Tiene buena pinta el melón que abres, voy a probar un poco.
Mi caso. No he sido nunca una persona esperanzada o con ilusión por algo. Bueno, en estos últimos años tenía ilusión por terminar la carrera y obtener el título. En sí el título no vale de mucho, no significa que sea un cerebrito ni nada parecido. Sirve para trabajar de cajero en McDonald's, pero una carrera, el logro creía que era algo que me debía, aunque solo fuera esta, aunque fuera tan vacía... Me lo debía. Me costó entrar. En un primer momento no me daba la nota, pero pillaron por ahí dos años de cambio personal menor, que se unió a que en aquella época habían bajado las notas de corte (fui a selectividad por ir), así que pude entrar en la única carrera que querría hacer. Periodismo. Casí más por curiosidad o por respeto a la profesión que por vocación. No tengo una gran facilidad de palabra. ¿Motivos que me llevaron? Creo que venía de antes, pero durante la Guerra de Irak tuve un momento de admiración por los enviados especiales de Antena 3 y Telecinco. No hace tanto de lo de Couso, para mí parece que fue ayer. Pero la verdad, disfrutaba viendo a Jon Sistiaga contándome la guerra. Desde el terreno.
Objetivamente, su periodismo quizás tenga bastante que criticar, pero me sirve incluso para comparar el telediario donde él participaba con el que vemos hoy en día. La gente no ha cambiado mucho, sí sus hábitos en cuanto al interés, al que se adaptan los telediarios vendiendo paquetes de porquería de todo a 100. Pero da igual, la gente dice que es verdad porque sale en TV. Hace poco pasó con algunos problemas secundarios que podía dar el Omeprazol. Ese medicamento se suele tomar como caramelo, practicamente... ¿Voy a comer paella? Omeprazol. Salió en la TV y todo el mundo fue a pedir consejo al médico, antes el Omeprazol se compraba por kilos.
En fin, me estoy yendo mucho. Hoy, mientras llegaba a casa y pensaba en el anterior post para contestarte, se me ha ocurrido una idea para "forrarme". Es coña, no tengo espíritu aventurero ni sabría como hacerlo, pero te digo que lo que se me ha ocurrido se basa en practicar antiperiodismo. Ese es el nivel. Da igual ocho que ochenta.
Y seguramente, tendría éxito al unir toda la rocambolesca experiencia de los últimos años en un nuevo concepto abyecto. Pero también está el deber de no perpetuar lo que no se hace bien. Lo que genera conciencias acríticas que reenvían el mensaje de que Whatsapp pasará a ser de pago.
Es un entorno complicado, pero claro, estamos en un momento en el que la gente consume medios como palomitas. Evasión total, aunque sea el informativo de máxima audiencia me interesa la persecución en Detroit y las últimas tendencias de Milán, no que un tipo hablando a una cámara desde lo alto del Hotel Palestina me diga como es la guerra en ese país tan lejano. O que me calienten la cabeza sacando punta a lo que ha dicho Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación. Quiero practicar mi santo derecho a no pensar y a que me den todo mascadito.
Ese entorno de cerditos al sillón (hablo más como metáfora de fábula que como insulto), es bastante amplio. Gente que cree que el último paleto que sale en la información deportiva es incluso periodista, gente que no reclama cuando le ponen publicidad en un Telediario, lo ven normal.
Un entorno complicado. ¿Hay solución? Sí. ¿El clima político y sociológico caminan hacia ella? No, se alejan a todo correr. Y ese es el problema, Lerink. El problema es que la marea aleja a la gente de valores como la necesidad de formarse, de educarse, de tener una conciencia crítica y de tener tu propia percepción del mundo. Obviamente, y afortunadamente no siempre es así, y en estos entornos he tenido la fortuna de conocer a gente como tú, formada, con discurso, con bagaje e inteligencia. De la que se puede aprender y lo mejor de todo, con ganas de saber más.
En otros entornos ese mensaje es más complejo, porque ahora estamos en ocasiones en una sociedad que no solo no considera valioso el tesoro de tener un cerebro entrenado, abierto y crítico, sino que se siente orgullosa de su ignorancia.
Si perdemos la fe, malo, pero también hay que ser conscientes de que es una tarea inabordable, porque las fortalezas se nos han escapado en un suspiro.