La metastasis financiera: camino a la perdicion

No, lo de hoy es la reacción positiva al plan del Secretario del Tesoro...

...que, según dicen aquí, podría costar un billón de dólares. Sí, sí, 1.000.000.000.000 dólares.

la escusa ha sido esa... pero la realidad (creo) que es la cercanía de las elecciones (intento de que el marine y la barbie facha no la caguen)
el resultado ya lo sabemos también: quieren que se suban a la parra todos los incautos con sus ahorros para que cuando meneen bien el árbol, caigan todas, todas las manzanas (ahorros)
 
La "solución" es siempre la misma: "inyectar dinero". :pensativo

Pero qué demonios es "inyectar dinero"?
como los bancos han roto el saco de la avaricia al conceder tanto crédito basura, se encuentran con que en realidad no disponen del dinero que prestan. Vamos, es que ni por asomo. En el otro hilo ya hemos explicado cómo los bancos inventan el dinero que prestan a sus clientes.

En una situación normal, en caso de necesidad de fndos los bancos se prestan dinero entre sí (con el llamado interés interbancario). Pero en una situación como la actual, los bancos desconfian unos de otros y no se prestan dinero (lógico: nadie como un ladrón conoce mejor el funcionamiento de otro ladrón) y entonces el sistema se pone en crisis.

Entonces es cuando el estado pone en marcha la máquina de hacer billetes e inyecta dinero al sistema, a través de créditos bajísimos a los bancos.

Es decir: dinero fácil para que los bancos puedan seguir con sus prácticas, con lo que la burbuja se hace aún mayor.

Precisamente fue una inyección de dinero fácil en USA lo que provocó las subprime, o "hipotecas basura".

La inyección de dinero es "pan para hoy y hambre para mañana". Bueno, exactamente, "más hambre para mañana".
 
Como de costumbre muy interesante y claro el analisis de Carpatos sobre la intervencion estatal en EEUU:

Plan de rescate. Análisis a fondo de la situación.

Estamos en un momento excepcional. Pocas veces en la historia se ve el que se ponga sobre la mesa la solución de que el estado asuma definitivamente las deudas.

El precio ya se sabe cual es, la injustica social que comete, se premia al imprudente, que seguirá siendo imprudente y se castiga al que fue prudente. Además siembra las semillas de futuras burbujas, que cada vez derán más grandes ante el sentimiento de impunidad de los agentes económicos, y se deja claro que la ley del embudo siempre imperará. Es decir cuando ganan se lo reparten entre ellos, cuando pierden lo pagamos todos.

El sistema de EEUU ha fracasado, y el estado ve que no hay más remedio que hacerse cargo de todo.

Una cosa es lo reprobable de la medida, y otra que no sea efectiva. Pero claro está, el tema es el coste. En la crisis de finales de los 90 el estado ya actuó exactamente así gastando 100.000 millones de dólares.

En la Gran depresión de hizo exactamente lo mismo.

Ahora los expertos y lo estoy viendo en un excelente informe de Gesmosa GBI, Agencia de Valores, calculan que hablamos de 500.000 millones de dólares: el 3,5 % del PIB. Así que es posible que esta medida salve la crisis, pero su coste se pagará de una manera o de otra durante mucho tiempo, y desde luego desde ahora mismo decir que la deuda de EEUU es AAA, es una broma pesada.

Gemosa recuerda igualmente que esta misma solución se usó, en 1995 en Japón pasando el déficit público de 1 a 6,9%, y también en Suecia en 1992.

En esencia, es una medida muy muy importante, y por ello no es de extrañar que tengamos este subidón. Es una medida a partir de la cual, debemos esperar un antes y un después. Si va a devolver la confianza al mercado. no lo sé, si lo va a arreglar todo, no lo sé, pero desde luego hay que tenerla en cuenta. El precio ya saben cual es, EEUU, será una potencia de pies de barro, o más que de barro de deudas, porque esta vez el pufo es enorme. Mucho más de lo que tuvo que absorber en la Gran Depresión en proporción, allí le costó un 2,2 % del PIB siempre según datos de Gemosa.

Interesante este comentario que me manda un experto en mercados de capitales de alto nivel que prefiere permanecer en el anonimato:

"Desde mi punto de vista si están centrando el tiro en el problema. La compra a vencimiento de papel hipotecario puede que sea parte de la solución. Solución respecto a la parte de crisis de crédito, de la economía ni idea (expertos tiene la iglesia). Esta solución puede suponer romper el círculo vicioso detrás de Lehman y AIG, y que era el siguiente:

Mi cartera de bonos se deteriora, como tengo que hacer mark to market; perdidas al canto. Siguiente paso, busco capital para mantener ratios exigidos. Si no lo encuentro tengo que reducir la parte del activo. Más ventas de papel en un mercado ya congestionado e ilíquido. Perdida masiva del valor del papel (por ejemplo se ha llegado a ver papel hipotecario español AAA con descuentos del 20%.) y vuelta a las provisiones y cada vez mayores necesidades de capital. Una espiral radical.

Proponer comprar (mas allá de dar liquidez) el papel que comenzó el atasco es fundamental. Supone empezar a equilibrar la oferta y demanda en ese mercado y por tanto revertir (al menos frenar) la espiral de la crisis de crédito. Si esto no funciona, quedaría limitar las obligaciones de "mark to market" para estos activos. Es radical, pero también lo es prohibir los cortos. Por otra parte tendría sentido en valores que realmente a largo plazo tienen valor. (un AAA español al 20% de descuento supone que para que no pague tiene que alcanzarse una morosidad del 25%-30% dependiendo de la mejora de crédito que tenga). Irracional ¿no?."

Una visión más en un momento de mercado impredecible. La gran pregunta ahora es, ¿cuanto tardarán en inventar nuevas porquerías y meternos a todos en la próxima? La respuesta es sencilla, días, la mayor burbuja de la historia ha empezado, continuará en los próximos años, de momento aún no sabemos siquiera si hemos terminado esta crisis, para eso tendrá que pasar algún tiempo.

En efecto, como se apunta al comienzo del articulo, el problema de las sub-prime y todas las demas mierdas financieras de derivados, futuros, SICAV y la madre que las pario, es solo una arista del "problema". Hay mas, hay muchisimo mas y no todo es de naturaleza estrictamente economica. Creer a piues juntillas que tapando una de las muchas vias de agua va a mantenerse el barco a flote es, cuanto menos, poco realista.
 
El precio ya se sabe cual es, la injustica social que comete, se premia al imprudente, que seguirá siendo imprudente y se castiga al que fue prudente. Además siembra las semillas de futuras burbujas, que cada vez derán más grandes ante el sentimiento de impunidad de los agentes económicos, y se deja claro que la ley del embudo siempre imperará. Es decir cuando ganan se lo reparten entre ellos, cuando pierden lo pagamos todos.


En mi opinión, un precio demasiado alto e inasumible en próximos ciclos críticos.
 
ElMundo.com:

La Bolsa española gana un 8,7%, la mayor subida de su historia

* Se sitúa en los 11.557 puntos, lo que equivale a un alza semanal del 1,2%
* La banca se une al festín de ganancias con subidas de hasta el 18%
* Su anterior récord fue el 24 de enero, tres días después del 'lunes negro'

Actualizado viernes 19/09/2008 19:18
J. PLANELLÓ | J. A. NAVAS

MADRID.- La avalancha de medidas contra la crisis económica ha impulsado la Bolsa un 8,71%, la mayor subida de su historia. El Ibex cierra al alza una de las semanas más convulsas desde que comenzaron las turbulencias financieras y bate el que hasta ahora era su récord, del 6,95%, cosechado el pasado 24 de enero.

El resto de Europa también ha participado de una sesión histórica. El FTSE londinense contribuyo al festín de ganancias con un alza del 8,84%, el CAC parisino, con un rebote del 9,2%, y el DAX de Fráncfort con un impulso del 5,5%.

La euforia inundó las Bolsas desde los primeros instantes de la sesión después de conocerse que el Gobierno de EEUU y el Congreso ultimaban la que podría ser la mayor intervención pública en el mercado. El optimismo de Wall Street desde la apertura acrecentó aún más las ganancias en todo el continente. Este nuevo esfuerzo por aliviar la desconfianza que ha paralizado el sistema de préstamos entre los bancos se une al ya realizado por los principales bancos centrales esta semana.

Parte de las medidas del plan se desvelaron este viernes, lo que desató el optimismo de las financieras en los parqués. Entre ellas están el establecimiento de una entidad que se haría cargo de la mala deuda de las instituciones financieras estadounidenses y la ampliación del cerco a las ventas a corto plazo en la Bolsa.

Los reguladores bursátiles pretenden poner fin así al ciclo bajista, dificultando las maniobras de aquellos que se benefician con el pesimismo de la Bolsa. Mediante este tipo de operaciones, un inversor toma prestadas acciones de una empresa, previo pago de comisión, para venderlas y volver a comprarlas después con la esperanza de que haya bajado el precio y así poder embolsarse la diferencia antes de devolverlas al propietario.

"Estas medidas han sido más importantes porque no afectan a una sola entidad en crisis, sino casi al 100%, y puede dar un balón de oxígeno más largo, pero las dudas siguen ahí", explica David Navarro, gestor de renta variable de Inversis Banco.
Una semana de infarto

Pese a lograr un alza del 1,2% desde el lunes, la semana bursátil ha puesto a prueba el corazón de los más fuertes, con una continua montaña rusa que finalmente ha tenido el feliz desenlace.

Los efectos del seísmo que ha azotado al mercado desde el lunes evocan los cinco días de incertidumbre vividos en enero por los parqués de todo el mundo después del 'lunes negro'. Entonces eran los temores a que EEUU entrase en recesión por los efectos de la crisis 'subprime' los que condujeron a la Bolsa a su mayor caída de la historia (7,5%) y a su mayor subida (6,95%) en la misma semana. Ahora, el temido hundimiento financiero tiene nombres concretos.

Los inversores han lidiado desde el lunes con la sombra proyectada por la quiebra de Lehman Brothers, las dificultades de la aseguradora American International Group para solventar la crisis de liquidez y las negociaciones entre el banco británico Lloyds con el malogrado Halifax Bank of Scotland (HBOS), la mayor entidad hipotecaria de Reino Unido. Estas compañías han cedido el testigo a otros grandes de Wall Street, como el banco de inversión Morgan Stanley, que negocia su venta ante el desplome bursátil vivido en las últimas sesiones.

Por esta razón, los expertos recomiendan prudencia. "Lo que un día es negro, al siguiente es gris y al siguiente es blanco. Por ello, recomendamos cautela extrema y que sólo los profesionales y los que quieran 'jugar' con su dinero se acerquen a la Bolsa porque esto es un rebote técnico. El mercado sigue siendo bajista", dice David Navarro.
La banca, la estrella de la jornada

Las entidades financieras brillan, por fin, todas a la vez. Los grandes bancos, Santander y BBVA olvidaron la incertidumbre por un día y despegaron un 12,9% y un 12%, respectivamente. Sin embargo, la principal subida fue para Sabadell, de un 18,27%, seguido de Popular (16%), Banesto (11,95%) y Bankinter (11,38%).

Entre el resto de grandes valores, Telefónica se revalorizó un 5,9%, frente al 5,6% que cosecharon Iberdrola y Repsol YPF.

Otros de los ascensos destacados de la jornada fueron para Cintra (14,21%), BME (12,80%), Criteria (12,12%), Técnicas Reunidas (12,01%), Abengoa (11,65%).
 
Unos pocos paises ricos absorben toda la riqueza de los mas pobres al quitarles mediante el comercio injusto y guerras sus fuentes de energia y sus materias primas(hoy he leido que 923 millones de personas estan con problemas de desnutricion,o sea que no comen).A nivel interno esa riqueza acaba en los bancos pues tienen a toda la poblacion pagandoles una hipoteca de por vida sobre un zulo de 50 m cuadrados donde refugiarse del frio y de la lluvia a precio de oro(una especie de pilas de matrix).Y ahora¿El Estado americano tambien le da la pasta de los contribuyentes a esta gente para que puedan seguir quedandose con la pasta de todos los seres humanos del planeta?

Esto es acojonante de verdad... :doh

PD:Y la destruccion de los ecosistemas,la desaparicion de muchas especies,la degradacion de la atmosfera y la esquilmacion de los recursos naturales de forma insostenible voy a hacer como que no lo he visto que hoy estoy de buen humor.
 
efectivamente, las bolsas han celebrado la mega-medida del trío Bernanke, Bush y Paulson.

Muchos millones, realmente muchos pero que no van orientados a terminar con la crisis. Crisis la hay en USA como la ha habido estos 2 últimos años. Y crisis la va a haber en España, UK, Irlanda, Italia... el doloroso ajuste ha tenido y va a tener lugar.

Lo que pretenden esos muchos millones, esos trillones 'americanos' no es acabar con la crisis... es salvar la estructura, el sistema y entramado bancario.

Impresionantes los días en que vivimos....... duros. Vaya planeta.
 
http://www.cotizalia.com/cache/2008/09/ ... mundo.html

La semana que cambió el mundo

@S. McCoy - 20/09/2008



;En el día de hoy, cautivo y desarmado el sistema financiero, han alcanzado las tropas del intervencionismo sus últimos objetivos accionariales. La guerra ha terminado. Washington/Nueva York, 18 de septiembre de 2008, año de la victoria. Firmado: Hank Paulson, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, y Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal”. No estamos en 1939 ni obviamente es éste el último parte de la Guerra Civil española. Sin embargo coincide con él en que, de su mano, da comienzo un nuevo régimen que va a suponer que nada vuelva a ser como antes en los mercados alrededor del mundo, al menos, durante el tiempo que tarde el Capitalismo Moderno en resurgir de sus cenizas. Un cambio que, paradójicamente, puede ser menor si lo comparamos con el potencial impacto que, lo vivido en los últimos siete días, puede tener sobre la frágil economía de Estados Unidos.

Como en todas las contiendas, el aparente fin de las hostilidades trae consigo una doble sensación de alivio y euforia. Es momento de enterrar a los muertos, de hacer todo lo posible para que se curen los heridos y de que los vivos se busquen la vida del mejor modo posible, en el nuevo escenario que se presenta por delante. Ese es exactamente el mensaje que ayer compraron los distintos activos financieros. Worst is over, lo peor ha pasado, gritaron al unísono. Y si el miércoles las estadísticas se quedaban cortas para describir lo que estaba ocurriendo, ayer sufrieron un reventón de optimismo de dimensiones siderales. Festival en las bolsas, desplome de los bonos, rebajas sustanciales en las primas de riesgo, colapso de los bienes tradicionalmente utilizados como refugio y sensación generalizada de que, por fin, ésta es la buena. Ha llegado la hora. The time has come. Menos mal que ni siquiera se conocen los detalles en los que va a consistir la acción pública de las autoridades estadounidenses, que si se llegan a saber...

