Azaris
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Bokeron, el otro dia estuve hablando con un par de directivos de AEHCOS (Asociacion de Empresarios de Hosteleria de la Costa del Sol) y un poco mas y se me ponen a llorar a moco tendido. Ven el asunto muy mal. Para empezar las cifras de junio han sido pesimas, pero es que en Julio la cosa no tiene ninguna pinta de remontar. Si manejan mejores previsiones para Agosto (pero porque como dicen ellos, 'agosto es agosto'). Encima de eso tienen que lidiar con la restriccion del credito, las malas previsiones economicas que restringen el consumo y esta bajando los viajes y las pernoctaciones, unos ayuntamientos que quieren subirles los impuestos y resto de tributos y tasas y la inflacion en alimentos y resto de materias primas. Y son conscientes (dicen) de que la solucion ya no puede pasar por subir los precios (que dicen, no es tanto como la gente piensa...ja!). En fin, que creen que esto o cambia mucho o se avecina una reestructuracion del copon porque hay demasiada oferta para la demanda existente.
Eramos pocos...
Eramos pocos...
65 horas - I
Lunes, 16 de Junio - Santiago Niño Becerra
¡Joder el revuelo que está levantando el tema de las 65 horas semanales!, ya saben: la propuesta, ya aprobada, presentada por Eslovenia, apoyada, de entrada, por The UK y bendecida, después, por Francia. En los días que han transcurrido desde que la noticia se hizo pública he recibido tropecientos mails preguntándome sobre el tema. Digo, de entrada, lo que opino: encuentro muy lógica la propuesta.
Viajemos a los inicios del Sistema Capitalista. En 1799 y en 1800, en Inglaterra, fueron aprobadas un conjunto de leyes de importancia capital en los años posteriores, ese conjunto de normas fue bautizado como The Combination Act. En esencia, lo que decía esa ley es que el asociacionismo obrero orientado a la defensa de los intereses de la clase trabajadora, quedaba prohibido y que las actividades cuya finalidad fuese por la ley prohibido, serían perseguidas legalmente; en la práctica lo que ello significó fue la prohibición del sindicalismo obrero durante muchos años y la cárcel y/o la deportación a Australia de quienes intentaban reivindicar cosas.
Podría sorprender que el país que inventó la Ilustración generase una norma tan coercitiva como The Combination Act, pero debe profundizarse en la filosofía que movió a los legisladores. La libertad individual era, sin parangón, el bien más preciado que una persona podía tener, por lo que cualquier fuerza que la limitara debía ser perseguida. El liberalismo y el individualismo, sin freno ni control alguno, se convirtieron en los motores del desarrollo capitalista de la primera mitad del siglo XIX, pero la libertad, se decía, existía en los dos lados.
Un burgués, en virtud de la libertad que debía inundar todos los órdenes de la vida, podía ofrecer salarios de miseria a sus trabajadoras y trabajadores, obligar a trabajar a niños y adultos catorce horas diarias en atmósferas malsanas, pero las trabajadoras y los trabajadores eran libres para no aceptar tales condiciones e ir a otra compañía a ofrecer su trabajo (que en todas las empresas sucediera lo mismo era otro tema), por tanto, las asociaciones obreras lo único que hacían, con sus reivindicaciones, era sesgar los libres acuerdos a los que burguesía y factor trabajo pudieran llegar; evidentemente, el Estado únicamente debía velar porque esa libertad quedase garantizada, por ejemplo, persiguiendo a asociaciones obreras ilegales que entorpeciesen los libre acuerdos individuales.
Esa ley, y otras semejantes nacieron por necesidad y en un momento muy concreto de la historia: nacieron cuando el Sistema Capitalista estaba surgiendo de las cenizas del Mercantilismo, y en un momento en el que lo que necesitaba el sistema naciente era acumular capital al precio que fuese y pereciese la ‘chusma’ que hiciese falta en el empeño. Actualmente, salvando las distancias, nos encontramos en un momento parecido. Las mejoras sociales de la explotada clase obrera del siglo XIX empezaron producirse a finales del siglo (en USA, en 1886, diferentes asociaciones patronales comenzaron a aplicar la jornada de ocho horas diarias) y en relativamente poco tiempo fueron extendiéndose geográficamente, de forma limitada al principio, integralmente con el modelo de protección social puesto en marcha en Europa tras la II Guerra Mundial, en ello mucho influyó el escenario que generó la Guerra Fría en el que el capital debía comprar la paz social aunque para ello tuviera que renunciar, de entrada, a algún beneficio (que posteriormente, a través del consumo masificado, recuperaba con creces).
El movimiento sindical internacional, políticamente comprometido, como en Europa, o sin vinculaciones políticas, caso de USA, siempre manifestó que fue gracias a sus acciones como la clase obrera obtuvo sus mejoras sociales; esta creencia ha sido útil a todos los actores: a los sindicatos, a los partidos políticos de izquierda, al empresariado al poder argumentar contra la excesiva presión sindical, …, la realidad es mucho más prosaica: la clase obrera comenzó a obtener mejores sociales cuando comenzó a crecer la productividad y no sólo dejó de ser necesario continuar explotando a la masa obrera, sino que lo conveniente paso a ser que esta clase obrera fuese disponiendo de mayor renta y de tiempo libre a fin de que consumiera la mayor cantidad de bienes y servicios que producían en un escenario de productividad creciente.
Hoy, nos encontramos en una transición sistémica, en una transición entre un modo de producción y otro (en esto, la crisis de 2010 juega un papel acelerador y conformador, pero no definitivo), a la vez, una tecnología crecientemente sofisticada, crecientemente barata y crecientemente más fácil de utilizar está posibilitando aumentos de productividad nunca antes soñados, y en el horizonte ya se están dibujando nuevos desarrollos basados en la biotecnología que aún favorecerán más el aumento de productividad.
