[align=justify:312fbxwk]PUERTA DEL CIELO, LA (HEAVEN’S GATE, MICHAEL CIMINO, 1980): Segunda y última colaboración entre Michael Cimino y el húngaro Vilmos Zsigmond [ASC], realizada dos años después de “El Cazador”, el éxito que catapultó al director al estrellato y por el que el operador fue candidato al Óscar. Lamentablemente, “La Puerta del Cielo” es una película mucho más célebre por sus problemas de producción y por la forma en que el presupuesto se disparó –con todos los dedos acusadores apuntando al ego y megalomanía del director- que por sus logros artísticos, cuando en realidad se trata de un film quizá algo alargado y autocomplaciente, pero también rebosa talento, energía y oficio cinematográfico: es cine en estado puro. La historia se ubica en Wyoming, en 1890, cuando el Sheriff del condado de Johnson decide ponerse de lado de los inmigrantes a los que los ganaderos quieren erradicar, acusándoles de anarquía y del robo de su ganado.[/align:312fbxwk]
[align=justify:312fbxwk]Vilmos Zsigmond, que nunca ha estado tan inspirado, realiza el mejor y más completo trabajo de su larga carrera. Al contrario que en “El Cazador”, en la que partía desde un punto de vista realista, “La Puerta del Cielo” parte de un concepto nostálgico, de añoranza de otra época. Por eso, el húngaro vuelve a emplear las mismas técnicas que en “Los Vividores” (“McCabe and Mrs. Miller”, Robert Altman, 1971), que es la raíz del estilo de “La Puerta del Cielo”: negativo pre-
flasheado, para reducir la saturación de color, el contraste y aumentar el detalle en sombras; revelado forzado para degradar aún más la imagen y obtener una mayor sensibilidad del negativo Kodak 5247 (125T); filtros
Double-Fog para crear halos en torno a las fuentes de luz y reducir otro poco más el contraste; rodaje prácticamente exclusivo con las ópticas de bajo contraste y baja resolución
Super PanaZoom (40-200mm T/4.5 y 50-500mm T/5.6) adaptadas a formato anamórfico y post-
flasheado sobre el interpositivo para complementar todas estas técnicas. El resultado es una imagen fuertemente estilizada, muy difusa, muy suave, de aspecto amarillento (posiblemente uno de los dos
flasheados utilizó una luz de este color para virar la copia), que tiene el aspecto prácticamente sepia de una fotografía antigua y desgastada, muy a la par de las escenas del joven Vito Corleone en “El Padrino, Parte II” (“The Godfather, Part II”, Francis Ford Coppola, 1974, fot: Gordon Willis, ASC).[/align:312fbxwk]
[align=justify:312fbxwk]La iluminación de Zsigmond destaca, principalmente, porque a toda la deliberada degradación de la nitidez y el contraste del negativo, le añade además el uso de mucho humo en los interiores (motivado en las estufas que se utilizaban para calentar las estancias) y de polvo de la tierra en exteriores. Para contrarrestar un poco, utiliza en gran medida luces duras, directas y sin difuminar a través de las ventanas, por lo que crea haces que ocasionan bonitos efectos estéticos. En las escenas nocturnas, justifica la iluminación mediante numerosos faroles presentes en los planos, que siempre traen consigo una luz de colores muy cálidos. Zsigmond también se luce en un buen número de secuencias rodadas al anochecer, en las que el cielo aún conserva algo de luz azul y él la mezcla con la luz cálida de los faroles de las calles y la complementa con grandes unidades de luz fuera de campo que iluminan el humo a contraluz. El resultado es muy consistente, bellísimo, naturalista a la par que onírico.[/align:312fbxwk]
[align=justify:312fbxwk]Y si todo esto fuera poco, el aproximamiento de Cimino para la puesta en escena y el trabajo de cámara es épico. Sólo con ver los diez minutos que abren el film, rodados en Oxford en lugar de Harvard, se aprecia un trabajo de dirección de extras (con sus movimientos coreografiados al milímetro), una planificación y una brillantez y precisión en los movimientos de cámara y composiciones de imagen que son verdaderamente asombrosos. Los planos generales son amplísimos y decididamente épicos, el dominio del espacio es sencillamente perfecto y es dificil obtener un mayor partido de los escenarios que el que obtienen el director y su operador, tanto en las escenas intimistas como en las grandes escenas de masas, alcanzando los majestuosos niveles de David Lean junto a Freddie Young [BSC] en “Lawrence de Arabia” (“Lawrence of Arabia”, 1962) o “Doctor Zhivago” (“Doctor Zhivago”, 1965).[/align:312fbxwk]
[align=justify:312fbxwk]En definitiva, una película de injusta fama, que algún día alcanzará su merecido prestigio, cuya puesta en escena y fotografía rozan, si no es que alcanzan, la perfección. Panavision.[/align:312fbxwk]