No comparto ese optimismo. Mejor dicho, no comparto ese exagerado optimismo. No es por una frustrada vocación de aguafiestas. Qué va, que ya me imagino a alguno de ustedes con la cachiporra lista. Las decisiones no son buenas o malas por sus efectos a corto sino por su consistencia a largo. Esto, que es una verdad como un templo en todos los ámbitos de la vida, cobra aún mayor vigencia en el caso que nos ocupa. De poco o nada sirve que la bolsa se dispare un 10% en un solo día si dicha subida se construye sobre un conjunto de proposiciones que sólo pueden traer mayores dificultades a futuro. Es la diferencia entre el gasto, que da satisfacción inmediata al que lo realiza, y la inversión que es sacrificio actual a la espera de mayores réditos mañana. Pues bien, a la vez que rompían con el normal funcionamiento del libre mercado, Bernanke y Paulson han agotado futilmente su saldo disponible en una apuesta a blanco o negro cuyo resultado último no pinta excesivamente bien, al menos de partida. Sólo el tiempo categorizará adecuadamente esta decisión. ¿Greenspan, gastó o invirtió?

Porque, vamos a ver. Lo que ha trascendido hasta ahora es que las autoridades van a establecer un vehículo para comprar activos financieros considerados como tóxicos, por un importe cercano a los 800.000 millones de dólares. Si añadimos todos los compromisos financieros adquiridos simultáneamente y con anterioridad, dicha cifra se dispara a cerca de dos billones de dólares, que es alrededor de un 15% del Producto Interior Bruto de los Estados Unidos. El único modo que hay de financiar un conjunto de operaciones de esta magnitud es a través de una emisión masiva de deuda pública. Hay capacidad para hacerlo: antes de que se iniciara el proceso de degradación del concepto de riesgo sistémico con la intervención encubierta de Bear Stearns, allá por el mes de marzo, la renta fija soberana del país apenas superaba el 30% del P.I.B, un nivel bastante similar al español. Sin embargo, e igual que ocurre en nuestro país, el problema no es la capacidad de endeudamiento, que puede llegar a ser ilimitada como prueba, es una exageración, el caso japonés, sino los términos en los cuales dicha necesidad de financiación se puede completar.

Y es aquí donde Estados Unidos puede, en su intento por salvaguardar su sistema financiero, condenar a su economía real a una larga travesía en el desierto. Por tres motivos. A nivel presupuestario, el aumento de los costes financieros ligados a la deuda podría tener un impacto relevante sobre sus deficitarias cuentas públicas y provocar aumentos de impuestos y restricciones de gasto de la administración con objeto de corregirlo. Por lo que respecta al sector exterior, el saldo negativo de la balanza por cuenta corriente obligaría, para atraer nuevos capitales, a una devaluación de la divisa (que chirriaría en las naciones con su moneda vinculada) o a un aumento de los tipos de interés. Más volumen, más coste. Ufff. Estamos hablando, por tanto, de medidas de política monetaria y fiscal de corte eminentemente restrictivo. Finalmente, la retención en el balance de activos dudosos en un momento en el que las incertidumbre sobre los mercados últimos que los han originado, fundamentalmente inmobiliario, aún permanece, supone, y aquí no cabe el condicional, un ejercicio de confianza en el futuro excesivamente generoso para la banca y oneroso para los contribuyentes. Es realmente una pena que los americanos no hayan tirado de una Ley de Memoria Histórica que les permitiera ver las nefastas consecuencias que, para el ciudadano medio, han tenido actuaciones similares de sus autoridades en el pasado, especialmente en la década de los treinta.

No se han equivocado ustedes de Crónica. Estos siete días van a cambiar el mundo. Pero no sólo en el ámbito financiero. Aparentemente ha ganado la guerra el intervencionismo frente al libre mercado, cierto. Un libre mercado que defenderé siempre desde los límites que marcan, tanto el peligro de un riesgo sistémico (no arbitrario sino real), como la operativa dentro de las normas de regulación y supervisión que se determinen en la medida en que están encaminadas a evitar dicho peligro para el conjunto del sistema se materialice. De esa burra no me pienso apear. Me sitúo en la Resistencia. ¿Saben qué? Pronto seremos multitud. No sabemos que habría ocurrido si hubiera seguido el natural curso de los acontecimientos. Pero de lo que sí tenemos certeza es de que Estados Unidos sale de esta crisis no más fuerte, sino debilitada; con una hipoteca sobre sus cuentas públicas que pesará como una losa a futuro; con riesgo, por tanto, de perder una hegemonía mundial basada en costosas actuaciones exteriores y con la tentación inflacionista como modo de rebajar el valor real de su endeudamiento. Algo que ha explicado, con mucho más dramatismo que McCoy, Nouriel Roubini en su blog. Un coste, a todas luces, excesivo que afectará al orden mudial. No pierdan, por tanto, la perspectiva, que no es tan alentadora como pudiera parecer. Y, mientras tanto, ya saben: Carpe Diem. Disfruten el hoy mirando el mañana, que ya tocaba.
 
Acaban de autorizar a Barclays la adquisición plena de Lehmann Brothers. De momento, ni un solo trabajador irá a la calle.

Los de las cajitas del otro día, deben estar bailando la conga ahora mismo... :juas

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Parece que hay un serio empeño en que esto no empeore. A ver si hay suerte y se recupera (aunque sea parcialmente), la confianza. De momento, ya se respira al menos otro ambiente... :fiu

Manu1oo1
 
¿Y la desmesurada, bestial y vergonzosa inyección de fondos que va a hacer el gobierno Bush a la Economía?

Setecientos mil millones de dolares nenes. Si, esto: 700000000000 $

¿Quien dijo liberalismo? Nada, que ahora cualquier imbecil puede conceder una hipoteca a los Hermanos Marx y si los Hermanos Marx no pagan pues las ponemos en venta, se hacen paquetes con otras hipotecas insatisfechas y el Gobierno las compra. Que chollo. Puedo ser un banquero incompetente que después vendrá Papá Bush con millones y millones para que mi banco no se vaya a la quiebra.

Miedo me da que pase algo así por aquí por España (no debe faltar tanto). Hacemos una colecta entre todos los españoles para que Botín pueda seguir funcionando después de ver las vacas flacas. La incompetencia se premia en el Capitalismo. A mí solo me queda odiar el liberalismo salvaje del que estamos siendo victimas en todos los ambitos.

Si fuera por mí nos ibamos todos a la mierda, dejar que todo se hunda para volver a renacer. ¿Esto va a solucionar el problema? Y un huevo. A lo mejor retrasa la caida de algunas empresas que finalmente van a caer, pero lo que no se puede es invertir dinero en la nada, dinero público que se puede necesitar para otras cosas, pero mirad, que hagan los EEUU lo que quieran. Si quieren quebrar el mundo que lo quiebren... Total, ya nos reiremos mañana. Ya nos reiremos.

En fin, patético, el mundo se va a la porra.
 
yo sin entrar a valorar el si o el no al intervencionismo me pregunto.... los culpables de que esos bancos tan importantes hayan llegado a ese punto no han incurrido en algun delito punible, ya sea por negligencia o algo asi???... estamos hablando de que sus acciones van a llevar un coste asociado increible, y por aqui solo se lee de meter dinero, pero no se ve a nadie que responda con su patrimonio, o que de con sus huesos en la carcel por actuar de manera tan negligente en un sector tan importante..... y si la respuesta es que es un sector privado y no se les puede someter a esas cosas, mi respuesta es no.... el sector financiero se trata de un sector estrategico como se ve... y debe estar sometido a una regulacion especial para este tipo de casos o al menos ya esta claro que debe estar mucho ams controlado y esas voces que se afanan tanto por el libre mercado deben recular y si no es viable dejar que se hundan por sus consecuencias, obviamente no es algo que se deba dejar a la suerte de nada....
 
No, aqui la cosa esta en lo siguiente. Eres banquero estadounidense, petrolero, asegurador o lo que sea... Te forras y cuando te estas forrando pues vas enviando poco a poco el dinero que has ganado y el que recoges a las Islas Cayman. Además claro, somos liberales. ¿A quien le importa lo que hagas o dejas de hacer? Lo importante es que yo me siga forrando, ciego ante la volatilidad económica. Mientras todo funcione seguirás mandando tu dinero a las Cayman donde esta muy bien guardadito. Explotas y explotas la gallina de los huevos de oro hasta que la matas, y cuando ya no puedes ofrecer hipotecas a los Hermanos Marx, cuando el Pato Lucas no te paga la hipoteca esa que le diste sin mirar muy bien el riesgo que supone como cliente, cuando tus compañeros ladrones de americana y maletin estan en tu misma situación y cuando tu negocio y el de ellos se va a la mierda toda la economía se va a la mierda. ¿Diversificar? ¿Prepararse ante la crisis? ¡Soy liberal, aquí me forro y estafo a quien sea!

Entonces es cuando tu empresa que esta manteniendo su equilibrio en un palillo viene a ser rescatada por la ONG de la Hacienda Norteamericana donde el dinero de los norteamericanos y de todos (aquí también consumimos Disney Channel) servirá como yeso para tapar los agujeros de aquellos que en realidad no han aprendido nada y que seguirán como siempre jodiendo y jodiendo hasta el fin de sus días. Pero claro... ¿Quién te dice que con tus socios no vas a llevar al país a la mierda debido a que el primer presidente con coeficiente negativo ha decidido meter en la economía una burrada de millones con lo que eso va a suponer a nivel de confianza en el mercado. ¿Liberales? Que los metan en una barca y se los lleven a una isla con un volcán calentito donde irlos echando uno a uno para hacer de este un lugar más bonito y mejor.
 
¿Crisis? ¿Qué coño es la crisis? Me he enterado por terceras personas que Inditex, que solamente tuvo 400 millones de euros en beneficio del primer semestre del año, está echando gente a paladas para superar la crisis. ¿Qué crisis? ¿Ganar menos de lo previsto es crisis? Este país se va a tomar por culo por culpa de cuatro gilipollas que quieren ganar más a costa de echar a gente a la calle.
:queteden :queteden :queteden :queteden :queteden :queteden :queteden :queteden :queteden
 
Bueno supongo que hay que hacer reajustesn en plantilla y tal.. Ya sabeis ue si baja el beneficio algo no va bien... Al loro, no que pierda dinero sino que baje el beneficio... Por lo tanto hay que hacer algunos reajustes, echar a todos los que sobran y demás...

Tal y como esta todo me dicen que mañana se acaba el mundo y no me importa. Estamos en manos de cuatro descerebrados chupasangre.
 
Es que el objetivo de las empresas es ganar dinero. Una empresa se marca un año antes sus objetivos para el siguiente ejercicio, y siempre es un objetivo de crecimiento. Pero las matemáticas no fallan y 2+2 siempre son 4, así que unas consiguen crecer, otras son engullidas y otras desaparecen por quiebra.

Es una cabronada que despidan a la gente porque tienen un beneficio menor, que no es lo mismo que tener un deficit, pero en ese caso no creo que puedan justificar despidos procedentes.
 
al lorito con el suplemento económico que publica hoy domingo el pais, es una de esas ocasiones en que merece la pena guardar en nuestra hemeroteca personal un trozo de la historia que hemos vivido "on line".

Son varios artículos largos y no apto para vagos pero creo que merecen la pena, estamos ante el puto de inflexión del capitalismo moderno, equiparable a la caida del muro de Berlin.
empiezo linkeandolos:

ATENCION A QUIEN NO LE INTERESE QUE SALTE DIRECTAMENTE A LA PG 36 DEL HILO

La nueva zona cero del capitalismo financiero
La crisis de Wall Street cambia el orden de las finanzas mundiales y provoca la mayor intervención estatal desde la Gran Depresión
El lugar que ocupaban las Torres Gemelas sigue teniendo un extraño aire fantasmagórico, sobrecogedor. Pero la zona cero de Nueva York se ha desplazado ahora 50 calles más arriba, a un par de manzanas de imponentes rascacielos que albergan las sedes de los grandes bancos de inversión, los reyezuelos de los últimos tiempos de dinero fácil, sueldos millonarios y excesos de todo tipo, y los villanos -y chocantes víctimas- del último capítulo del interminable thriller financiero que ha azotado los mercados con la fuerza devastadora de un huracán.



El problema ha acabado siendo de solvencia de todo el sistema

La metástasis financiera se está trasladando a la economía real [ joder azaris lo clavaste :hail ]

Esta crisis tiene un toque darwinista. Los más débiles ya han sido engullidos

La crisis que empezó comparándose con la de 2001 ha acabado trazando claros paralelismos con la Gran Depresión y sus uvas de la ira. El drama aún no ha terminado, pero tras una última semana vertiginosa empieza a enfilar hacia un camino más amable, menos doloroso, y el paisaje después de la batalla deja ese mismo aire fantasmagórico al pie del edificio de los otrora arrogantes y despiadados banqueros de Lehman Brothers, al cabo el gran cadáver de esta crisis. Y un par de lecciones importantes.

Uno: el sistema financiero no volverá a ser el mismo. "Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria... hasta que alguien invente la forma de saltársela", asegura el responsable de un fondo de alto riesgo con sede en Washington. Y dos: tras años de ultraliberalismo fundamentalista, los mercados constatan que el Gobierno -y la regulación- no es el problema, es la solución. La Administración de Bush ha salido al rescate con la mayor intervención pública sobre los mercados que se recuerda. Puede que mayor incluso que la posterior a la crisis de 1929. No es una novedad. Así ha sido siempre, en todas las crisis bancarias. Y esto no es el fin del mundo o el fin del capitalismo. Es una crisis bancaria de libro.

Los mercados no van dando pasos poco a poco hacia una crisis, sino que sencillamente se la encuentran, de sopetón. De repente, en agosto de 2007, el mundo descubre que el sistema financiero estadounidense concede hipotecas a gente que probablemente no puede pagarlas. Y que a través de un sofisticado entramado de ingeniería financiera, esas hipotecas se han extendido por el sistema financiero internacional, ávido de dinero fácil tras unos años de extraordinaria bonanza y tipos de interés por los suelos que han hinchado varias burbujas. Una vez que los precios de la vivienda empiezan a caer, las subprime -sin duda, la palabra financiera del año- empiezan a abrir un agujero en los balances de la banca internacional.

