lugar hasta el punto que ya no me llama la atención, de la misma forma que las bromas y el diálogo con la gente que trabaja en la sociedad ya son habituales. Y más curioso es aún teniendo en cuenta que en mis tres anteriores visitas a Los Ángeles, incluso después que me hubieran publicado mi artículo en la revista, había merodeado por el exterior del jardín, sin atreverme a tocar el timbre y preguntar si era posible visitar el museo.
Dante Spinotti llega un poquito tarde al set y, entre tanto, Stephen Burum, que ha estado con nosotros todos estos días, inicia otra sesión de preguntas y respuestas a la que se une el italiano según llega. No se le ve muy animado de principio, pero poco a poco, a base de preguntas respecto a sus películas con Michaell Mann, “L.A. Confidential”, o su postura respecto a las tribulaciones filosóficas de Vittorio Storaro, se va animando a pesar de su evidente improvisación de la situación (había reemplazado a Dion Beebe en la programación del seminario).
Dante (“don’t call me Mister Spinotti”) nos pregunta qué tipo de ejercicio queremos hacer, y alguien dice, con buen tino, que hagamos un primer plano glamouroso. Como tenemos a un chico y una chica actores deambulando por el set para estos menesteres, Spinotti prepara un primer plano muy teatral, con varios aparatos, relleno y un contraluz, aunque lo interesante del ejercicio es que, una vez montado todo el tinglado, hemos ido apagando cada luz individualmente para estudiar sus efectos. No creo que me sirva especialmente para hacer ficción, pero como ejercicio, resulta muy bueno. He sentido una gran vergüenza, eso sí, en un momento concreto: Spinotti tenía colocado un Dedolight en el eje de cámara sobre la chica, y le he preguntado en un momento determinado si lo tenía bajo de dimmer o no (entre tanta luz era dificil verlo). No me ha comprendido, o no me he expresado bien, y lo ha tomado como una sugerencia, diciéndome “you’re right, let’s dim it down”.
Justo antes del parón para comer me doy cuenta de una cosa que me hace especial ilusión, en un momento en que me encuentro mirando al monitor, con Spinotti junto a mí, a mi izquierda, y Stephen Burum justo a mi derecha: mis dos películas predilectas de los 90 posiblemente sean “The Insider” y “Carlito’s Way”. Y fueron ellos quien las fotografiaron. ¡Wow!
El ejercicio de la tarde consiste en sacar la Alexa XT con el zoom Alura 30-80mm (que por cierto, da muy bien) a la calle y rodar un plano contraplano de nuestros actores. Spinotti sitúa a la chica ligeramente a contraluz, con algo de luz lateral, y con un palio de seda “unbleached” y relleno negativo, toqueteando algo la temperatura de color (7000 kelvin), consigue que la aburridísima luz de Los Angeles luzca bien, con un espectacular falseo en el contraplano del chico, modificando su fondo por completo con respecto al real. Después, he tenido la ocasión de hablar algo más en privado con Spinotti, preguntándole si ha rodado en España, o si uno es capaz de acostumbrarse a vivir en Los Ángeles viniendo de Europa, y le he lanzado una pregunta acerca de “The Last of the Mohicans” que me ha pedido que le repitiera delante de todo el grupo para contestarla en público. En general, aunque se le ve mayor y algo cansado, me ha parecido un hombre muy amable y cercano.
Me pone muy contento, comentando con el DIT lo bien que se ve el metraje Alexa en el gigantesco monitor Dolby que tenemos que, según me dice, la Red Epic Dragon, que ya han probado extensivamente, luce tan bien como la máquina de Arri, que los tonos de piel han mejorado y que el rango dinámico y por supuesto, al resolución, son superiores. Y es que, por supuesto, hay que velar por los business aunque sea a 7000 millas de distancia.
Andrés y yo ya hemos hablado con Giovanni Ribisi y, efectivamente, su idea es dirigir y fotografiar un cortometraje en su productora. Tiene cámaras y ya está comprando incluso luces (supongo que ser una estrella de Hollywood ayuda). Y, como le he dicho personalmente, me parece admirable que alguien de su estatus y su procedencia, se esté formando e interesando tanto como el lo está haciendo para poder hacer fotografía a un nivel profesional y poder dirigir con conocimientos técnicos. Si a lo mucho que se lo está currando le une talento en este aspecto, desde luego tiene futuro en este campo.
Finalmente, una nueva alegría es que por fin he podido conocer a Stephen Pizzello, editor de la revista “American Cinematographer”, al que debía agradecerle su amabilidad ya que fue él quien me publicó el artículo sobre el rodaje de “8” en el número de septiembre de 2012. Se acordaba de mí, perfectamente además, y no sé como, en el transcurso de la conversación ha acabado hasta enseñándome una foto de sus hijos.
Pues eso, que esto cada vez es algo más familiar y sigue siendo tan bonito como al principio. Lástima que con la clase técnica de mañana y la posterior cena se acabe esta aventura.