Recién jubilado –por obligación– después de casi dos décadas dedicado a la responsabilidad jurídica en el Banco Central Europeo,
Antonio Sáinz de Vicuña es desde el jueves pasado consejero independiente y miembro de la Comisión Ejecutiva de
Caixabank, en momentos en los que su criterio es esencial.
Ha vivido toda la crisis desde Fráncfort y ahora espera contemplar desde España la recuperación, lejos de los tiempos en los que se temió un rescate al país. «El peor momento –recuerda–
fue el mes de agosto de 2011 cuando se envió la famosa carta a España e Italia en la que se decidió que debían tomar medidas para que el BCE pudiera intervenir».
–Si Cataluña fuera independiente, se quedaría automáticamente fuera del eurosistema. ¿Cree que son conscientes en el gobierno catalán?
–Si están fuera de la UE, están fuera del euro, podrían usarlo, pero sin acceder a la financiación del BCE ni a los fondos de rescate. Creo que sí son conscientes de ello, pero no les interesa resaltarlo porque todo lo dejan pendiente de si hay acuerdos con el Gobierno central. Pero incluso en esos hipotéticos acuerdos no podrían evitar que el BCE –que se rige por el Tratado– limite sus operaciones de liquidez a los bancos de los países del euro.
–Eso significa que en cuanto se acabase la liquidez en los bancos…
–…que sería pronto, porque habría una fuga de capitales espectacular, tendrían que instalar un corralito que va en contra de las normas de la UE. Si lo hicieran incurrirían en responsabilidades patrimoniales enormes.
–Podrían crear una moneda.
–Pero ¿quién pondría sus ahorros en esa moneda que habría que devaluar? Lo que deben hacer en Cataluña es un ejercicio de responsabilidad y transparencia,
mostrar los problemas que una hipotética independencia conlleva, evaluarlos, y actuar en consecuencia para no entorpecer la salida de la crisis con incertidumbres innecesarias.
–¿Cuándo se vio que salíamos de la crisis?
–El anuncio de la intervención del BCE en favor de España e Italia por parte de Jean-Claude Trichet y después
la frase de Mario Draghi en Londres anunciando que haría todo lo necesario «y créanme que será suficiente para salvar el euro».
–Entonces dijo que lo haría «dentro del mandato» del BCE y todavía los tribunales alemanes lo discuten
–Eso se analizó con todo detalle y salvo la voz discrepante de nuestro colega del Bundesbank, todos estuvimos de acuerdo en que el Estatuto del BCE nos autorizaba a comprar y vender bonos en el mercado secundario. El mandato no se ha vulnerado. Otra cosa es que haya un «lobby» que maneja mucha opinión pública en Alemania que intenta convencerles de lo contrario.
–¿Cómo vivió el debate a favor o en contra de la austeridad?
–Creo que esa idea de tener un
Plan Marshall europeo habría sido muy buena, pero la opinión pública alemana no estaba dispuesta a arriesgar más dinero en países que no habían hecho reformas. Al final tenemos los contratos de competitividad, que es algo que va en esa línea, pero que no podrá llegar a ser nunca lo que fue históricamente el Plan Marshall. El BCE no podía hacer esa política monetaria expansiva, pero sí lo podrían haber hecho los gobiernos o el
Banco Europeo de Inversiones, que es el mayor del mundo de sus características.
–Después de lo que pasó en 2011, los test de estrés que se harán este año en toda Europa no pueden volver a ser un aprobado general. ¿Dónde cree que pueden aparecer los problemas?
–En el caso de España, como ya se ha hecho el «striptease» total para pedir la ayuda europea,
«top-down y bottom-up», creo que no habrá grandes sorpresas. Pueden venir si empeora la tasa de morosidad, lo que puede significar un punto o punto y medio para algunas entidades, pero no creo que pueda ser nada dramático. En el resto de Europa podría haber alguna sorpresa, según cómo se haga, porque hay países cuyos bancos tienen mucha deuda soberana y dependerá de cómo se computen determinados riesgos en escenarios negativos. En Alemania se supone que se tendrá en cuenta la cartera de bonos griegos e italianos. Pero la economía alemana va bien, mientras que la de Francia, no tanto.
–¿La crisis habría sido más leve con una unión bancaria?
–Con la desvinculación entre los problemas de la banca y de la deuda soberana habría habido otros mecanismos de prevención y de rescate.
Seguramente también habría ayudado que Grecia no debió haber sido admitida en el euro por su elevada deuda.
–Con su salida del BCE España se ha quedado con una escasa representación. ¿Cómo se puede arreglar?
–Ahora mismo, falta saber quién ocupará los cuatro puestos en el
Consejo de Supervisión y espero que España tenga uno de ellos. En política monetaria puede decirse que la ausencia de algún español con un puesto de alta responsabilidad en la Dirección General de Economía, que es la que cuenta, nos ha perjudicado mucho.