Al principio es sólo un problema de liquidez: los bancos ya no se fían de sí mismos y los bancos centrales tienen que inyectar fondos de forma masiva. Pero la confianza desaparece y van apareciendo los fantasmas: al final, la presión sobre las entidades financieras es tan insoportable que el problema acaba siendo de solvencia de todo el sistema. Además, la metástasis se ha extendido del sistema financiero a la economía real. La recesión planea sobre Estados Unidos, Europa y Japón. La globalización es para lo bueno y para lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.

Tras unos meses de sustos bursátiles, de subida de los tipos de interés interbancarios, de un aumento de las primas de riesgo de las entidades financieras y de inusitados nervios para el cierre del ejercicio 2007, en marzo de este año llega el primer gran aviso: Estados Unidos tiene que salir al rescate de Bear Stearns, el quinto banco de inversión estadounidense, con un balance preñado de activos contaminados, que ya nadie compra. La Reserva Federal y el Tesoro orquestan un rescate que compromete fondos públicos y toman algunas medidas para intentar que no vuelva a ocurrir.

Pero no hay mercado interbancario, las Bolsas caen, las pérdidas se extienden, los bancos se ven obligados a captar capital y aun así no pueden contener la sangría en sus balances.

La sucesión de problemas, como en un círculo vicioso, va ampliando el agujero. Lejos de detenerse, los riesgos se multiplican a toda velocidad, hasta llegar a la semana de pasión.

A principios de septiembre, la Administración de Bush lanza un salvavidas multimillonario para impedir que se hundan dos gigantescas hipotecarias -Freddie Mac y Fannie Mae-, ante el más que probable riesgo de colapso inmobiliario. Después, deja caer a Lehman Brothers para demostrar que los mercados tienen que sanearse por sí mismos, que el Gobierno intenta trazar una frontera entre lo que debe y no debe hacer, y que no va a gastarse miles de millones de dólares en rescatar a todas las entidades que tengan problemas. Los acontecimientos se precipitan: llega la boda de penalti entre Merrill Lynch, otro de los grandes bancos de inversión, y Bank of America, tras captar el mensaje de que las autoridades no están dispuestas a acudir en su ayuda.

Son remilgos: inmediatamente después, la Administración de Bush se ve obligada a desandar ese camino para salvar AIG, la primera aseguradora del mundo, ante los riesgos de quiebra de todo el sistema.

La bola de nieve sigue creciendo, con ataques especulativos sobre los gigantes del sector financiero: Morgan Stanley, HBOS, Goldman Sachs, Washington Mutual, nombres que Wall Street reverencia y que de repente se han vuelto vulnerables. Llegan a sufrir en Bolsa caídas superiores al 40% en un solo día, caídas que recuerdan las que había padecido Lehman sólo una semana antes y que hacen temer un desenlace similar.

Los recortes de tipos de interés, las inyecciones masivas de fondos de los bancos centrales y los rescates millonarios de los últimos meses apenas han causado efecto. Son meros emplastos. Las Bolsas se hunden ante un panorama cada vez más preocupante.

Pero finalmente no llega la sangre al río. La tarde del jueves, la Administración de Bush da un golpe de teatro que se antoja definitivo e interviene en los mercados con mano de hierro al anunciar varias medidas espectaculares: anuncia los planes para crear una superagencia que adquiera los activos dañados por la banca, impide las compras especulativas -las apuestas a la baja- en Bolsa, toda una paradoja, y asegura fondos y depósitos ante el declive de la confianza de los consumidores, que temen seriamente por sus ahorros. Una intervención en toda regla para extirpar el tumor (las subprime y sus derivados), cerrar las puertas de la especulación contra los gigantes de Wall Street (los mismos que la alimentaron durante años) y, lo más difícil, restañar la confianza.

Faltan por definir los detalles del plan de rescate, pero hay algo que ya se sabe: el coste es incalculable. Cientos de miles de millones de dólares, se atreve a decir con la boca pequeña el secretario del Tesoro, Hank Paulson. "Estoy convencido de que esta valiente acción costará a las familias americanas mucho menos que la alternativa: una serie de continuas quiebras de instituciones financieras y unos mercados de crédito congelados e incapaces de financiar la expansión económica". Y todo eso a dos meses escasos de las elecciones presidenciales, con Barack Obama y John McCain opinando -no siempre con acierto- sobre el devenir de los acontecimientos.

Los mercados se recuperan con fuertes subidas a finales de semana. El índice Dow Jones convierte una sesión de pesadilla, la del jueves, en el mayor ascenso de los últimos seis años, después de que empiecen a difundirse las primeras noticias sobre el plan de rescate.

La euforia vuelve a un Wall Street más ciclotímico que nunca y se transmite a todas las Bolsas al día siguiente: de nuevo la globalización. Las aguas se tranquilizan. El show debe continuar, pero las consecuencias de este episodio de turbulencias se dejarán sentir durante mucho tiempo.

"Apasionante y terrorífico", así resume el influyente economista Paul Krugman el relato de los hechos de la última semana. El final de las turbulencias sólo se vislumbra cuando los políticos se han atrevido a "pensar a lo grande", opina. Aunque hay que ir con cuidado: Krugman suele decir que lo que parece una luz al final del túnel es sencillamente un tren de mercancías que se acerca a toda velocidad. El Nobel Joseph Stiglitz acusa a las instituciones financieras de "fracasar y correr hacia el Gobierno en busca de ayuda" y asegura que el derrumbe de Wall Street es lo que la caída del muro de Berlín fue al comunismo. "La peor crisis del siglo", apunta el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, la diana de las críticas más feroces -encabezadas por los citados Krugman y Stiglitz- por su política monetaria tras el 11 de septiembre de 2001, que a la postre incentivó lo que él mismo trataba de combatir, la "exuberancia irracional" de los mercados.

Los expertos consultados aventuran cambios en la banca, en la regulación e incluso en los hasta ahora intocables bancos centrales. Pero, sobre todo, aún se palpan las vestiduras después del pánico de los últimos días: "Como tamaño del shock, ésta es la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión. Afortunadamente, lo que es muy distinto es el impacto sobre la economía real, que ha sido relativamente menor. Esto se debe tanto a un sistema financiero mucho más robusto que el de esa época, como a una respuesta de política económica mucho más agresiva de parte de Estados Unidos", explica desde Boston Ricardo Caballero, del Massachussets Institute of Technology.

A la banca le espera una dura travesía del desierto. "Vamos hacia un mundo sin bancos de inversión independientes", asegura Keith Wade, economista jefe de Schroders. "Más transparencia, menos riesgo y menos, muchos menos beneficios para los bancos", según los analistas de Goldman Sachs. Y, muy probablemente, menos instituciones: las crisis tienen un toque darwinista, y las entidades más débiles ya están siendo engullidas por las que han resistido mejor los embates de las turbulencias.

En definitiva, los expertos esperan una vuelta al sistema bancario de los años sesenta, en la que las instituciones más tradicionales, más alejadas de la ingeniería financiera, tienen las de ganar. Bank of America, Deutsche Bank o Banco Santander, bancos universales con más capital y que recurren menos al endeudamiento que las estrellas del sector en los últimos años, afilan los colmillos ante el previsible alud de fusiones en el sector.

"Nadie duda de que Wall Street tiene suficiente capacidad como para adaptarse al nuevo entorno y seguir ganando dinero a espuertas, pero los controles van a reforzarse para evitar que esto se repita. El péndulo gira ahora hacia un menor riesgo, un menor endeudamiento, una mayor regulación, y quienes sufren son los que más se habían arriesgado y estaban más apalancados", señala desde Londres Antonio Villarroya, de Merrill Lynch. Vehículos como los hedge funds o los fondos de capital riesgo pueden vivir una nueva edad de oro una vez remita el huracán financiero.

La última semana negra en los mercados está llamada a facilitar cierta limpieza. Pero deja no pocos interrogantes sin respuesta. Los sueldos en Wall Street siguen ligados a los resultados a corto plazo: han rodado decenas de cabezas en las entidades financieras, pero los nuevos ejecutivos siguen ligando sus ingresos a los beneficios a corto plazo. En sólo tres meses, el nuevo consejero delegado de AIG, Robert Willumstad, puede meterse en el bolsillo siete millones de euros. La aseguradora que dirige sigue funcionando, es cierto. Pero sólo por el salvavidas del Gobierno estadounidense, que ha inyectado 85.000 millones de euros en su rescate.

Hay otras complicaciones difíciles de resolver. La combinación de los enormes incrementos en el precio de la vivienda con el impacto de las innovaciones financieras a través de titulizaciones hipotecarias y los altos niveles de endeudamiento de los hogares han hecho a las economías de EE UU, el Reino Unido o España extremadamente vulnerables a la corrección del mercado inmobiliario.

Este serio aprieto es el resultado de una serie de graves errores: los bajos tipos, la burbuja de precios y el excesivo apetito por el riesgo han convertido a muchos consumidores en especuladores con un alto grado de endeudamiento en un activo fijo que domina la mayoría de las carteras y reduce la movilidad personal; una buena parte del sistema financiero se ha hecho dependiente también de esta actividad. El Gobierno de Bush ha dado el primer paso y ha salvado de la quema al sistema financiero. Pero no acaba de verse la salida del pinchazo inmobiliario. "La recuperación va a ser lenta, dura, y esas economías van a sufrir mucho mientras no se recupere la vivienda: son el equivalente a las entidades financieras que estaban más endeudadas y que han pasado verdaderos apuros", aseguran fuentes financieras en Washington.

El mercado no perdona a nadie. Y la crisis tendrá marcadas consecuencias incluso en el plano ideológico. Los últimos episodios de turbulencias se centraron en países emergentes, pero esta vez el origen y el desarrollo de la crisis se produce en el epicentro del sistema, el sector financiero estadounidense.

La paradoja es que después de los sermones sobre el libre mercado, ha sido el republicano George W. Bush el encargado de poner en pie los mercados con un intervencionismo casi sin precedentes. Pese a los excesos del fundamentalismo neoliberal de los últimos años, Washington tiene una larga historia de ayudas financieras al sector privado cuando el riesgo económico o político de una quiebra empresarial parecía demasiado alto. Sin ir más lejos, la salvación del sistema de las savings and loans (cajas de ahorros) estadounidenses llegó a finales de los ochenta, tras la revolución neoliberal de Reagan. La historia se repite. Una y otra vez.

http://www.elpais.com/articulo/semana/n ... glse_2/Tes
 
Nuevas reglas en Wall Street
La quiebra de Lehman Brothers, la nacionalización de la aseguradora AIG en abierta contradicción con las normas y formas de la economía de mercado, la apresurada fusión del grupo hipotecario británico HBOS con Lloyds, las temidas dificultades de otros bancos de inversión estadounidenses y la alianza de todos los bancos centrales del mundo para afrontar la crisis global de liquidez son signos inequívocos de que la crisis financiera ha entrado en una fase de vertiginosa aceleración y de que los grupos financieros afectados por la depreciación brutal de los activos están luchando lisa y llanamente por su subsistencia. Pero indica además que la era de la banca de inversión sin ataduras ni controles, una especialidad desarrollada y sofisticada en Wall Street, ha terminado, que las autoridades monetarias estadounidenses pueden, deben y parecen dispuestas a imponer severas normas de supervisión que impidan desmanes en el control de riesgos como los que han producido este cataclismo financiero. Que, por cierto, todavía puede deparar sorpresas desagradables; según los analistas menos complacientes, queda al menos medio billón de dólares en activos dañados sin aflorar y sanear.

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La convulsión financiera que ha vivido esta semana Wall Street -con preocupantes ramificaciones hacia Europa- es de tal intensidad que ha puesto en cuestión, quizá para siempre, los principios del capitalismo financiero, intocables hasta ahora. Ya no es posible defender que los mercados financieros son eficientes porque optimizan la asignación del ahorro; ni que los agentes financieros disponen de toda la información necesaria tomar las mejores decisiones; ni que las entidades financieras son capaces de desarrollar un mercado complejo y seguro sin la presencia de la supervisión externa. Los hechos demuestran que estas presunciones son erróneas. Los inversores claman por una supervisión que acabe con las extravagancias que han provocado este caos y los políticos, con Barack Obama y un converso regulador John McCain a la cabeza, aseguran que "limpiarán Wall Street". Nada más revelador de este cambio que el esfuerzo combinado del Gobierno estadounidense, la Fed y los bancos para crear una agencia que asuma los activos contaminados. La Administración americana debería llevar bien la cuenta de los costes de esta titánica operación de salvamento; es un detalle que merecen conocer los contribuyentes.

Las autoridades estadounidenses están gestionando este apabullante desorden con innegable profesionalidad. A partir del caso de Bear Stearns, el secretario del Tesoro y la Reserva Federal han dispuesto de toda la información disponible sobre las entidades financieras y de todo el poder para actuar. Los casos de Lehman y Merrill Lynch muestran hasta qué punto Henry Paulson y la Fed actúan de forma discriminada: mientras que en el caso de Merrill se buscaron compradores privados, en el caso de Lehman no se evitó la quiebra porque los directivos y accionistas no se esforzaron lo suficiente. Si pensaban que, a pesar de todo, el dinero público salvaría Lehman, se equivocaron. De paso, la Fed lanzó un mensaje claro sobre los límites del riesgo moral, que debería ser escuchado atentamente por cualquier otro grupo candidato a la quiebra.
http://www.elpais.com/articulo/semana/N ... lse_1/Tes/
 
La nueva zona cero del capitalismo financiero
La crisis de Wall Street cambia el orden de las finanzas mundiales y provoca la mayor intervención estatal desde la Gran Depresión

El lugar que ocupaban las Torres Gemelas sigue teniendo un extraño aire fantasmagórico, sobrecogedor. Pero la zona cero de Nueva York se ha desplazado ahora 50 calles más arriba, a un par de manzanas de imponentes rascacielos que albergan las sedes de los grandes bancos de inversión, los reyezuelos de los últimos tiempos de dinero fácil, sueldos millonarios y excesos de todo tipo, y los villanos -y chocantes víctimas- del último capítulo del interminable thriller financiero que ha azotado los mercados con la fuerza devastadora de un huracán.


