Respuesta: Iron Man 3
- con spoilers -
Mucho fallo y pocas diversiones
Que la Marvel está tomando forma en esta nueva época que nos toca vivir no es nada nuevo y a las pruebas me remito. Ya desde el puzzle a base de pequeñas píldoras soltadas entre todas las entregas representadas por los más conocidos o destacados superhéroes en los títulos de crédito finales para llegar al final en forma de "Los Vengadores" y darle un conjunto homogéneo se dejó constancia que el mundo del comic iba a ser un punto y aparte de todo lo que habíamos estado viendo hasta ahora y los productores se pusieron las pilas para darle un cariz más distendido, mucho más magno en cuanto a epicidad se refiere y sobretodo más profundo, meditativo e incluso apesadumbrado según el personaje a tratar. Pero claro, eso no significa automáticamente que funcione sí o sí o que vaya a ser acertado al 100%.
Después del tropezón descomunal que fue la segunda entrega de esta trilogía (en parte por haber querido darle demasiada profundidad y descargarla de acción constante) la batuta de dirección la pasaron a Shane Black. La premisa publicitada parecía pintar algo mucho más serio, más épico, más trágico y a la vez más extremo. Incluso parecía partir con un villano mucho más terrorífico y más cercano a la realidad (terrorismo puesto al día). Pero llega el momento de la verdad y todo el espectáculo se desmorona cual castillo de naipes ante ventilador furioso. Porque hay una manía para mi gusto que ya se está convirtiendo en costumbre, claro que según el personaje el tono es mayor o menor o con una intensidad más o menos profunda. Y es querer darle matices dramáticos a la vida o rutina del superhéroe.
Entiendo que se toma como una especie de evolución narrativa, darle un entramado más humano pero el querer darle problemas emocionales, sintomáticos, maritales o psicológicos que hacen que su poder, su control se vea mermado ya sea por depresión perenne, por falta de autoestima, ansiedad, dudas existenciales que convierten al protagonista en una presa fácil de sus miedos internos. Y a Tony Stark le atrapan problemas que van y vienen sin tener razón consistente de existir (aunque los guionistas pretendan hacerlo creer) que lo único que consiguen es mermar la atención o hacer sufrir el tono de la película. Pero ahí no radica el problema que encuentro en esta nueva entrega. El mayor problema para mi gusto es que no acontece nada, no hay nada que sea interesante de ver más allá de los clásicos efectos especiales que hacen funcionar todo el apartado visual. Pero la película va a trancas, no consigue mantener el interés, no consigue hacer funcionar el conjunto de mini historias.
Para empezar un fallo más que patente es querer darle mayor protagonismo o darle importancia a personajes secundarios que poco o nada aportan como Jon Favreau. Si encima le añadimos esa comedia chirriante que lastra muchísimo el ritmo conseguimos que su aparición sea, desde el primer instante, un lastre considerable. Luego colamos la guerra de sexos entre Pepper y Stark, pero así como hay gente que tiene mano para saber tratarlo o saber exponerlo Black no la tiene y todo se convierte en puro artificio, puro calzador, pura nulidad notando que ahí falla algo, que no hay tanto interés, aparte de que todo está explicado sin mucho acierto (sucumbiendo a momentos dignos de cualquier matrimoniadas en casa de lujo).
Cierto es, no voy a negarlo, que una película debe tener aportes nuevo o pretender darle un paso más. Sino acabarían siendo las mismas historias una y otra vez como sucede en algunas sagas pero lo que espero es que esos añadidos, esas nuevas aportaciones logren ser algo ingenioso, algo que logre hacer fluir sin tropiezo alguno una trama sencilla pero no puedo aplaudir ni levantar mi pulgar por el cúmulo de situaciones que poco o nada ayudan o aportan. Aparte de lo ya citado anteriormente no puedo pasar por alto la subtrama del niño huérfano como si Tony Stark tuviese que dar el paso evolutivo y bajar de su pedestal de chulería innata (la cual es un deleite si se sabe apreciar como tal) y necesitara sentir en sus propias carnes la protección de un menor en primera persona. Añadiéndole además ese carácter al infante de saber de todo y científico para más desatino. Una especie de voz interior que Stark necesitará en los momentos más concretos para que no acabe de desmoronarse o provoque en él un estado de irritación para dar pie a esa crisis nerviosa que en sí no es necesario ni para el personaje ni para la historia.
Si por algo (medio) funciona es por, precisamente, sus escasas escenas de acción que es lo único que sustenta y medio se soporta esta entrega. Incluso por algún apunte visual bastante interesante como ese Tony Stark arrastrando el traje a modo de carga. Pero no son suficientes, están completamente dispersadas, como si se hubiesen olvidado de que esto es Iron man y es obligatoriamente necesario rellenar hueco con un guión torpe, aburrido, carente de estímulo y sobretodo permisivo con todo lo habido y por haber. No voy a negar que la cortina de humo referente al Mandarín es lo más acertado, consiguiendo Kingsley que su rol, pasado de vueltas y mucho más ácido y acertado de lo que nadie pudiese imaginar resulte cómico y sorpresivo pero que el villano en cuestión se acabe convirtiendo en una especie de Terminator con ADN del hombre antorcha y sus esbirros, secuaces sin presencia, sin tensión y sobretodo sin credibilidad hacen que los enemigos a derrotar sean meras piezas de un puzzle de dos piezas: sin inventiva y sin acierto.
Está claro que sería injusto admitir que ver la novedosa transformación mecánica de un Iron Man por secciones es muy divertido, que la destrucción de la morada de Tony Stark fase a fase es puro deleite y que toda la parte final, con la colección de trajes a medida confeccionada al servicio de un fuego de artificio logrado, logran su objetivo que es hacer disfrutar esta palomita con fecha de caducidad pero cuando todo parecía ir bien, que podía tener un final apoteósico prefieren estirar un chicle ya de por sí desgastado con la supuesta (pero no acertada) sorpresa final de una Pepper convertida en heroína anabolizada que se convierte en el adalid de una nueva clase de engendros sin voz ni voto pero que los guionistas tuvieron a bien creer que aquello iba a funcionar sí o sí, al igual que dotar de cierta inmortalidad absurda al villano de la función, como si su presencia lo fuese todo. Y como suele suceder con las trilogías, cerramos episodio con el ojo puesto en el reboot o el reinicio de franquicia. Mucho ruido y pocas nueces. En eso se resume todo. Porque esto es de todo menos Iron Man, o no el Iron Man que tanto esperaba como broche de oro apoteósico para la trilogía.