(No tiene nada que ver con lo anterior -¿o sí?-. Un ex alumno (subsector financiero) me comenta que el nivel de morosidad -de momento: lo siguiente: de impagos- de varias compañías multinacionales radicadas en el reino y dedicadas al consumo, hacia quienes les han ‘dado crédito’, es pavoroso; y estamos al principio del principio. Mas: En 2009 el Gobierno va a inyectar (¿inyectar?) 7.800 millones en la economía. Tal y como están las cosas, ya lo son ahora, pero en 2009, esos millones serán, en términos prácticos, calderilla. ¡No podemos hacernos a la idea de cómo estarán las cosas en 2009!).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
65 horas – y II
Martes, 17 de Junio - Santiago Niño Becerra
De lo anterior, de lo que decíamos ayer, se deduce que la necesidad de factor trabajo es decreciente, que ya no hay una necesidad real de proteger al factor trabajo en particular ni a la población en general porque hay oferta de trabajo de sobra, y porque ya no hay que comprar ninguna paz social; el sistema, este sistema que cada vez se halla más agotado, lo sabe. Antes fue el naciente liberalismo, hoy, la sofisticación semántica ha acuñado el opting out, y el free choice, pero, en el fondo, nada ha cambiado.
Cada vez va a hacer falta menos población ocupada para producir la cantidad necesaria de bienes con la calidad conveniente, por ello, la población activa va a ser mayor en número y, en términos medios y, debido a la expansión de la formación, va a estar mejor cualificada; si la protección social cada vez va a ser política y económicamente menos necesaria, hagan una simple regla de tres: para una empresa, siempre será mejor tener menos trabajadores, más cualificados y altamente motivados (una oferta de trabajo muy superior a la demanda motiva mucho) acompañados de la inversión conveniente aunque tenga que remunerárseles un poco más generosamente, que tener en plantilla muchas trabajadoras y muchos trabajadores que quieran trabajar pocas horas aunque sus remuneraciones sean inferiores y la inversión necesaria raquítica. Desde hace años, pero ahora ya sin duda alguna, la productividad ha ganado a la cantidad, y la crisis de 2010 va a acabar de dar la puntilla a la segunda.
En esta ‘nueva’ concepción quedan una serie de temas colgados, una serie de temas englobados en lo que se ha dado en llamar la ‘ética de las relaciones laborales’, dos de cuyos temas más emblemáticos son la ‘conciliación de la vida laboral y familiar’ y la ‘responsabilidad social corporativa’.
A partir de mediados de los años 90, y coincidiendo con la eclosión de la Inteligencia Emocional, es cuando empieza a producirse el desarrollo de una forma de pensar que tiende a poner a ‘la persona’ en el centro de las relaciones económicas y sociales; una de las consecuencias de tal forma de pensar fue la idea de que las empresas debían devolver a la sociedad lo que las sociedad les daba, algo que las compañías podían hacer a través de lo que se dio en llamar la ‘conciliación de la vida laboral y familiar’ y la ‘responsabilidad social corporativa’; el objetivo de la empresa continuaba siendo obtener la máxima cantidad de beneficios, pero la forma de hacerlo se recubrió de conceptos éticos y de consideración a la persona.
Esa tendencia filosóficas y su plasmación práctica debe ser encuadrada en el período temporal en el que aconteció: el desarrollo e implementación de las TICs y la tendencia hacia un boom económico generado, sustentado y alimentado por los créditos personales y por el apalancamiento financiero, en una atmósfera de ‘todo es posible’ (la recesioncilla del 2000: un grano de arena en el camino).
El boom ya finalizó y la dinámica ya es otra: ahora estamos preparándonos para una crisis, una crisis fortísima, durísima, en la que el objetivo va a ser la supervivencia pura y dura y donde la protección social y la ética de las relaciones laborales va a ir a la baja y se va a batir en retroceso.
¿La ‘conciliación de la vida laboral y familiar’ así como otros conceptos semejantes?, pues muy bien para los libros de historia. ¿Las huelgas reivindicativas y los movimientos de presión con los que amenazan, por ejemplo, las y los profesionales de la medicina?; lean lo que sigue. Uno de los episodios más ocultos de la historia y que constituye parte de la explicación -parte- del rechazo, en USA, al afroamericano por parte del wasp se debe a la utilización como esquiroles de muchos de aquellos durante las huelgas reivindicativas de los años 20 y 30; si entonces eso se hizo, ¿por qué no puede volver a hacerse hoy en una atmósfera de modelo de protección social a la baja y de retroceso del Estado social?. Y no se lo crean, no se crean que esta ampliación de las horas semanales ‘máximas’ de trabajo sea debida a la carencia de profesionales existentes en algunas profesiones, hace dos años existía idéntica carencia pero el horno del modelo no estaba, aún, para los bollos de las ‘hasta 65 horas semanales de cómputo medio trimestral’
(Va en esta línea: se habrán enterado del seguro de nómina que ofrece una entidad financiera del reino. Se contrata un seguro con esa entidad financiera, se paga una prima y, en caso de desempleo o de incapacidad laboral, se percibe una cantidad dentro de unos límites temporales y dinerarios y, previendo que a la persona asegurada, tal vez por la impresión de verse en ese estado, sufra un accidente cardiovascular o de otro tipo, los beneficiarios que la persona asegurada designen percibirán una cantidad. Es un auténtico seguro de paro, ¿no?).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.