El problema ha acabado siendo de solvencia de todo el sistema

La metástasis financiera se está trasladando a la economía real

Esta crisis tiene un toque darwinista. Los más débiles ya han sido engullidos

La crisis que empezó comparándose con la de 2001 ha acabado trazando claros paralelismos con la Gran Depresión y sus uvas de la ira. El drama aún no ha terminado, pero tras una última semana vertiginosa empieza a enfilar hacia un camino más amable, menos doloroso, y el paisaje después de la batalla deja ese mismo aire fantasmagórico al pie del edificio de los otrora arrogantes y despiadados banqueros de Lehman Brothers, al cabo el gran cadáver de esta crisis. Y un par de lecciones importantes.

Uno: el sistema financiero no volverá a ser el mismo. "Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria... hasta que alguien invente la forma de saltársela", asegura el responsable de un fondo de alto riesgo con sede en Washington. Y dos: tras años de ultraliberalismo fundamentalista, los mercados constatan que el Gobierno -y la regulación- no es el problema, es la solución. La Administración de Bush ha salido al rescate con la mayor intervención pública sobre los mercados que se recuerda. Puede que mayor incluso que la posterior a la crisis de 1929. No es una novedad. Así ha sido siempre, en todas las crisis bancarias. Y esto no es el fin del mundo o el fin del capitalismo. Es una crisis bancaria de libro.

Los mercados no van dando pasos poco a poco hacia una crisis, sino que sencillamente se la encuentran, de sopetón. De repente, en agosto de 2007, el mundo descubre que el sistema financiero estadounidense concede hipotecas a gente que probablemente no puede pagarlas. Y que a través de un sofisticado entramado de ingeniería financiera, esas hipotecas se han extendido por el sistema financiero internacional, ávido de dinero fácil tras unos años de extraordinaria bonanza y tipos de interés por los suelos que han hinchado varias burbujas. Una vez que los precios de la vivienda empiezan a caer, las subprime -sin duda, la palabra financiera del año- empiezan a abrir un agujero en los balances de la banca internacional.

Al principio es sólo un problema de liquidez: los bancos ya no se fían de sí mismos y los bancos centrales tienen que inyectar fondos de forma masiva. Pero la confianza desaparece y van apareciendo los fantasmas: al final, la presión sobre las entidades financieras es tan insoportable que el problema acaba siendo de solvencia de todo el sistema. Además, la metástasis se ha extendido del sistema financiero a la economía real. La recesión planea sobre Estados Unidos, Europa y Japón. La globalización es para lo bueno y para lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.

Tras unos meses de sustos bursátiles, de subida de los tipos de interés interbancarios, de un aumento de las primas de riesgo de las entidades financieras y de inusitados nervios para el cierre del ejercicio 2007, en marzo de este año llega el primer gran aviso: Estados Unidos tiene que salir al rescate de Bear Stearns, el quinto banco de inversión estadounidense, con un balance preñado de activos contaminados, que ya nadie compra. La Reserva Federal y el Tesoro orquestan un rescate que compromete fondos públicos y toman algunas medidas para intentar que no vuelva a ocurrir.

Pero no hay mercado interbancario, las Bolsas caen, las pérdidas se extienden, los bancos se ven obligados a captar capital y aun así no pueden contener la sangría en sus balances.

La sucesión de problemas, como en un círculo vicioso, va ampliando el agujero. Lejos de detenerse, los riesgos se multiplican a toda velocidad, hasta llegar a la semana de pasión.

A principios de septiembre, la Administración de Bush lanza un salvavidas multimillonario para impedir que se hundan dos gigantescas hipotecarias -Freddie Mac y Fannie Mae-, ante el más que probable riesgo de colapso inmobiliario. Después, deja caer a Lehman Brothers para demostrar que los mercados tienen que sanearse por sí mismos, que el Gobierno intenta trazar una frontera entre lo que debe y no debe hacer, y que no va a gastarse miles de millones de dólares en rescatar a todas las entidades que tengan problemas. Los acontecimientos se precipitan: llega la boda de penalti entre Merrill Lynch, otro de los grandes bancos de inversión, y Bank of America, tras captar el mensaje de que las autoridades no están dispuestas a acudir en su ayuda.

Son remilgos: inmediatamente después, la Administración de Bush se ve obligada a desandar ese camino para salvar AIG, la primera aseguradora del mundo, ante los riesgos de quiebra de todo el sistema.

La bola de nieve sigue creciendo, con ataques especulativos sobre los gigantes del sector financiero: Morgan Stanley, HBOS, Goldman Sachs, Washington Mutual, nombres que Wall Street reverencia y que de repente se han vuelto vulnerables. Llegan a sufrir en Bolsa caídas superiores al 40% en un solo día, caídas que recuerdan las que había padecido Lehman sólo una semana antes y que hacen temer un desenlace similar.

Los recortes de tipos de interés, las inyecciones masivas de fondos de los bancos centrales y los rescates millonarios de los últimos meses apenas han causado efecto. Son meros emplastos. Las Bolsas se hunden ante un panorama cada vez más preocupante.

Pero finalmente no llega la sangre al río. La tarde del jueves, la Administración de Bush da un golpe de teatro que se antoja definitivo e interviene en los mercados con mano de hierro al anunciar varias medidas espectaculares: anuncia los planes para crear una superagencia que adquiera los activos dañados por la banca, impide las compras especulativas -las apuestas a la baja- en Bolsa, toda una paradoja, y asegura fondos y depósitos ante el declive de la confianza de los consumidores, que temen seriamente por sus ahorros. Una intervención en toda regla para extirpar el tumor (las subprime y sus derivados), cerrar las puertas de la especulación contra los gigantes de Wall Street (los mismos que la alimentaron durante años) y, lo más difícil, restañar la confianza.

Faltan por definir los detalles del plan de rescate, pero hay algo que ya se sabe: el coste es incalculable. Cientos de miles de millones de dólares, se atreve a decir con la boca pequeña el secretario del Tesoro, Hank Paulson. "Estoy convencido de que esta valiente acción costará a las familias americanas mucho menos que la alternativa: una serie de continuas quiebras de instituciones financieras y unos mercados de crédito congelados e incapaces de financiar la expansión económica". Y todo eso a dos meses escasos de las elecciones presidenciales, con Barack Obama y John McCain opinando -no siempre con acierto- sobre el devenir de los acontecimientos.

Los mercados se recuperan con fuertes subidas a finales de semana. El índice Dow Jones convierte una sesión de pesadilla, la del jueves, en el mayor ascenso de los últimos seis años, después de que empiecen a difundirse las primeras noticias sobre el plan de rescate.

La euforia vuelve a un Wall Street más ciclotímico que nunca y se transmite a todas las Bolsas al día siguiente: de nuevo la globalización. Las aguas se tranquilizan. El show debe continuar, pero las consecuencias de este episodio de turbulencias se dejarán sentir durante mucho tiempo.

"Apasionante y terrorífico", así resume el influyente economista Paul Krugman el relato de los hechos de la última semana. El final de las turbulencias sólo se vislumbra cuando los políticos se han atrevido a "pensar a lo grande", opina. Aunque hay que ir con cuidado: Krugman suele decir que lo que parece una luz al final del túnel es sencillamente un tren de mercancías que se acerca a toda velocidad. El Nobel Joseph Stiglitz acusa a las instituciones financieras de "fracasar y correr hacia el Gobierno en busca de ayuda" y asegura que el derrumbe de Wall Street es lo que la caída del muro de Berlín fue al comunismo. "La peor crisis del siglo", apunta el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, la diana de las críticas más feroces -encabezadas por los citados Krugman y Stiglitz- por su política monetaria tras el 11 de septiembre de 2001, que a la postre incentivó lo que él mismo trataba de combatir, la "exuberancia irracional" de los mercados.

Los expertos consultados aventuran cambios en la banca, en la regulación e incluso en los hasta ahora intocables bancos centrales. Pero, sobre todo, aún se palpan las vestiduras después del pánico de los últimos días: "Como tamaño del shock, ésta es la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión. Afortunadamente, lo que es muy distinto es el impacto sobre la economía real, que ha sido relativamente menor. Esto se debe tanto a un sistema financiero mucho más robusto que el de esa época, como a una respuesta de política económica mucho más agresiva de parte de Estados Unidos", explica desde Boston Ricardo Caballero, del Massachussets Institute of Technology.

A la banca le espera una dura travesía del desierto. "Vamos hacia un mundo sin bancos de inversión independientes", asegura Keith Wade, economista jefe de Schroders. "Más transparencia, menos riesgo y menos, muchos menos beneficios para los bancos", según los analistas de Goldman Sachs. Y, muy probablemente, menos instituciones: las crisis tienen un toque darwinista, y las entidades más débiles ya están siendo engullidas por las que han resistido mejor los embates de las turbulencias.

En definitiva, los expertos esperan una vuelta al sistema bancario de los años sesenta, en la que las instituciones más tradicionales, más alejadas de la ingeniería financiera, tienen las de ganar. Bank of America, Deutsche Bank o Banco Santander, bancos universales con más capital y que recurren menos al endeudamiento que las estrellas del sector en los últimos años, afilan los colmillos ante el previsible alud de fusiones en el sector.

"Nadie duda de que Wall Street tiene suficiente capacidad como para adaptarse al nuevo entorno y seguir ganando dinero a espuertas, pero los controles van a reforzarse para evitar que esto se repita. El péndulo gira ahora hacia un menor riesgo, un menor endeudamiento, una mayor regulación, y quienes sufren son los que más se habían arriesgado y estaban más apalancados", señala desde Londres Antonio Villarroya, de Merrill Lynch. Vehículos como los hedge funds o los fondos de capital riesgo pueden vivir una nueva edad de oro una vez remita el huracán financiero.

La última semana negra en los mercados está llamada a facilitar cierta limpieza. Pero deja no pocos interrogantes sin respuesta. Los sueldos en Wall Street siguen ligados a los resultados a corto plazo: han rodado decenas de cabezas en las entidades financieras, pero los nuevos ejecutivos siguen ligando sus ingresos a los beneficios a corto plazo. En sólo tres meses, el nuevo consejero delegado de AIG, Robert Willumstad, puede meterse en el bolsillo siete millones de euros. La aseguradora que dirige sigue funcionando, es cierto. Pero sólo por el salvavidas del Gobierno estadounidense, que ha inyectado 85.000 millones de euros en su rescate.

Hay otras complicaciones difíciles de resolver. La combinación de los enormes incrementos en el precio de la vivienda con el impacto de las innovaciones financieras a través de titulizaciones hipotecarias y los altos niveles de endeudamiento de los hogares han hecho a las economías de EE UU, el Reino Unido o España extremadamente vulnerables a la corrección del mercado inmobiliario.

Este serio aprieto es el resultado de una serie de graves errores: los bajos tipos, la burbuja de precios y el excesivo apetito por el riesgo han convertido a muchos consumidores en especuladores con un alto grado de endeudamiento en un activo fijo que domina la mayoría de las carteras y reduce la movilidad personal; una buena parte del sistema financiero se ha hecho dependiente también de esta actividad. El Gobierno de Bush ha dado el primer paso y ha salvado de la quema al sistema financiero. Pero no acaba de verse la salida del pinchazo inmobiliario. "La recuperación va a ser lenta, dura, y esas economías van a sufrir mucho mientras no se recupere la vivienda: son el equivalente a las entidades financieras que estaban más endeudadas y que han pasado verdaderos apuros", aseguran fuentes financieras en Washington.

El mercado no perdona a nadie. Y la crisis tendrá marcadas consecuencias incluso en el plano ideológico. Los últimos episodios de turbulencias se centraron en países emergentes, pero esta vez el origen y el desarrollo de la crisis se produce en el epicentro del sistema, el sector financiero estadounidense.

La paradoja es que después de los sermones sobre el libre mercado, ha sido el republicano George W. Bush el encargado de poner en pie los mercados con un intervencionismo casi sin precedentes. Pese a los excesos del fundamentalismo neoliberal de los últimos años, Washington tiene una larga historia de ayudas financieras al sector privado cuando el riesgo económico o político de una quiebra empresarial parecía demasiado alto. Sin ir más lejos, la salvación del sistema de las savings and loans (cajas de ahorros) estadounidenses llegó a finales de los ochenta, tras la revolución neoliberal de Reagan. La historia se repite. Una y otra vez.

http://www.elpais.com/articulo/semana/n ... lse_2/Tes/
 
ANÁLISIS: Primer plano
El fin del juego de la crisis

El domingo, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, intentó trazar una línea en la arena contra rescates adicionales de entidades financieras en crisis; cuatro días después, frente a una crisis financiera fuera de control, muchos en Washington parecen haber decidido que el Gobierno no es el problema, es la solución. Lo impensable -una asunción estatal de mucha de la deuda contaminada del sector privado- se ha convertido en lo inevitable.


Las herramientas tradicionales de política monetaria han perdido su eficacia

El gran rescate del sistema financiero se acerca, la única duda es si se hará bien

Así es la historia hasta aquí: el auténtico shock tras el fracaso de la Fed en el rescate de Lehman no fue el desplome del Dow Jones, fue la reacción de los mercados crediticios. Básicamente, los prestamistas se pusieron en huelga: los inversores agotaron las existencias de deuda pública de Estados Unidos, que todavía se percibe como la más segura de todas las inversiones -¿si el Gobierno se va a la quiebra, cuánto puede valer cualquier otra cosa?-, y eso a pesar de que prácticamente no daba rentabilidad alguna, mientras que los prestatarios privados se quedaban ahogados.

Los bancos son normalmente capaces de prestarse dinero entre sí a tipo de interés sólo ligeramente por encima de las letras del Tesoro. Pero el jueves por la mañana, el tipo de interés interbancario medio era del 3,2%, mientras que el tipo de interés de los títulos del Tesoro a ese plazo era del 0,05%. No, no es un error de imprenta.

Esta huida hacia lo seguro ha cortado el crédito de muchos negocios, incluyendo el de los principales actores de la industria financiera, y eso, a su vez, nos conduce a nuevas grandes quiebras y más pánico. También está deprimiendo el gasto de las empresas, un mal asunto cuando las señales apuntan que la contracción económica se está agudizando.

Y la Reserva Federal, que normalmente asume el liderazgo en la lucha contra las recesiones, no puede hacer mucho esta vez, porque las herramientas tradicionales de política monetaria han perdido su eficacia. Normalmente, la Fed responde a la debilidad económica comprando letras del Tesoro, con el fin de hacer caer los tipos de interés. Pero a efectos prácticos, el tipo de interés de esos títulos es cero; ¿qué más puede hacer la Fed?

Bueno, puede prestar dinero al sector privado -y ha estado haciéndolo a una escala impresionante-, pero estos préstamos no han evitado que la situación se deteriore.

