Los empresarios descartan implicarse en el proceso soberanista y piden diálogo.
‘Tranquilidad y estabilidad’. Esos son los dos ingredientes que los empresarios ven indispensables para que funcione la fórmula política de turno y ellos sigan dedicándose a lo suyo, que es generar riqueza y empleo. Y eso es justamente lo que el presidente de la CEOE, Joan Rosell, y el presidente de Fomento del Trabajo, Joaquim Gay de Montellà, han pedido este lunes para Cataluña. La patronal se ofrece incluso para ayudar al diálogo entre los gobiernos catalán y central pero descarta totalmente implicarse en el proceso soberanista tal y como ha reclamado Artur Mas al tejido empresarial de su comunidad. Fue el viernes pasado cuando Mas pidió a representantes de las principales empresas familiares catalanas su apoyo en el triple objetivo actual de Cataluña: "Levantar una economía perjudicada, asegurar la cohesión social -con las políticas adecuadas del Estado del Bienestar- y conducir un proceso político impulsado por una gran mayoría de gente que tiene una gran complejidad". Pero el llamamiento ha tenido un éxito más bien escaso. Los empresarios se han mostrado más sensibles al que les llega desde el Palacio de la Moncloa para ‘mojarse’ en contra del órdago soberanista del ‘president’.
En declaraciones conjuntas a la prensa antes de participar en un acto a puerta cerrada en Fomento del Trabajo, el presidente de la patronal catalana, Joaquim Gay de Montellà, ha pronunciado la fórmula mágica al pedir diálogo y estabilidad para que el empresariado pueda cumplir con la función que le es consustancial: generar riqueza y empleo. No es la primera vez que la patronal catalana hace un pronunciamiento rotundo contra la vía independentista en la que se ha embarcado Artur Mas. Grandes empresarios catalanes como Javier Godó, presidente del Grupo Godó, Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España y José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, se han situado claramente en contra del órdago soberanista.
Malet, de hecho, mostró a principios de mes su extrañeza por el hecho de que no se produzca un mayor grado de debate interno en Cataluña respecto al soberanismo y no se cuestionen abiertamente los posibles riesgos que comportaría una eventual independencia de Cataluña. Hablaba entonces en una entrevista radiofónica pero no era la primera vez que expresaba su preocupación por el punto al que se ha llegado. También han sido frecuentes los pronunciamientos del presidente de Planeta, José Manuel Lara, que ya hace más de un año que anunció que si Cataluña se independiza su Grupo se tendrá que ir a otro lado. En octubre pasado volvió a arremeter contra el proceso soberanista en el almuerzo previo al acto de entrega del Premio Planeta. “Tengo la información suficiente para saber que la independencia es imposible y lo saben todos”, dijo y aseguró que “se solucione como se solucione, Cataluña saldrá mal. Pase lo que pase nadie nos ahorrará la fractura de la sociedad civil catalana”.
No ocurre lo mismo con el Círculo de Negocios catalán, que agrupa a alrededor de 1.500 pymescatalanas y que ha hecho todo lo posible para evitar lo que tacha de ‘presiones’ de Fomento del Trabajo con el fin de hacer retroceder la soberanía catalana”. El viernes, fue sin embargo Artur Mas quien aprovechó la presentación del libro del periodista y profesor Francesc Canosa Capitanes de industria (Mobilbooks), que recoge la experiencia de 50 empresas emblemáticas de familias catalanas nacidas en los siglos XIX y XX, para lanzar su propio mensaje: “Ni el mundo de la economía ha de pasar de la política ni el mundo de la política debe pasar del de la economía”, dijo ante empresarios como Josep Lluís Bonet (Freixenet y Fira de Barcelona), Jordi Mercader (Miquel y Costas), Víctor
Grifols (Grifols) y Josep Maria Pujol (Ficosa).
Y Joan Rosell, presidente de la CEOE, ha dejado bien claro que no está en absoluto de acuerdo. A su juicio, no es labor del sector empresarial involucrarse en cuestiones políticas. No obstante, ha añadido que los empresarios sí están dispuestos a ayudar para que haya la máxima información, y ha incidido en que la economía necesita “estabilidad política” para salir adelante y dejar atrás la crisis, para lo cual todavía queda mucho camino. Ha subrayado que la situación política es compleja y que Catalunya tiene un problema económico, social y político agudizado en los últimos años –con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut como detonante, apunta–, y que las administraciones deben encarar con diálogo: “Hay que afrontarlo, no dejarlo así para siempre”.
“Rajoy y Mas, cada uno a su manera, buscan soluciones”
En este punto, ha avalado las informaciones que apuntan a una intensa actividad tanto de Moncloa como de la Generalitat para buscar una salida. Rosell considera que tanto el presidente del Gobierno central,
Mariano Rajoy, como el de la Generalitat “a su manera están buscando vías para afrontar el problema”, pero ha hecho hincapié en que se debe hablar todo lo que haga falta para solucionarlo, poniendo sobre la mesa todos los argumentos y analizando todas las posibilidades. Ha negado división interna en la CEOE respecto al debate soberanista catalán, ha constatado simplemente diversidad de opiniones, y ha insistido en que no es labor de los empresarios entrar en pactos políticos: “Queremos tener tranquilidad, queremos estabilidad política; ya tenemos suficiente trabajo en el día a día para que las empresas se vayan recuperando”.
En la misma línea se ha expresado Joaquim Gay de Montellà, que, como en ocasiones anteriores, ha pedido diálogo y negociación política, y ha aseverado que la función de los empresarios es económica: “Nuestro camino es el económico y social”, negociando con los sindicatos las cuestiones laborales a través de figuras como la renovación que se debe hacer este año del acuerdo interprofesional de Catalunya.
Respecto a la actuación de los políticos, ha expuesto: “Pedimos estabilidad para que no haya incertidumbres y que todo el mundo se sienta cómodo”, y también ha repasado reivindicaciones empresariales para Catalunya como proyectos pendientes en infraestructuras y una fiscalidad más adecuada para el crecimiento económico y la lucha contra la economía sumergida.