Hombre, tampoco puedes decir que lo que te contaron tus abuelos militares y franquistas era sin edulcorar... más bien lo contrario. Pero vamos que si no lo ves no hay discusión posible, cada uno se va con su versión a dormir
Ah, que mis abuelos eran militares y franquistas. Por que tu lo dices y/o deduces. Con dos cojones y un palito. Me tienta mandarte a pastar sin más, pero va...
Uno de mis abuelos era militar, si. Chófer de la armada. Le pilló el conflicto en Andalucía y claro... le tocó estarse quieto, calladito, y cumplir órdenes. Mi abuela era trabajadora del campo (recogía naranjas) en Castellón. La pobre no se metía con nadie, pero claro, en el pueblo se empezó a decir que su novio era un militar sublevado (que no, pero ya sabemos como funcionaban estas cosas). Algo se le habría pegado. Hay que hacer limpieza. Todo eso. Una noche, llamó a la puerta de mi familia un chavalín. Un niño. Un jovenzuelo de 20 años escasos que, como era muy normal en esa época, era cura. Bueno, no tenía parroquia como tal, era prácticamente un novicio. Era habitual en la casa de mi familia por que era un cielo de persona. Se desvivía por los mayores del pueblo, y a falta de dar misas, acompañaba a los ancianos y les llevaba comida y cubría sus necesidades básicas. Ese chaval no había hecho nada malo en su vida. Pero esa noche llamó a la puerta asustado para buscar refugio. Vinieron a por el y se lo llevaron. Los simpáticos, amables y dicharacheros republicanos. Y lo fusilaron en la tapia del cementerio, a doscientos metros de allí.
Mi abuela se lo vio venir, y huyó. Se escondió en una alcría (la alcría del pobre Cantabella, al que también fusilaron ese día), en el sótano. Ya habian "limpiado" esa casa y era un lugar razonablemente seguro, pero ella y otras tres compañeras se metieron en el aljibe por que estaban aterradas y no querían que las encontrasen. Allí pasaron más de una semana, con el agua a la altura de la cintura.
Mi abuelo, en Almería creo, se enteró de que mi abuela estaba escondida. Alguien, no se como, le advirtió. Y con sus cojones toreros, robó la ambulancia que conducía y se atravesó media España (y el frente) para ir a por mi abuela. Lo consiguió. Eso si, tuvo que sortear incluso un avión que lo ametralló (sin éxito, afortunadamente). Al volver, como es lógico, le hicieron un consejo de guerra y lo condenaron a muerte. Se libró por que había sido chófer de un almirante y este intercedió por él. Le conmutaron la pena de muerte por el servicio en África, en primera línea, donde también estuvo a punto de morir varias veces. Pero esa es otra historia.
Mi otro abuelo era funcionario en una notaría. También en Castellón. Tras el alzamiento, alguien se chivó de que era de derechas por que quería su puesto. Era mentira, siempre fué socialista. Pero bastó para que lo encerraran en el barco prisión de Valencia, donde pasó toda la contienda y sobrevivió por los pelos.
Mis dos bisabuelos eran campesinos, y más rojos que Carrillo. Uno murió cuando yo era bien pequeño, pero recuerdo que le preguntabas por el pasado, y se echaba a llorar. Como un resorte. El otro, vivió hasta más allá de la centena, y me contaba cosas que me ponían los pelos de punta. De ambos bandos. Él a esas alturas ya no se casaba con nadie. De hecho, murió en su pequeña casa de campo, con su huertecito, aislado del mundo. No quería saber nada de nadie.
Todos ellos, mis abuelos y abuelas, mis dos bisabuelos, de derechas o de izquierdas, coincidían en algo: en que jamás, jamás, jamás, querían que algo tan atroz se repitiese. Y sufriendo lo que sufrieron, siempre nos dijeron que no habían culpables y víctimas. Que todos habían sido culpables. Por permitir que algo así ocurriese. Y que lo único que querían era vivir su vida y dejar el pasado atrás. Conviviendo con quienes los denunciaron, con quienes asesinaron a sus familiares y amigos, con quienes intentaron hundirlos. Tendríamos MUCHO que aprender de ellos. Pero en este puto pais no aprendemos jamás.
Asi que vete a paseo, Tozzi.