Hay sólo un destello de luz en el panorama: los tipos de interés hipotecarios han caído bruscamente desde que el Gobierno federal tomó el control de Fannie Mae y Freddie Mac y garantizó su deuda. Y hay una lección para aquellos preparados para escucharla: las tomas de control estatal pueden ser la única vía para hacer funcionar de nuevo al sistema financiero.

Algunos han estado elaborando esa tesis desde hace tiempo. Más recientemente, el antiguo presidente de la Fed Paul Volcker y otros dos veteranos de crisis financieras pasadas publicaron una carta abierta en The Wall Street Journal señalando que la única manera de evitar "la madre de todas las contracciones crediticias" es crear una nueva agencia estatal que "compre todo el papel problemático", es decir, que los contribuyentes asuman los activos dañados generados por el estallido de las burbujas inmobiliaria y crediticia. Viniendo de Volcker, esa propuesta tiene alta credibilidad.

Miembros influyentes del Congreso, incluyendo la senadora Hillary Clinton y el demócrata Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, han estado manejando argumentos similares. Y el jueves, el senador Charles Schumer, presidente del Comité de Finanzas del Senado (y partidario de crear una nueva agencia para resolver la crisis) dijo a los periodistas que "la Reserva Federal y el Tesoro se están dando cuenta de que necesitamos una solución más integral".

El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y Paulson se reunieron el jueves por la noche con los líderes del Congreso para debatir una "aproximación integral" al problema.

No sabemos todavía en qué consistirá esa "aproximación integral". Ha habido esperanzadoras comparaciones con el rescate financiero ejecutado por el Gobierno sueco a principios de los noventa, un rescate que supuso la toma de control pública temporal de una gran parte del sistema financiero del país. No está claro, sin embargo, si las autoridades de Washington están preparadas para ejercer un grado semejante de control.

Y si no lo están, éste podría convertirse en la clase equivocada de rescate, un salvamento de los accionistas y del mercado, librando a la industria financiera de los efectos de su propia avaricia.

Más aún, incluso un rescate bien diseñado costaría un montón de dinero. El Gobierno sueco dedicó el 4% de su producto interior bruto, lo que en nuestro caso serían unos 600.000 millones de dólares, si bien la carga final para los contribuyentes suecos fue mucho menor, porque el Gobierno fue ocasionalmente capaz de vender los activos que había adquirido, a veces con un agradable beneficio.

Pero no merece la pena lloriquear (disculpe, senador Gramm) sobre las perspectivas de un plan de rescate financiero. El sistema político de hoy en día en Estados Unidos no va a seguir el infame consejo que Andrew Mellon [secretario del Tesoro de Estados Unidos de 1921 a 1932, durante el crash de 1929 que condujo a la gran depresión] le dio a Herbert Hoover [presidente de Estados Unidos de 1929 a 1933]: "Liquida la mano de obra, liquida las acciones, liquida a los granjeros, liquida los bienes raíces". El gran rescate se acerca; la única duda es si se hará bien.

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton. (c) 2008 New York Times Service.
http://www.elpais.com/articulo/semana/f ... lse_3/Tes/
 
Golpe contra la especulación a la baja
La Comisión de Valores prohíbe las ventas de títulos prestados sobre 799 entidades financieras

El torniquete a la hemorragia que sufre desde hace un año el sector financiero tiene una pieza clave, más allá del plan de rescate diseñado por la Administración de Bush: la prohibición de la autoridad reguladora del mercado de valores en Estados Unidos y Reino Unido de las apuestas a la baja sobre acciones. Es una maniobra dirigida directamente contra los operadores que intentan sacar tajada del caos en los mercados.



Morgan Stanley y Goldman Sachs acudieron desesperadas al Departamento del Tesoro y a la Securities and Exchange Commission (SEC) para que pusiera coto a estas transacciones, porque se consideraban víctimas de ataques especulativos. Bear Stearns, Lehman Brothers y Merrill Lynch se quedaron por el camino. Para especular a la baja, los inversores toman acciones prestadas para venderlas con el fin de recomprarlas a precio más bajo y luego devolverlas. La SEC prohibió primero las ventas al descubierto (se vendían acciones que no se tenían, ni siquiera prestadas), pero el viernes prohibió en la práctica que se puedan realizar durante 10 días (prorrogables a un mes) operaciones de venta a corto plazo con acciones de 799 entidades financieras, incluidos los dos grandes bancos de inversión independientes que quedan en EE UU. Los máximos directivos de Morgan y Goldman suspiraron.

La SEC dejó claro que va a haber tolerancia cero con operaciones que buscan manipular el valor de las acciones para hacer dinero aprovechando la incertidumbre que domina el parqué. "La Comisión usará todas las armas de su arsenal para combatir la manipulación que amenaza a los inversores y a los mercados de capitales", señaló el presidente de la SEC, Cristopher Cox. A la cruzada se han sumado algunos fondos de pensiones, que han dejado de prestar sus títulos para especular a la baja. El fiscal de Nueva York Andrew Cuomo ha abierto una investigación criminal por posible manipulación de las acciones de los bancos de inversión. Y hasta el propio presidente de Estados Unidos, George Bush, miró hacia los "especuladores" para justificar el caos visto la última semana.

Pero las firmas especializadas en este tipo de transacciones no se quedan con la boca cerrada y acusan a la SEC de estar haciendo exactamente lo mismo por lo que clama estar en contra, al estar dando aire caliente de forma artificial a acciones de entidades que atraviesan por serios problemas. Y este cambio de reglas de juego lo ven como una clara intervención en el mercado.
http://www.elpais.com/articulo/semana/G ... lse_4/Tes/
 
Es temporada de huracanes en Nueva York
Los ciudadanos sufren la crisis en sus propias carnes

En Nueva York -y en medio mundo- suele decirse que los españoles insultan con mucho arte, además de con cierta frecuencia. Los neoyorquinos no parecen dispuestos a quedarse demasiado atrás, al menos en lo relativo a la frecuencia.



"Que se jodan" es una de las frases más oídas en los bares de Wall Street

Dedicada a los desmanes de los banqueros de inversión y a la temporada de huracanes en la Bolsa, fuck them -que se jodan es tal vez la traducción más académica- era una de las frases más oídas esta semana en los bares cercanos a Wall Street. Y en menor medida también en el resto de la ciudad, llena de gente que no está directamente relacionada con el sistema financiero pero que en mayor o menor medida ha sufrido en sus propias carnes el desplome de los mercados.

"Siempre han sido soberbios y chulos, les está bien empleado", aseguraba el miércoles en un castellano más que decente un cliente de Harry's Bar, uno de los bares históricos -tal vez el más afamado- en los que desembocan los operadores de Wall Street al cerrar la Bolsa. Se refería a los empleados de los bancos de inversión, que en unos pocos meses han acabado reducidos prácticamente a cenizas.

De los cinco grandes ya sólo quedan dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley, que además han pasado por serias dificultades durante la semana, hasta el plan de rescate de Bush. "Podría encontrar muchos a quien insultar", apuntaba Linda Burke, trabajadora de AT&T, para describir los efectos de los últimos años de excesos en el sistema financiero estadounidense.

Nueva York sufre sobremanera con la crisis. Es imposible determinar aún el alcance de los daños, pero será significativo: los periódicos de la ciudad calculan que desaparecerá uno de cada cuatro empleos en el sector financiero y que la recaudación de impuestos caerá un 20%. No sólo en Wall Street: los Estados cercanos, empezando por Nueva Jersey, notarán también los efectos secundarios del Ike financiero.

Sentada en una pequeña mesa y con ganas de dar cuenta de un donut glaseado y un humeante café, Coral regenta un pequeño establecimiento junto a la sede del quebrado Lehman Brothers. "La zona ha perdido vida, y la ciudad, tensión. Estamos preocupados. Hemos sufrido otras crisis, pero no una sacudida así en Wall Street, tan loca", se lamentaba pocas horas antes de la recuperación de los mercados.

Hay varias maneras de dar rienda suelta al nerviosismo acumulado. Con buen humor, por ejemplo. Lehman Brothers cayó el lunes: unos días más y puede que se hubiera salvado con el plan de intervención de la Administración de Bush. Al día siguiente había casi 300 anuncios en la web http://www.craigslist.com ofreciendo citas para o por sus empleados.

Esos días, el artista Geoffrey Raymond, nacido en Brooklyn hace 54 años, se plantó en la sede del banco con un retrato enorme del consejero delegado, Richard Fuld, conocido como el gorila de Wall Street (entre otras cosas, por sus maneras). Y que, por cierto, el año pasado se llevó un pellizco de 22 millones de dólares, sueldo y bonus incluidos. El pintor, que hizo un trabajo parecido en el caso Bear Stearns, se pasó dos días pidiendo a los trabajadores de Lehman y a los paseantes que estamparan en el cuadro sus pensamientos. "Sanguijuelas". "Qué día. Qué semana. Qué año. Qué compañía". "Nos vemos en el comedor de beneficencia". "Nos jodiste", cómo no. Cosas así.

Pero Nueva York es tan inestable como la Bolsa, de la euforia al pesimismo y viceversa. El jueves, con la mayor subida en seis años concentrada en una frenética última hora en los mercados, en los aledaños de Wall Street las gentes habían recuperado la sonrisa. Esos días de vértigo alcista, en el New York Stock Exchange, la sede de la Bolsa, hay auténticas carreras antes del toque de campana, en un parqué que se convierte en una rara mezcla de tecnología, papeles tirados por el suelo y un fenomenal bullicio.

De ese caos emergía el jueves algún que otro fuck them. Esta vez en otro tono.
 
Ahora toca más ley y menos beneficio
La crisis cambiará la forma de hacer negocios en el sector de la banca de inversión

El terremoto que ha sacudido Wall Street cambiará para siempre el paisaje de la industria financiera. Las hipotecas basura y toda la ingeniería financiera que se montó a su alrededor han puesto al descubierto unas ineficiencias tan graves en el sistema que parece imposible que no haya cambios.


Los expertos piden fijar un límite para el apalancamiento de las entidades

La primera novedad ha sido sobrevenida, forzada por los acontecimientos, y tiene que ver con el reparto de funciones entre los diferentes tipos de entidades financieras. En 1933, el Congreso estadounidense aprobó la ley Glass-Steagall, que establecía una clara separación entre los bancos de inversión y los bancos comerciales. El presidente Franklin Delano Roosevelt alentó la reforma. Con la amarga experiencia del crash de 1929, los legisladores consideraron que un sistema bancario basado en la especulación era perjudicial para la economía. Por ese motivo se prohibió a los bancos comerciales operar en Bolsa, evitando así los conflictos de intereses y forzando a las entidades a elegir entre ser prestamistas o brokers.

Sin embargo, 75 años después de la entrada en vigor de esta norma se ha completado el círculo. Bear Stearns ha sido absorbido por JPMorgan con el beneplácito de la Reserva Federal, el área de inversión de Lehman Brothers está ahora en manos de Barclays y Bank of America se hará con Merrill Lynch. Sólo Goldman Sachs y Morgan Stanley permanecen como bancos de inversión independientes, aunque el mercado cree que en un futuro no muy lejano necesitarán negociar su fusión con bancos comerciales, con una amplia base de depósitos, para ganar una fuente de financiación más estable. El nombre de Wachovia ha sonado con fuerza esta semana como posible pareja de baile de Morgan Stanley.

"Las firmas de Wall Street que sobrevivan tendrán que afrontar un entorno más regulado, especialmente ahora que los bancos comerciales están rescatando a las entidades de inversión con problemas", explica Brendan Moynihan, editor de la agencia Bloomberg. "Aquellas firmas que no caigan en manos de la banca comercial necesitarán fuentes de financiación de mayor solvencia y eso llevará inevitablemente a una supervisión más férrea", añade.

Algunas de las reglas que regirán el destino de Wall Street ya se han puesto sobre la mesa. El supervisor bursátil estadounidense (SEC) ha hecho especial énfasis en controlar las ventas especulativas a corto plazo. También han empezado a surgir voces que piden la creación de un mercado regulado para el negocio de los credit default swaps (coberturas que contratan los inversores para protegerse ante el impago de las emisiones de deuda). Estos productos, que mueven 62 billones de dólares y han hundido a AIG, habían estado hasta ahora al margen de la supervisión.

También hay peticiones para que haya una mayor transparencia en el mercado de derivados, el establecimiento de límites sobre el apalancamiento que pueden asumir las entidades, así como que los brokers tengan que asumir responsabilidades fiduciarias. "La consecuencia de todo ello será la caída de las ganancias en Wall Street. Con más transparencia en los precios, los spreads se estrecharán. Con menos capacidad de apalancamiento, las compañías no podrán disparar sus beneficios", advierte Moynihan.

Larry Tabb, presidente de la consultora especializada en servicios financieros Tabb Group, comparte esta opinión. En un informe colgado en su web, este experto señala que el negocio de banca de inversión ya no volverá a ser el mismo. "Los días del todo en uno dentro de un banco de inversión están próximos a su fin. Estamos asistiendo a una reducción de la capacidad de la industria. Habrá una huida del riesgo y se reforzará la transparencia y la liquidez".

Tabb prevé cuatro grandes cambios en la industria. El primero es una apuesta por la seguridad. "Esta transición forzará a las empresas a trasladar la mayor parte de sus productos en mercados Over-the Counter [no organizados] a las Bolsas tradicionales". El segundo cambio consiste en el fin de la titulización. "Veremos cómo cada vez menos inversores querrán tener deuda de otras entidades empaquetada en títulos". Tabb pronostica también una división entre bancos buenos y bancos malos. "La idea que subyace aquí es que las entidades escindirán los activos de mayor riesgo en una compañía independiente y los activos de mayor calidad se quedarán en el banco madre". La cuarta y última transformación tiene que ver con el hecho de que buena parte de los grandes bancos de inversión son ahora públicos o dependen del Gobierno. "Esto conllevará un cambio en la estructura de la gestión de las compañías. Los bancos de carácter estatal son gestionadas por profesionales menos sofisticados y están respaldados por los depósitos de los ahorradores".

Un aluvión de parados

Con independencia de las consecuencias que pueda tener la crisis para la superestructura de Wall Street, el crash financiero también esconde cientos de dramas personales. Son aquellos profesionales a los que la crisis subprime les ha dejado sin su puesto de trabajo. Desde que en agosto de 2007 empezaran a destaparse los primeros agujeros en los balances, los bancos de inversión han echado a la calle a 125.000 trabajadores en todo el mundo. Las plantillas que más se han recortado son las de Lehman Brothers (18.890 empleos), Citigroup (14.074) y Bank of America (11.150).

