Respuesta: Ha empezado. Se desbordó el vaso
Cuidado con lo que se desea...porque se puede cumplir; y hay cosas que parecen deliciosas sobre el plato y luego producen diarrea, cólicos e incluso algo peor; dicho esto a ver si consigo enfriar un poco los ánimos.
En realidad vivimos (como muchos otros países occidentales) en un régimen mixto aristotélico (que mezcla monarquía, aristocracia y democracia) algo que no es malo, siempre que exista movilidad en las altas esferas e igualdad de oportunidades para acceder a ellas...con un sistema que procure que esas élites estén conformadas siempre por los más preparados y capaces, tanto moral como intelectualmente (algo que aquí no ocurre y que es uno de los problemas principales que nos han llevado a esta situación). Los cambios necesarios para mejorar el sistema no se alcanzan con democracias asamblearias que no llevan a ningún lado y que están completamente fuera de la realidad. Eso de democracia real (ya) frente a la democracia llena de problemas en la que vivimos (que no puede ser democracia extrema porque es absolutamente inviable) ya lo decían muchos a comienzos del siglo pasado y pasó lo que pasó (todos estaban convencidos de que lo que hacían era lo más razonable y justo del mundo). Se necesitan muchísimos cambios y mejoras en el sistema, pero estos han de ser prudentes, paulatinos y con cabeza (a nadie se le ocurre intentar resolver derivadas e integrales si no sabes ni sumar).
De este peligroso caldo de cultivo mezcla de desencanto vital, laxitud moral y crisis económica, ya están empezando a emerger (y a desarrollarse con rapidez) las etapas que llevan a la revolución "con sangre" que describe Eric Hoffer en The True Believer. No digo que se vaya a llegar hasta el final (ni mucho menos), pero el peligro está ahí:
1º Demagogos, intelectuales y creadores de opinión desacreditan el sistema existente dando el pistoletazo de salida (y confundiendo el árbol con el bosque).
2º Surgen movimientos sociales ilusionados con cambiar ese sistema a corto plazo (y urgentemente) usando las acciones (legales o no) que estén a su alcance.
3º Posteriormente el liderazgo de esos movimientos pasa a otra clase de personajes, menos buenistas que los de la fase 1, más activos y fanáticos.
4º Progresiva radicalización y giro hacia la violencia que, si triunfa, lleva a una última fase donde asumen el poder tipos más pragmáticos (aún por conocer) para los cuales ese cambio que nos va a llevar a todos a una arcadia feliz no se puede conseguir a corto plazo (lo sentimos muchachos); tiene que ser a largo (tan largo que no llega nunca, claro está).
Y es que los movimientos revolucionarios y salvapatrias que dicen luchar por la libertad fomentan esa ilusión (espejismo) de que, el que se adhiera a ellos, se sentirá libre... pero la verdad es que nunca lo será (es sólo la ingenua ilusión con la que unos cuantos aprovechados juegan para aposentar sus culos donde quieren).
Cuidado con lo que se desea...porque se puede cumplir; y hay cosas que parecen deliciosas sobre el plato y luego producen diarrea, cólicos e incluso algo peor; dicho esto a ver si consigo enfriar un poco los ánimos.
Vivimos en una dictadura encubierta, y me encantaría que las dictaduras pudieran romperse con manifestaciones pacíficas, y formando nuevos partidos democráticos, pero la realidad no es esa, a poco que echéis un vistazo a como terminaron la mayoría de dictaduras históricas.
En realidad vivimos (como muchos otros países occidentales) en un régimen mixto aristotélico (que mezcla monarquía, aristocracia y democracia) algo que no es malo, siempre que exista movilidad en las altas esferas e igualdad de oportunidades para acceder a ellas...con un sistema que procure que esas élites estén conformadas siempre por los más preparados y capaces, tanto moral como intelectualmente (algo que aquí no ocurre y que es uno de los problemas principales que nos han llevado a esta situación). Los cambios necesarios para mejorar el sistema no se alcanzan con democracias asamblearias que no llevan a ningún lado y que están completamente fuera de la realidad. Eso de democracia real (ya) frente a la democracia llena de problemas en la que vivimos (que no puede ser democracia extrema porque es absolutamente inviable) ya lo decían muchos a comienzos del siglo pasado y pasó lo que pasó (todos estaban convencidos de que lo que hacían era lo más razonable y justo del mundo). Se necesitan muchísimos cambios y mejoras en el sistema, pero estos han de ser prudentes, paulatinos y con cabeza (a nadie se le ocurre intentar resolver derivadas e integrales si no sabes ni sumar).
De este peligroso caldo de cultivo mezcla de desencanto vital, laxitud moral y crisis económica, ya están empezando a emerger (y a desarrollarse con rapidez) las etapas que llevan a la revolución "con sangre" que describe Eric Hoffer en The True Believer. No digo que se vaya a llegar hasta el final (ni mucho menos), pero el peligro está ahí:
1º Demagogos, intelectuales y creadores de opinión desacreditan el sistema existente dando el pistoletazo de salida (y confundiendo el árbol con el bosque).
2º Surgen movimientos sociales ilusionados con cambiar ese sistema a corto plazo (y urgentemente) usando las acciones (legales o no) que estén a su alcance.
3º Posteriormente el liderazgo de esos movimientos pasa a otra clase de personajes, menos buenistas que los de la fase 1, más activos y fanáticos.
4º Progresiva radicalización y giro hacia la violencia que, si triunfa, lleva a una última fase donde asumen el poder tipos más pragmáticos (aún por conocer) para los cuales ese cambio que nos va a llevar a todos a una arcadia feliz no se puede conseguir a corto plazo (lo sentimos muchachos); tiene que ser a largo (tan largo que no llega nunca, claro está).
Y es que los movimientos revolucionarios y salvapatrias que dicen luchar por la libertad fomentan esa ilusión (espejismo) de que, el que se adhiera a ellos, se sentirá libre... pero la verdad es que nunca lo será (es sólo la ingenua ilusión con la que unos cuantos aprovechados juegan para aposentar sus culos donde quieren).
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