La “V”: otra vez nos engañan con los números.
El nacionalismo no se atreve a decir la verdad.
Jordi Pujol, el
Gran Evasor y el estratega del separatismo, decía en sus últimas conferencias que
la clave del “prusés” eran las cifras y la visibilidad: sin mucha gente que se hiciera notar en la calle, la ruptura de España fracasaría. Las cifras son clave para justificar la tensión social, dotar de apariencia mayoritaria al
“prusés” y conseguir que los catalanes libres de nacionalismo se sientan una minoría fuera de lugar. La visibilidad es clave para lograr notoriedad internacional e incomodar a los catalanes que no profesan el nacionalismo, obligados a soportar la batasunización ambiental de sus pueblos.
En las portadas del diario subvencionado
Segre del 12 de septiembre vemos recogida -miren el recuadro inferior izquierdo- la
cifra oficial que da el nacionalismo sobre los asistentes a las 3 últimas manifestaciones de la Diada: 1’5, 1’6 y 1’8 millones. Es decir: cantidad millonaria y progresión ascendente. Es el relato nacionalista.
Pero
ni las cifras son millonarias ni son ascendentes. Hemos explicado aquí cómo,
a pesar de que los Mossos le aseguraron que en la Cadena Catalana de 2013 no hubo más de 800.000 personas,
Masdecidió hablar de 2 millones. Después la
Rahola subiría a 2,4 millones. La ANC, temiendo perder credibilidad, no se atrevió a ir más allá de 1,6 millones. La realidad es que
los manifestantes de 2013 no superaron los 800.000; así
lo dijo el colectivo nacionalista Contrastant, y
lo confirmó el catedrático de estadística Josep M. Oller después de coordinar un equipo que contó los participantes reales mediante la
gigafoto.
Ahora la ANC habla de 1,8 millones. Pero nadie se lo cree.
Salvador Sostres dice en
El Mundo que
hubo “entre medio millón largo y 800.000 manifestantes”. Al socialista
Xavier Marín le sale lo mismo
en sus interesantes cálculos matemáticos. Está claro que en el pasado 11-S, a pesar de celebrarse el
Tricentenari, a pesar de la cobertura monotemática en prensa, radio y TV subvencionada, a pesar de la martingala de los políticos durante los 3 últimos años,
acudió mucha menos gente que el año pasado.Cualquiera que pasee por Cataluña podrá ver que hay menos banderas cubanas en los balcones. Cualquiera que hable con catalanes verá los efectos que el
pujolgate ha tenido en el debilitado argumentario nacionalista. Cualquiera podrá notar la fatiga del
“prusés” en los catalanes que se levantan cada para trabajar, y tratan de mantenerse lo más lejos posible de las agitaciones políticas.
En resumen: la cosa va a menos.
Mucha gente, pero mucha menos que el año pasado, y menos del 10% de los catalanes. Una
minoría dirigente fuertemente ideologizada, rodeada por una minoría mayor de catalanes todavía afectados por TV3,
volemvotar,
espanyansroba, ensvolenaixafar y la milonga de Catadisney.
Es de esperar que la cifra se vaya reduciendo todavía más cuando los dirigentes del
“prusés” pasen a las vías de hecho.
Si Rajoy sabe leer bien la situación, se mantiene firme en la defensa de la ley y empieza a facilitar de verdad la vida de los catalanes que desean vivir libres de nacionalismo, es probable que la Diada de 2014 haya sido la última unitaria y multitudinaria. Esperemos también que no sea la última pacífica.