Algunos de estos profesionales han logrado ya nuevos empleos. Jefferies Group, un pequeño banco de inversión dirigido por un ex trader de bonos basura, ha contratado a 25 empleados procedentes de Bear Stearns. Es tan sólo una gota dentro de un océano, pero quizás esta noticia pueda sugerir por dónde van a venir las ofertas en el sector durante los próximos años: los grandes transatlánticos de Wall Street dejando paso a embarcaciones de menor tamaño. -
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Recompensados por hundir Wall Street
Los ejecutivos de los bancos afectados por la crisis ganaron 236 millones

La crisis de Wall Street ha avivado la polémica sobre las retribuciones de los ejecutivos del sector financiero. Las críticas se centran en tres flancos. En primer lugar, se cuestiona si los sueldos de los últimos años se justifican por la creación de valor aportada (teniendo en cuenta el actual desplome bursátil). En segundo lugar, se denuncia que quizá la forma elegida para establecer las retribuciones, con gran peso del bonus, habría podido incentivar a los directivos a tomar más riesgos de los convenientes para lograr objetivos a corto plazo, aumentando así el agujero de las subprime. La última de las críticas se plantea tras desvelarse los blindajes millonarios que gozan estos gestores en caso de despido, con independencia de la herencia que dejen a sus accionistas.


Los salarios ahora traspasan el ámbito privado al usarse fondos público

En 2007, los máximos ejecutivos de las 16 entidades más afectadas por la crisis de crédito ganaron en total 334 millones de dólares (236 millones de euros), un 30% más que en 2005. La bola de nieve de las hipotecas basura ha costado a esas compañías pérdidas de 320.543 millones, se ha cobrado el empleo de 80.236 personas y ha jibarizado su valor bursátil desde septiembre de 2007.

"La obsesión de las empresas cotizadas por lograr beneficios a corto plazo, combinada con unos sistemas de retribución que no están ajustados por el riesgo que asumen los gestores, supone una mezcla letal", explica John M. Berry, columnista de la agencia Bloomberg. A finales de 2007, recuerda este experto, cuando casi todos los grandes bancos de inversión empezaban a encarar enormes pérdidas, pagaron bonus comparables a aquellos repartidos en 2006, "un año en el que los beneficios eran mucho mayores y el horizonte parecía despejado".

Tras el estallido de la burbuja tecnológica también se cuestionó el salario de algunos directivos, principalmente el abuso de opciones sobre acciones. Entonces se reforzaron los controles de buen gobierno corporativo. Sin embargo, el revuelo no pasó de ahí al considerarse los salarios un asunto privado a resolver entre los consejeros y los accionistas.

La diferencia con la crisis actual es que se está utilizando mucho dinero público para intentar mantener con vida entidades donde sus directivos, que han aplicado prácticas de gestión cuando menos cuestionables, cuentan con cláusulas de despido muy ventajosas. Éste es el caso del rescate de Fannie Mae y Freddie Mac, que poseen o aseguran la mitad de las hipotecas estadounidenses y que han sido intervenidas por el Gobierno. Los contratos de sus principales ejecutivos, Daniel Mudd (Fannie) y Richard Syron (Freddie), les aseguraban indemnizaciones por valor de 8 y 15 millones, respectivamente. Gracias al carácter semipúblico de las entidades, el Gobierno ha logrado que estos ejecutivos no ejecuten sus paracaídas de oro, aunque sí se embolsarán pensiones cercanas a los cuatro millones. "Nos gustaría que Mudd y Syron se fuesen sólo con un apretón de manos, pero la intervención estatal no debe justificar el incumplimiento de los contratos", editorializaba Los Angeles Times. "Esta controversia sí debería servir para que los consejos se replanteen su política de pagar por los fracasos. Si los órganos de dirección no lo hacen corren el riesgo de que el Gobierno sea más intervencionista o conceda más poder a los accionistas".

La polémica acerca de los despidos millonarios no se queda en Fannie Mac y Freddie. Esta semana se ha conocido que el consejero delegado de Merrill Lynch, John Thain, y dos de los ejecutivos que fichó cuando entró en el banco hace menos de un año, podría llevarse un total de 200 millones de dólares por menos de un año de trabajo si el nuevo dueño de la entidad, Bank of America, les despide o les relega a unas funciones de menor rango.

Un caso similar ocurre en AIG, intervenida por la Reserva Federal para evitar su quiebra. Robert Willumstad se convirtió en el primer ejecutivo de la aseguradora hace tan sólo tres meses y en caso de despido tiene asegurada una indemnización de siete millones.

La polémica de los salarios de los directivos ha llegado incluso a la campaña electoral. Tanto John McCain y Barack Obama han criticado el sistema actual y prometen reformas si llegan a la Casa Blanca. Mientras Obama siempre se ha mostrado partidario de un mayor control, McCain se opuso en 2007 a una propuesta que pedía conceder a los accionistas votos no vinculantes acerca de los salarios de los ejecutivos. Carly Fiorina, consejera económica del candidato republicano, ha manifestado en más de una ocasión su oposición a cualquier tipo de regulación. Cuando Fiorina tuvo que abandonar la presidencia de Hewlett-Packard en 2005 la empresa le pagó más de 21 millones de dólares. -

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Y vendrán nuevas debilidades
La humanidad es más ostra que búho sabio. Tanto en la macroeconomía contemporánea como en la geopolítica contemporánea, los optimistas piensan demasiado pronto que distinguen el comienzo de mejores tiempos.



Temo que debemos esperar nuevas debilidades macroeconómicas, y probablemente persistirán durante todo 2009

Antes, Estados Unidos y sus aliados derrotaron a los talibanes en Afganistán. ¿De verdad? Los enemigos extremistas resucitan, como el ave fénix, con mucha frecuencia. Una y otra vez.

Consideren también que el envío de más tropas estadounidenses a Irak parece correcto ahora que ha suscitado esperanzas racionales de que un Irak cooperador (a tres partes) avanza hacia el autogobierno, algo que podría justificar una futura retirada del Ejército estadounidense de ese país. Sin embargo, a los estrategas experimentados no les sorprenderá que los beneficios del creciente aumento de tropas se evaporen de aquí a seis meses.

De Gaulle aprendió por las malas los altibajos franceses en Argelia y Vietnam. Los presidentes Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon aprendieron lecciones similarmente graves en Vietnam. Al final, sin victoria ni honor vanaglorioso, toda la sangre y la hacienda sacrificados para derrotar al Gobierno izquierdista vietnamita no valieron para nada.

Un patrón muy similar a este patrón geopolítico -éxitos seguidos por derrotas cada vez peores- podría hacerse patente en el actual caos financiero. La Reserva Federal estadounidense y los bancos centrales extranjeros se vieron forzados a ampliar la oferta de crédito. No lo hicieron para proteger a los prestamistas hipotecarios temerarios y a los prestatarios temerarios de sufrir pérdidas de inversión y ejecuciones de hipotecas. Por el contrario, recordando lo gravemente que se hundieron las economías mundiales durante la gran depresión de 1929-1939, los Gobiernos modernos han actuado con rapidez para inclinarse contra los vientos adversos de la recesión.

Cuando la Reserva Federal ayudó al fondo de cobertura Long Term Capital Management mediante una ayuda financiera diseñada en 1998, la motivación fue mantener viva la prosperidad comercial de 1995-2000. Los seguidores de las actuaciones del presidente Herbert Hoover y del secretario del Tesoro Andrew Mellon en 1929 critican estas ayudas estatales porque fomentan el "riesgo moral", es decir, un aumento de la inversión arriesgada en el futuro debido a las expectativas de un rescate inmerecido.

La mayoría de mis compañeros macroeconomistas son en su mayoría demasiado jóvenes para recordar la gran depresión. Siendo alumno de la conservadora Universidad de Chicago, yo la percibí ampliamente dentro y fuera del aula. Y saqué varias lecciones permanentes:

1. El capitalismo puro no puede evitar algunos ciclos económicos. Y tampoco puede contarse con que los mercados curen por sí solos sus males.

2. Las medidas adoptadas por la Reserva Federal de subir y bajar los tipos de interés a corto plazo en una inclinación contra el viento pueden definitivamente amortiguar la volatilidad de la macroactividad comercial real. Éste no es un mero deseo académico. Desde 1989, nosotros y el mundo hemos disfrutado de hecho de una especie de gran moderación: ciclos empresariales con altibajos menos pronunciados.

3. Sin embargo, en momentos de alteraciones más graves -1929-1933 o 2007-2008-, las alteraciones por parte de los bancos centrales de sus objetivos de tipo de interés a largo plazo se vuelven cada vez más impotentes. Los tipos de interés cercanos a cero sólo sirven para fomentar la acaparación, no para gastar dinero.

4. Por último, en tiempos de severas crisis relacionadas con la oferta -como ahora y en la década de 1970-, cuando los precios del petróleo de la OPEP se cuadruplican de la noche a la mañana al mismo tiempo que las cosechas y la producción mundial de metales sufren y los precios de las materias primas se encuentran en una burbuja ascendente, una economía sufre una estanflación maligna: aumento del desempleo al mismo tiempo que la inflación total se desboca.

Por desgracia, el mismo zigzag entre el optimismo y el pesimismo es endémico en la batalla entre las paridades del dólar estadounidense y las del euro, el yen japonés o el won coreano. Hace un mes, la ligera mejora de las exportaciones estadounidenses revitalizó el nivel del dólar respecto al euro y otras monedas principales.

Genial, quizá, para los especuladores de gatillo fácil. Sin embargo, el gráfico a largo plazo de los déficits de la balanza de pagos total de Estados Unidos sólo muestra contoneos en su crónica tendencia ascendente. Si esto le produce pesadillas a Warren Buffett, quizá las masas de estadounidenses que gastan en exceso se percaten también.

Si a los economistas nos hubiesen dicho en 2007 lo dura que sería la tormenta perfecta de los mercados financieros que se ha producido de hecho en 2008, creo que habríamos predicho racionalmente una recesión económica global en Estados Unidos mucho peor de lo que ha sido hasta ahora. ¿Pero cuánto va a durar? No contengan la respiración.

Temo que debemos esperar nuevas debilidades macroeconómicas, y probablemente persistirán durante todo 2009. A mediados de septiembre nos llegaba la noticia de la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión estadounidense. Tengo que aprobar la decisión de no avalarlo como se había hecho antes con Bear Sterns.

De nuevo sufrieron golpes duros sociedades gigantes como Citigroup y American Investment Group (seguros). Cuando nadie salió en ayuda de Merrill Lynch, la mayor casa de corretaje minorista estadounidense, Bank of America la engulló.

Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, admitía públicamente que la tormenta perfecta sufrida por Wall Street a mediados de septiembre es un suceso peor, de esos que se dan "una vez en un siglo". Por eso es extraño que el 16 de septiembre el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal se negara a reducir un poco sus tipos de interés y dijera que no a un nuevo crédito de apoyo. Aunque éste sea un pecado venial, no mortal, me sigue pareciendo que el mayor fallo del gobernador Ben Bernanke es el de no recordar que, ante todo, la razón de ser de los bancos centrales es la de constituirse en prestamista de último recurso cuando una sociedad de mercado democrática se ve golpeada por la calamidad más grave.

Espero que Bernanke acabe teniendo razón y que yo me haya equivocado.

(c) 2008 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.
http://www.elpais.com/articulo/semana/v ... lse_8/Tes/
 
El tipo que se plantó ante el huracán
La trayectoria de Henry Paulson ha marcado su papel, decisivo, en la crisis

En los despachos del Departamento del Tesoro en Washington se amontonan en las últimas semanas informes, dosieres y ordenadores por todos los rincones de la denominada habitación azul, la zona del edificio que alberga las oficinas del secretario Henry Paulson. Sus colaboradores se han instalado literalmente en el número 1.500 de la avenida Pennsylvania para intentar lidiar con la peor crisis financiera de la historia moderna, según han reconocido las propias autoridades estadounidenses. Las crónicas hablan de jornadas maratonianas de 20 horas al día, sin descansos ni fines de semana.

Henry
Henry Paulson
A FONDO

Nacimiento:
28-03-1946
Lugar:
(Palm Beach)

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Sus críticos le acusan de favorecer a Goldman Sachs en algunos planes

Lo bueno es que se trata de un grupo de viejos conocidos. Cuatro de los máximos colaboradores de Paulson proceden de su antigua casa, Goldman Sachs, donde el actual secretario del Tesoro entró a trabajar en 1974 y de la que fue consejero delegado y presidente desde 1999 hasta su designación como alto cargo de la Administración de Bush, en mayo de 2006.

Con esa trayectoria es comprensible que Hank, como se le conoce en el mundo financiero, hable de tú a tú a los banqueros de Wall Street. Les ha convocado a reuniones de emergencia en los últimos fines de semana, ha logrado que aporten efectivo para crear un fondo de rescate para entidades en apuros y a ellos ha recurrido también en momentos de máxima dificultad. De hecho, pidió ayuda a Morgan Stanley para diseñar la operación de rescate de Fannie Mae y Freddie Mac.

En ese trabajo, Paulson ha contado con la inestimable ayuda de Timothy Geithner, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, y de Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal. El "grupo de los 3" como les empieza a llamar. Geithner fue el joven del Tesoro que en 1998 [en plena crisis de los mercados asiáticos y rusos] logró forjar un acuerdo con la banca para salvar el fondo de alto riesgo Long Term Capital Management. Es la misma estrategia que Geithner ha intentado impulsar en esta ocasión.

Entonces, como ahora, se abrió un fuerte debate sobre la conveniencia de utilizar el dinero de los contribuyentes para salvar entidades privadas. Como resume una frase ya famosa, "la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas", o lo que el antiguo presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, definió como el riesgo moral (moral hazard, en inglés).

Ésa es una de las principales acusaciones que le hacen sus críticos. Sobre todo porque con su decisión de dejar caer a Lehman Brothers y, sin embargo, rescatar a la aseguradora AIG, "el mercado no sabe a qué carta atenerse, qué criterios se han empleado en cada decisión", dice un analista de un banco de inversión de Londres.

Algunos han ido más allá. The Wall Street Journal, en su editorial del pasado día 11, aseguraba que el plan diseñado para Fannie Mae y Freddie Mac se trataba de un "rescate

para millonarios" en el que resultaban claramente favorecidos "algunos de los más ricos y de las mayores instituciones financieras" del mundo. Lo cierto es que ese plan de rescate conlleva una suspensión del pago de las obligaciones de las entidades hipotecarias con los acreedores salvo para dos tipos de tenedores de bonos. El diario apunta que uno de los principales beneficiarios de esa decisión es precisamente Goldman Sachs, la antigua "casa" de Paulson.

