Carles Puigdemont: Me armé de valor (sic) y, sinceramente, pienso que huir en aquel maletero fue la mejor opción para mí. Mis compañeros no tendrán esa oportunidad.
Sin profundizar mucho:
Me armé de valor. Inenarrable.
Me armé de valor. Además de cobarde, un cínico de mierda. ¿Realmente considera a los independentistas tan imbéciles como para creérselo?
...
pienso que huir en aquel maletero fue la mejor opción para mí. Por supuesto; dada su cobardía, era una solución que mejoraba la de Dencàs en 1934. Por poco, eso sí.
Mis compañeros no tendrán esa oportunidad. Tus compañeros tienen una idea distinta del compañerismo. Y no disimules: ellos
también tuvieron esa oportunidad, pero decidieron respetarse a sí mismos y quedarse. Lo que piensan de ti y de tu lacayo queda reflejado en la fotografía que ha subido Seaker.
Puigdemont ha debido estudiar en profundidad la novela
1984 de Orwell durante estas vacaciones pagadas en Waterloo. Pero no cuela: al pan, pan, y al vino, vino. El
auto del juez Rafael Lasala le puso en su lugar:
... considera fuera de lugar que Puigdemont considere
una amenaza real la pantomima que grabaron esos dos jóvenes de forma espontánea y privada, aunque la imagen corriera luego por las redes sociales
. De paso, en su auto, el juez recuerda a Puigdemont que es un fugado, que se fue escondido en el maletero de un coche tras haber liderado una revuelta independentista por la que está incurso en una causa por rebelión, y le reprocha
una actitud cobarde y traidora con sus propios compañeros de golpe.
El magistrado evidencia que Puigdemont, con su fuga, hizo que la pretendida
hazaña heroica de la revuelta independentista se tornara en realidad en una
conducta desprovista de arrojo y en la antítesis de
la dignidad y la gallardía que (Puigdemont) pedía a los ciudadanos cuyo apoyo reclamaba.
Fue, concluye este juez de Zaragoza, una
felonía con los suyos.
«Tras un proceso iniciado con constantes alusiones a la épica, a la gesta, a la dignidad, a la unión de todos los independentistas frente a un supuesto adversario construido con continuas y serias distorsiones históricas, culturales y sociales», Puigdemont
«se convirtió en prófugo, dejando con su acción a sus más directos colaboradores en las puertas de la cárcel». Y todo eso –afirma- tras manosear la ley y las instituciones públicas,
convertido el ‘Parlament’ en una mercería durante aquellas semanas de golpe secesionista.