Manu1001
Au revoire.
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Respuesta: Ha empezado. Se desbordó el vaso
Ni tanto ni tan calvo. Ni muchos de los empleados que "promovieron" esas preferentes son santos, ni los clientes tan inocentes y castos.
A los empleados, sus jefes les ordenaron promover esos productos. Por que era lo que tocaba. Y como es lógico, si tu jefe te dice que hagas algo... lo haces. No perdamos la perspectiva, en la época en que se firmaron, no eran TAN mal producto. Todos los bancos ganaban pasta, llevaban ganándola (o eso declaraban) durante lustros, y las preferentes, mientras el beneficio existía, DABAN DINERO. Es lo mismo que las hipotecas. Te vendían la moto de que era un buen producto... por que lo era.
Luego ya habrá quien entró en profundidades. Y se planteó que pasaría a largo plazo, y no las recomendaba con tanta alegría. Y también habrá una minoría que las recomendaron a mala fe, a sabiendas de que iban a joderte la existencia. Pero estos casi siempre eran altos cargos, no el currito que tienes en atención al cliente, que no tiene por que dudar de lo que le digan de arriba.
Volvemos al ejemplo de las hipotecas. Yo he tratado con varios directores de oficina en ese tema. Y me he encontrado desde los que me animaban encarecidamente a firmar, hasta uno que casi se negaba en redondo "por que esto de los créditos hipotecarios va a terminar muy mal". En plena burbuja. ¿Cuál de ellos tenía buena y cuál mala intención? Sinceramente, yo creo que mala... ninguno de los dos. SImplemente, les explotó todo en la cara, cuando nadie se imaginaba que eso fuera a ocurrir. No se me pasa por la imaginación ir a mi oficina y apuñalar al que me convenció de firmar, pese a que me ha arruinado la vida. Por que no creo que lo hiciera a mala fe. De hecho, mantengo buena relación.
Luego está el tema de los "pobre clientes". Que también los hay. Pero una MAYORÍA de los que compraron preferentes, lo hicieron con los ojos como platos, atraidos por la promesa de intereses por encima del mercado. Tenías un plazo fijo que te daba un uno por ciento, y un producto milagroso que te daba el cinco. ¡Cinco! Coño, ¿dónde firmo? Ahora es muy fácil para todos, a toro pasado, rasgarse las vestiduras y poner cara de estafado. Pero pocos se preocuparon de leer lo que firmaban. Y vuelvo a las hipotecas una vez más. Yo no me leí la escritura. Lo reconozco. Mea culpa. Más que del que la redactó con cincuenta páginas a doble cara y me dió cinco minutos para firmar por que "el notario tiene prisa". Más que al notario que no me la leyó de arriba abajo como era su obligación. La culpa fue MIA.
Así que no juzguemos con tanta ligereza ni tanta facilidad. Que a veces parece que los banqueros les hubieran puesto una pistola en el pecho a los "preferenciados", que a la sazón eran todos unos analfabetos con pasta que firmaban con una cruz. Por favor...
Y ya pasar de ahí, a "entender" que un (presunto) asesino descerebrado saque un cuchillo y mate a otra persona... es ya pasarse veinte pueblos de la raya.
Manu1oo1
Ni tanto ni tan calvo. Ni muchos de los empleados que "promovieron" esas preferentes son santos, ni los clientes tan inocentes y castos.
A los empleados, sus jefes les ordenaron promover esos productos. Por que era lo que tocaba. Y como es lógico, si tu jefe te dice que hagas algo... lo haces. No perdamos la perspectiva, en la época en que se firmaron, no eran TAN mal producto. Todos los bancos ganaban pasta, llevaban ganándola (o eso declaraban) durante lustros, y las preferentes, mientras el beneficio existía, DABAN DINERO. Es lo mismo que las hipotecas. Te vendían la moto de que era un buen producto... por que lo era.
Luego ya habrá quien entró en profundidades. Y se planteó que pasaría a largo plazo, y no las recomendaba con tanta alegría. Y también habrá una minoría que las recomendaron a mala fe, a sabiendas de que iban a joderte la existencia. Pero estos casi siempre eran altos cargos, no el currito que tienes en atención al cliente, que no tiene por que dudar de lo que le digan de arriba.
Volvemos al ejemplo de las hipotecas. Yo he tratado con varios directores de oficina en ese tema. Y me he encontrado desde los que me animaban encarecidamente a firmar, hasta uno que casi se negaba en redondo "por que esto de los créditos hipotecarios va a terminar muy mal". En plena burbuja. ¿Cuál de ellos tenía buena y cuál mala intención? Sinceramente, yo creo que mala... ninguno de los dos. SImplemente, les explotó todo en la cara, cuando nadie se imaginaba que eso fuera a ocurrir. No se me pasa por la imaginación ir a mi oficina y apuñalar al que me convenció de firmar, pese a que me ha arruinado la vida. Por que no creo que lo hiciera a mala fe. De hecho, mantengo buena relación.
Luego está el tema de los "pobre clientes". Que también los hay. Pero una MAYORÍA de los que compraron preferentes, lo hicieron con los ojos como platos, atraidos por la promesa de intereses por encima del mercado. Tenías un plazo fijo que te daba un uno por ciento, y un producto milagroso que te daba el cinco. ¡Cinco! Coño, ¿dónde firmo? Ahora es muy fácil para todos, a toro pasado, rasgarse las vestiduras y poner cara de estafado. Pero pocos se preocuparon de leer lo que firmaban. Y vuelvo a las hipotecas una vez más. Yo no me leí la escritura. Lo reconozco. Mea culpa. Más que del que la redactó con cincuenta páginas a doble cara y me dió cinco minutos para firmar por que "el notario tiene prisa". Más que al notario que no me la leyó de arriba abajo como era su obligación. La culpa fue MIA.
Así que no juzguemos con tanta ligereza ni tanta facilidad. Que a veces parece que los banqueros les hubieran puesto una pistola en el pecho a los "preferenciados", que a la sazón eran todos unos analfabetos con pasta que firmaban con una cruz. Por favor...
Y ya pasar de ahí, a "entender" que un (presunto) asesino descerebrado saque un cuchillo y mate a otra persona... es ya pasarse veinte pueblos de la raya.
Manu1oo1
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