Sin duda, ésa será una de las acusaciones a las que tendrá que responder el secretario del Tesoro ante la Cámara de Representantes el próximo jueves. La Comisión de Servicios Financieros del Congreso ha convocado una serie de comparecencias de altos cargos para investigar la actuación del Gobierno en esta crisis. El mismo jueves también comparecerá Bernanke.

Un debate similar al que, finalmente, parece haberse adueñado de la campaña electoral. En un país reticente a la intervención del Gobierno en la vida privada de sus ciudadanos, cada día crecen las voces a favor de una mayor regulación del sistema financiero.

El candidato demócrata, Barack Obama, insiste en sus discursos en que "es hora de echar una mirada regulatoria" al sistema financiero. "No culpo al senador McCain de esos problemas, pero sí a la filosofía económica que él defiende", decía esta semana Obama en sus mítines.

Lo cierto es que el candidato republicano ha dado un giro total a su discurso. "Nuestra economía está en crisis. Sólo probados reformadores como John McCain y Sarah Palin lo pueden resolver. Endurecer las reglas de Wall Street para proteger los ahorros de toda una vida", decían sus anuncios esta semana.

Sin embargo, ésa no ha sido la postura tradicional de John McCain. "Siempre he defendido una menor regulación", declaró el senador por Arizona en una entrevista el pasado mes de marzo. "Soy fundamentalmente un desregulador". -

http://www.elpais.com/articulo/semana/t ... lse_9/Tes/

¿Pero esto quién lo controlaba?
Ningún supervisor vigilaba el negocio de AIG dedicado a cubrir el impago de deuda


Las cuentas de la aseguradora American International Group (AIG) no dejan lugar a dudas. Según los datos remitidos por la propia compañía al regulador el pasado mes de junio, "aproximadamente 307.000 millones de dólares de una cartera de 441.000 millones de AIG en instrumentos destinados a cubrir contra el impago de la deuda (Credit Default Swaps, CDS) representan derivados suscritos por entidades financieras, sobre todo en Europa, con el objetivo más de proporcionar cierto alivio a las restricciones de capital que a mitigar su riesgo".



441.000 millones de dólares quedaban fuera de todo tipo de control

Toda una declaración sobre el verdadero propósito de una parte muy importante de su negocio contra el que las autoridades poco podían hacer y que dejan al descubierto las debilidades del sistema financiero estadounidense.

Los CDS son un mercado escasamente regulado. El regulador bursátil, la SEC, no podía intervenir porque estos instrumentos no cotizan en Bolsa. Tampoco podía hacerlo el regulador de seguros, porque no se trataba de una póliza de seguros propiamente dicha. Como resultado, un mercado equivalente al 8% de la Bolsa de Nueva York completamente fuera de todo control.

Con ese seguro como respaldo de las emisiones de deuda, las autoridades regulatorias reducían sus exigencias de capital a las entidades, que disponían así de más liquidez para invertir. Además, esas entidades veían cómo las calificadoras les otorgaban sin dificultades el mayor grado de inversión, la triple A, lo que a su vez les rebajaba el coste de financiación. El riesgo sistémico de una posible quiebra de AIG era, pues, evidente.

Como ha reconocido el propio presidente del Bank of America, Kenneth Lewis, "no conozco a ningún banco que no tuviera intereses en AIG". Y eso es lo que ha decantado, según los expertos, que la Reserva Federal haya acudido al rescate de una aseguradora y haya dejado caer a un banco, como es el caso de Lehman Brothers. "Ha sido su interconexión [con el sistema financiero] y el miedo a lo desconocido", explicaba Robert Altman, antiguo alto cargo del Tesoro bajo la presidencia de Bill Clinton.

Eso puede explicar la actuación de la Administración en su rescate, pero no el origen de sus problemas. El presidente del comité de servicios financieros de la Cámara de Representantes, el demócrata Barney Frank, aseguraba esta semana que esta crisis "deja más que demostrado que la falta de regulación ha causado serios problemas. El mercado privado se ha dañado solo y necesita al Gobierno para ayudarle y aliviarle".

Tampoco son menores los problemas de supervisión. El sistema estadounidense cuenta con numerosas entidades, federales y regionales, dedicadas a supervisar el sistema financiero, pero no están adaptadas al nivel de sofisticación y complejidad de muchos de sus productos.

Por ejemplo, en el caso de las hipotecas basura, el regulador bursátil no podía investigar muchos de los contratos firmados porque lo eran en el ámbito privado. El supervisor bancario no está autorizado a fiscalizar a los prestamistas no bancarios, mientras que la oficina de ahorro sólo vigila los planes de pensiones.

Ante el alcance de la crisis, la sociedad estadounidense parece que empieza a cambiar una mentalidad compartida con independencia del partido que se apoye y que se remonta a los días de la presidencia del demócrata Jimmy Carter, cuando aprobó la Ley de Desregulación de las Aerolíneas, en 1978. -
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ENTREVISTA: Primer plano JOSEPH STIGLITZ Premio Nobel de Economía
"La crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo"

Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, sostiene que la crisis de Wall Street pone de manifiesto que el modelo de fundamentalismo de mercado no funciona. En su opinión, la crisis que ha sacudido Wall Street la última semana es para ese modelo el equivalente a lo que fue la caída del muro de Berlín para el comunismo. Stiglitz critica la complejidad de los productos financieros que han provocado la crisis y los incentivos al riesgo de los sistemas de retribución de los directivos.


"Los financieros han inventado productos que no gestionaban el riesgo sino que lo producían" "Si no hubiéramos diseminado el riesgo por todo el mundo, la crisis sería aún peor en Estados Unidos"

"Si el sector financiero está en un estado deplorable, la economía está en un estado deplorable"

"La mayor parte del crecimiento de los últimos cinco años se basaba en la burbuja de la vivienda" :pensativo [¿ de que me suena esto ]

Pregunta. Barack Obama afirma que el hundimiento de Wall Street es la mayor crisis financiera desde la gran depresión. John McCain dice que la economía está amenazada, pero es básicamente fuerte. ¿Cuál de ellos tiene razón?

Respuesta. Obama se acerca mucho más a la verdad. Sí, Estados Unidos tiene talentos, grandes universidades y un buen sector de alta tecnología. Pero los mercados financieros desempeñan un papel muy importante; supusieron en los últimos años el 30% de los beneficios empresariales. Los directivos de los mercados financieros han cosechado esos beneficios con el argumento de que ayudaban a gestionar el riesgo y a asignar el capital con eficacia, y afirmaban que por eso "merecían" unos rendimientos tan altos. Se ha demostrado que no es cierto. Lo han gestionado todo mal. Ahora el tiro les ha salido por la culata, y el resto de la economía pagará porque las ruedas del comercio se ralentizan debido a la quiebra del crédito. Ninguna economía moderna puede funcionar bien sin un sector financiero vibrante.

De modo que el diagnóstico de Obama, cuando dice que nuestro sector financiero está en un estado deplorable, es correcto. Y si está en un estado deplorable, significa que nuestra economía está en un estado deplorable. Aunque no observásemos la conmoción financiera, sino la deuda doméstica, nacional y federal, el problema es serio. Nos estamos ahogando. Si observamos la desigualdad, que es la mayor desde la gran depresión, el problema es serio. Si observamos el estancamiento de los salarios, el problema es serio. La mayor parte del crecimiento económico de los últimos cinco años se basaba en la burbuja de la vivienda, que ahora ha estallado. Y los frutos de ese crecimiento no se repartieron ampliamente. En resumen, los cimientos no son buenos.

P. ¿Cuál debería ser la respuesta política al hundimiento de Wall Street?

R. Está claro que no sólo necesitamos volver a regular, sino también rediseñar el sistema regulador. Durante su reinado como jefe de la Reserva Federal en la que surgió esta burbuja hipotecaria y financiera, Alan Greenspan tenía muchos instrumentos a su alcance para frenarla, pero no lo consiguió. Después de todo, Ronald Reagan le escogió por su actitud contraria a la regulación.

A Paul Volcker, el anterior presidente de la Reserva Federal, conocido por mantener la inflación bajo control, le cesaron porque el Gobierno de Reagan no creía que fuera un liberalizador adecuado.

Por consiguiente, nuestro país ha sufrido las consecuencias de escoger como regulador supremo de la economía a alguien que no creía en la regulación. De modo que para corregir el problema, lo primero que necesitamos son líderes políticos y responsables que crean en la regulación. Además, necesitamos establecer un sistema nuevo, capaz de soportar la expansión de las finanzas y los instrumentos financieros mejor que los bancos tradicionales.

Por ejemplo, necesitamos reglamentar los incentivos. Las primas tienen que pagarse basándose en los resultados de varios años, y no de un solo año, porque esto último fomenta las apuestas. Las opciones de compra de acciones fomentan la adulteración de la contabilidad y hay que frenarlas. En resumen, ofrecimos incentivos para que se diese un mal comportamiento en el sistema, y nos salimos con la nuestra.

También necesitamos frenos, bandas sonoras. Históricamente, todas las crisis financieras han estado asociadas con una expansión muy rápida de determinados tipos de activos, desde los tulipanes hasta las hipotecas. Si frenamos eso, podremos impedir que las burbujas se descontrolen. El mundo no desaparecería si las hipotecas creciesen un 10% y no un 25% anual. Conocemos tan bien el patrón que deberíamos poder hacer algo para dominarlo. Ante todo, necesitamos una comisión de seguridad de los productos financieros, como la que tenemos para los productos de consumo. Los financieros estaban inventando productos que no gestionaban el riesgo, sino que lo producían.

Por supuesto, creo firmemente en una mayor transparencia. Sin embargo, desde el punto de vista de los criterios reguladores, estos productos eran transparentes en un sentido técnico. Pero eran tan complejos que nadie los entendía. Aunque se hicieran públicas todas las cláusulas de estos contratos, no le habrían aportado a ningún mortal información útil sobre el riesgo.

Demasiada información equivale a nada de información. En este sentido, quienes piden más revelaciones como solución al problema no entienden la información. Si uno compra un producto, lo que necesita es conocer el riesgo, así de sencillo. Ésa es la cuestión.

P. Los activos hipotecarios que han provocado el caos están en manos de bancos o fondos soberanos de China, Japón, Europa y el Golfo. ¿Cómo les afectará esta crisis?

R. Es cierto. Las pérdidas de las instituciones financieras europeas por las hipotecas subprime han sido mayores que en Estados Unidos. El que Estados Unidos diversificase estos activos hipotecarios entre tenedores de todo el mundo gracias a la globalización de los mercados ha suavizado de hecho el impacto en Estados Unidos. Si no hubiéramos diseminado el riesgo por todo el mundo, la crisis sería mucho peor. Una cosa que ahora se entiende, a consecuencia de esta crisis, es la información asimétrica de la globalización. En Europa, por ejemplo, no se sabía muy bien que las hipotecas estadounidenses son hipotecas sin recurso: si el valor de la casa baja más que el de la hipoteca, uno puede devolverle la llave al banco y largarse. En Europa, la casa sirve de garantía, pero el prestatario sigue endeudado por la cantidad debida, pase lo que pase.

Éste es uno de los peligros de la globalización: el conocimiento es local, porque uno sabe mucho más de su propia sociedad que de las otras.

P. ¿Cuál es entonces en último término el impacto del hundimiento de Wall Street en la globalización regida por el mercado?

R. El programa de la globalización ha estado estrechamente ligado a los fundamentalistas del mercado: la ideología de los mercados libres y de la liberalización financiera. En esta crisis, observamos que las instituciones más basadas en el mercado de la economía más basada en el mercado se vienen abajo y corren a pedir la ayuda del Estado. Todo el mundo dirá ahora que éste es el final del fundamentalismo del mercado. En este sentido, la crisis de Wall Street es para el fundamentalismo del mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo: le dice al mundo que este modo de organización económica resulta insostenible. Al final, dicen todos, ese modelo no funciona. Este momento es señal de que las declaraciones de liberalización del mercado financiero eran falsas.

La hipocresía entre el modo en el que el Tesoro estadounidense, el FMI y el Banco Mundial manejaron la crisis asiática de 1997, y el modo en que se está manejando ésta, ha acentuado dicha reacción intelectual. Ahora los asiáticos dicen: "Un momento, a nosotros nos dijisteis que imitásemos a Estados Unidos que vosotros sois el modelo. Si hubiéramos seguido vuestro ejemplo, ahora estaríamos en el mismo lío. Vosotros tal vez podáis permitíroslo. Nosotros, no".
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Tarde o temprano EE UU será derrocada

El capitalismo internacional está presenciando un giro de gran magnitud. Conforme la crisis financiera del subprime estadounidense va contaminando progresivamente la esfera real, se acelera el debilitamiento de la primera potencia económica del siglo XX, arrastrando con ella parte de los países de la OCDE. Paralelamente, los países emergentes, liderados por China, se asoman con vigor: sin duda este siglo será el de los emergentes.

Estados Unidos
Estados Unidos
A FONDO

Capital:
Washington.

Gobierno:
República Federal.

Población:
290.000.000 (2004)

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El epicentro del mundo se está desplazando en los últimos años hacia Oriente

No todo es sin embargo nuevo bajo el sol: hace 150 años, China concentraba más de un tercio del PIB mundial, según las estimaciones del economista Angus Maddison publicadas por el Centro de Desarrollo de la OCDE. Se podría decir que el siglo XX sólo fue un paréntesis en la historia económica internacional, China recobrando ahora una posición que no dejó de ostentar hasta finales del siglo XIX. La gran diferencia entre hoy y ayer es obviamente que la reemergencia de China es ahora diferente: al contrario de lo ocurrido anteriormente, esta economía apuesta ahora por la inserción y apertura internacional.

El rebalanceo que estamos viviendo culminará tarde o temprano en el derrocamiento como primera potencia mundial de Estados Unidos. Goldman Sachs pronostica que se dará en 2025. En las estimaciones realizadas por el Centro de Desarrollo de la OCDE la fecha es todavía más cercana: 2015, es decir, mañana. No importa cuándo exactamente se dará el vuelco; lo seguro es que a nuestra generación le tocará vivirlo. Este rebalanceo económico del mundo es masivo y generalizado: empresarial, comercial, financiero y geoeconómico.

Desde el punto de vista empresarial estamos asistiendo al auge de las multinacionales emergentes. El acceso al capital internacional, a un costo comparable a la de sus pares de la OCDE, fue en la década de los noventa un factor decisivo que les ha permitido volcarse en compras punteras incluso en los países de la OCDE, hace apenas diez años, todavía fuera de alcance.

Así, la india Mittal arrebató a los europeos Arcelor, la china Lenovo se hizo con los activos del gigante estadounidense IBM. La mexicana Cemex se convirtió, a base de compras en España, Reino Unido y Australia, en la tercera cementera del mundo y la primera en Estados Unidos. Desde Brasil, emergieron empresas como Petrobras, cuya capitalización bursátil supera cualquiera del Ibex 35 español y es superior a gigantes como Shell o Wall Mart. Su compatriota Vale es hoy en día una de las mayores mineras del mundo junto a las angloaustralianas Rio Tinto y BHP Billiton. Desde la India, Tata se estuvo haciendo con las joyas del antiguo imperio británico, comprando una tras otras empresas emblemáticas como Tetley, Corus y ahora Jaguar y Land Rover. En 2007, las inversiones directas realizadas en el extranjero por los países emergentes alcanzaron un 20% del total mundial. Hace veinte años eran simplemente inexistentes, 100% de la inversión extranjera directa en el mundo siendo realizada entonces por los países de la OCDE.

El número de transacciones M&A (fusiones y adquisiciones) originadas por empresas procedentes de mercados emergentes, que tenían por objeto a compañías de la OCDE, ha crecido también de manera espectacular a un ritmo del 26% anual en los últimos cinco años. Estas transacciones representan todavía una escasa parte del total mundial (6% del total en 2007). Pero sin embargo el dinamismo es creciente, India liderando el proceso, por delante de Malasia y China. Igualmente, China e India se convirtieron, en 2007, en los países más atractivos del mundo, por delante de Estados Unidos, para realizar inversiones por parte de las principales multinacionales.

Desde el punto de vista comercial, los flujos dejaron de estar polarizados por los países de la OCDE. Éstos siguen concentrando el grueso de los flujos internacionales, pero en 2007, por primera vez, los intercambios comerciales de los países emergentes se diversificaron: las exportaciones de estos países hacia otros países emergentes superaron las exportaciones realizadas hacia los países de la OCDE. Estamos presenciando una explosión de los intercambios comerciales entre China y África, China y América Latina. Ambos continentes, África y América Latina, dejaron de ser así los patios traseros de las potencias occidentales. En África, las petroleras y mineras de los nuevos mundos, las chinas pero también las indias, rusas o brasileñas, compiten ahora a la par con sus rivales occidentales.

En el ámbito financiero, los centros nerviosos que siguen dominando, la City de Londres y Wall Street en Nueva York, están viendo brotar nuevos competidores des lugares exóticos como Dubai, Hong Kong o Singapur. El año pasado, los mercados emergentes concentraron casi el 40% del total de la actividad de las 1.300 salidas en Bolsa realizadas ese año, según Merrill Lynch y CapGemini. Los activos manejados por los fondos soberanos emergentes ya superan los manejados por toda la industria de hedge funds de los países de la OCDE. Hoy en día, más del 70% de las reservas internacionales están en manos de los países emergentes.

La crisis del subprime es de hecho emblemática de la reversión que se está dando: por primera vez en la historia, las instituciones financieras del (supuesto) primer mundo fueron rescatadas por las del tercer mundo. Los prestamistas de última instancia de los bancos de Wall Street y de la City estuvieron de manera paradójica en Abu Dabi, Beijing, y Singapur, Washington y Londres asistiendo a la vez pasmados y aliviados a ese rescate por parte de caballeros blancos inesperados hace apenas una década. En total, estos fondos volcaron más de 40.000 millones de dólares en los iconos del capitalismo financiero occidental.

Como todos los rebalanceos, el que estamos viviendo conllevará sus periodos de tensiones. El epicentro del mundo se está desplazando hacia el Oriente. Esto no significa que se desvanecen las potencias de la OCDE, sino más bien que el reequilibrio se está dando mediante la emergencia de un mundo económicamente mucho más multipolar. Pero la gran noticia, por celebrar, está aquí: por primera vez en la historia económica reciente los ganadores de la globalización dejaron de estar concentrados en los países de la OCDE.

Javier Santiso es director y economista jefe del Centro de Desarrollo de la OCDE y presidente, OECD Emerging Markets Network (EmNet).
http://www.elpais.com/articulo/semana/T ... se_13/Tes/


Que se queden en Las Vegas
Mientras observaba cómo desaparecían los activos financieros en estos últimos meses, a menudo oía una voz en mi cabeza, y es la misma que la de uno de esos crupieres de Las Vegas que fríamente te dice mientras se lleva todas sus fichas después de que te arruines en el blackjack: "Gracias por jugar, damas y caballeros".

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Los reguladores tienen que limitar los riesgos que pueden asumir bancos y aseguradoras ante la fuerte conexión de los mercados

Estamos ante el final de una época, la de que menos gobierno era mejor gobierno y la de dejárselo todo a los mercados

Tampoco necesitamos un 'brote' regulador en Wall Street, sólo más transparencia

Eso es lo que ocurre cuando la burbuja estalla. Uno se siente barrido, y la frialdad con la que los crupieres -en este caso, los mercados- se llevan todas tus fichas es desesperante. Es fácil que nuestra reacción sea exagerada y es importante que no lo sea. Ahora es el momento de decidir con frialdad qué pueden hacer mejor los mercados y qué pueden hacer mejor los Gobiernos.

Entendamos qué ha ocurrido aquí. Wall Street -el sector financiero- se convertía en burbuja en años recientes gracias a un exceso de liquidez y al mayor fabricante de burbujas de la historia: la avaricia. Algunos de los más inteligentes olvidaban una de las reglas de inversión más antiguas: que no existe el beneficio sin riesgo. Cuando uno se excede en la busca de rendimientos, antes o después acaba escaldado.

En la década de 1990, se suponía que el beneficio sin pérdidas, sin riesgos, lo ofrecían las acciones de las empresas de Internet. La versión en esta década son las hipotecas subprime y los activos financieros. Al igual que las empresas de Internet en los años noventa, las acciones financieras se inflaron hasta alcanzar niveles ridículos y los salarios de los ejecutivos de Wall Street alcanzaron alturas ridículas. Ahora vemos estallar la burbuja en vivo y en directo: "Gracias por jugar, Lehman Brothers". Realmente triste para una empresa de 158 años.

El mercado está ahora consolidando este sector y los fuertes se comen a los débiles, lo cual impondrá su propia disciplina fiscal. Bien. Quizá, después, más de nuestros genios de las matemáticas de nueva generación piensen en diseñar la siguiente gran industria mundial -la tecnología energética- en lugar de diseñar derivados.

Pero también necesitamos entender lo que esta burbuja tiene de extraordinario para determinar cuándo tiene un Gobierno inteligente que intervenir. Una razón de que esta burbuja financiera creciese tanto es bien conocida: usted y su vecino salieron y compraron hipotecas subprime, algo que permitió a muchas más personas convertirse en propietarias, una verdadera bendición. Su empresa financiera o su banco local, que extendieron estas hipotecas, las revendieron posteriormente a un agregador que las puso a la venta en grandes paquetes con miles de hipotecas subprime más. Entonces esos paquetes de préstamos se dividieron y vendieron en pequeños trozos, en forma de bonos empresariales a todo tipo de instituciones, que buscaban un beneficio extra. Los pagos que usted hacía de su hipoteca subprime servían para pagar los intereses de esos bonos.

Pero cuando se hundió el mercado de la vivienda, y los estadounidenses no pudieron pagar sus hipotecas ni vender su casa, los bonos perdieron valor y, por consiguiente, los bancos que los poseían perdieron capital, y toda la pirámide empezó a desplomarse. Esto infectó a todo el mercado de la vivienda, de modo que los bancos ya no sabían el valor de sus activos respaldados por hipotecas. ¿La consecuencia? Dejaron de prestar. De ahí la actual escasez de crédito. Esta escasez de crédito es lo que hace la crisis tan mortal. No podemos soportar una situación prolongada en la que los bancos no presten a las empresas buenas.

Por eso el Congreso debe crear una nueva Resolution Trust Corporation, como la que usamos para salir de la crisis de las cajas de ahorro en la década de 1980. Como entonces, también ahora necesitamos un organismo público que retire las hipotecas tóxicas de los balances contables de los bancos, las guarde y las venda de manera ordenada más adelante. Eso podría impedir una venta desesperada de casas e hipotecas ahora y devolvería a los bancos la confianza para que empiecen a prestar de nuevo.

A largo plazo, sin embargo, los reguladores tienen que encontrar formas de limitar la cantidad de endeudamiento que los bancos de inversión o las compañías aseguradoras pueden asumir en un momento determinado, porque, dado lo interrelacionados que están todos ellos en la economía mundial de hoy, la quiebra de un banco puede hundir a muchos.

"Estamos al final de una época, el final de la época de dejárselo todo a los mercados y de la gran actitud evasiva de que menos gobierno es siempre un mejor gobierno", sostiene David Roghkopf, ex funcionario del Departamento de Comercio durante el Gobierno de Clinton y autor de un libro sobre los líderes financieros del mundo que han producido esta crisis: 'Superclass: The Global Power Elite and the World They Are Making'. "Pienso, sin embargo, que es importante resaltar la diferencia entre un Gobierno inteligente y simplemente más Gobierno".

"No necesitamos un brote regulador en Wall Street", añadía. "Necesitamos replantearnos cómo hacer más transparentes los mercados financieros y cómo garantizar que los riesgos de esos mercados -muchos de los cuales son nuevos y no son bien comprendidos ni siquiera por los expertos- se gestionan y se vigilan adecuadamente".

En resumen, la tarea del Gobierno es vigilar que la estrecha línea que separa la asunción de riesgos necesaria que impulsa una economía de innovación, y las apuestas enloquecidas con los ahorros de otros y de modos que nos amenazan a todos. Necesitamos asegurarnos de que lo que ocurre en Las Vegas se queda en Las Vegas y no se traslada a los distritos comerciales. Necesitamos volver a invertir en nuestro futuro y no limitarnos a apostar por él.


"Esto es sólo el principio de la crisis"
El paquete de intervención del Gobierno de EEUU no resolverá la raíz del problema, según el Nobel de economía Joseph St


El paquete de intervención a gran escala en los mercados anunciado por el Gobierno de EEUU está desatinado, pues no responde directamente a la crisis inmobiliaria, la raíz del problema, según el Nobel de economía Joseph Stiglitz, para quien "esto sólo es el principio de la crisis".

Los mercados han recibido con exuberancia el anuncio de una intervención de cientos de miles de millones de dólares, pero Stiglitz dijo en una entrevista que el ciudadano común debería estar muy preocupado, pues el país, a su juicio, está al borde de la recesión.

En lugar de comprar la deuda "tóxica" de los bancos, que nadie quiere, el Gobierno debería conseguir la renegociación de las hipotecas de las personas que están con el agua al cuello, dijo. Stiglitz cree que la crisis es una consecuencia de la "mala gestión" de la administración republicana y de la Reserva Federal, que no supervisó debidamente el sistema financiero y emborrachó a Wall Street con liquidez antes de la crisis.

También la vincula con Irak, que es "La guerra de los tres billones de dólares", según reza el título de su último libro, en el que da una estimativa "conservadora", según él, del costo del conflicto para Estados Unidos.

Stiglitz, quien recibió el Nobel en 2001 y ahora es profesor en la Universidad de Columbia, habla desde el bando demócrata y con conocimiento de los entresijos del Gobierno, pues fue el principal consejero económico de Bill Clinton cuando era presidente.

Actualmente asesora a Barack Obama, el candidato presidencial demócrata, pero en la entrevista dijo hablar en nombre propio.


¿Qué opina del programa de intervención en los mercados financieros anunciado por el Gobierno de EEUU?
Creo que ni es suficiente, ni se ha hecho de forma correcta, ni aborda el problema fundamental, que es la gran cantidad de ejecuciones de hipotecas. El sistema se está desangrando por el peso de la deuda y parte de esa deuda se debe a la guerra en Irak.


¿Usted ve un vínculo directo entre ese conflicto y la crisis financiera?
La guerra ha contribuido al debilitamiento de la economía. En el 2008-2009 está previsto que tengamos el mayor déficit presupuestario de nuestra historia.La guerra también ha contribuido al alto precio del petróleo. Hemos drenado nuestra economía para comprar petróleo. Eso fue el motivo de la amplia liquidez (suministrada por la Reserva Federal antes de la crisis): aminorar los efectos de un gasto tan alto en Irak, pero por supuesto, con eso se creaba un problema en el futuro.

Es sorprendente que la economía estadounidense siga creciendo, aunque lentamente, pese a la crisis financiera. ¿Cómo ve usted sus perspectivas?

El desempleo ha subido, al 6,1 por ciento, y probablemente se eleve sustancialmente más. Esa es una de las razones por las que esto es sólo el principio de la crisis.Nos dirigimos lentamente hacia un descarrilamiento económico que exacerbará los problemas financieros. A medida que los ingresos caigan, los precios de la vivienda bajarán más y habrá más desahucios, así que estamos dentro de una espiral y nadie hace nada para pararla.Hay una probabilidad significativa de una recesión en los próximos trimestres.

¿Cómo evalúa la situación actual de los mercados?

La situación es mucho peor de lo que usted imagina, como demuestra que el mercado monetario casi se colapsara el jueves. Incluso gigantes industriales pueden afrontar problemas de liquidez ahora. Los problemas son muy graves. Es lógico que tras ocho años de mala gestión económica (el mandato de George W. Bush) haya esta falta de confianza.

¿Qué debería hacer el Gobierno para frenar la crisis?
Podemos fomentar la renegociación de las hipotecas para que menos personas tengan que declarar la bancarrota. No le ayuda a nadie que la gente se vean obligadas a salir de sus casas.

¿Cree que una regulación deficiente ha jugado un papel en la crisis?
No hay duda. El problema no es sólo la falta de regulación, sino la falta de aplicación de las normas.Hemos aprendido que no se puede dejar a los bancos de inversión regularse a sí mismos. No se puede dejar a la Reserva Federal, que está aliada estrechamente con los banqueros, a cargo de toda la regulación del sistema financiero. Se suponía que la Reserva se llevaba el ponche cuando la fiesta se vuelve escandalosa, pero en su lugar echó más alcohol.
http://www.publico.es/152990/esto/solo/principio/crisis
 
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