Después de leer el articulo entero, casi podría afirmar que quien lo ha escrito seguro que lee este foro y además lee a Santiago Niño Becerra. Desde mi punto de vista yo creo que no va muy desencaminado.
Bueno ahí va el tocho:
En este momento, pocos dudan de que la actual crisis va a tener serias repercusiones en la economía real. Algunos afirman que esas repercusiones serán más que importantes, otros se atreven a sugerir que será el fin del capitalismo.
Puede que se acerque el final de buena parte de lo que conocemos. Yo no creo que eso vaya a suceder. Aunque los hechos que han ocurrido hasta ahora fueran desencadenando otros, cada vez más graves, y viéramos como el sistema se va derrumbando trozo a trozo, no debemos olvidar que el futuro no está escrito, porque el hombre tiene capacidad de modificar su conducta, de tener nuevas e ingeniosas ideas que solucionen sus problemas y, en el mundo actual, tan evolucionado, tan interconectado entre sí, si las cosas se ponen muy feas, no dejarán de aparecer nuevos líderes políticos y empresariales que sabrán enderezar el rumbo de la situación, por desesperada que ésta sea. Al menos eso espero, y creerlo me ayuda a mantener el optimismo.
Pero, ¿es posible que el sistema se hunda en esta crisis? Vamos a tratar de imaginar un escenario en el que eso pudiera ocurrir, y como sería el proceso de hundimiento.
La cadena de sucesos, como el post anterior, irá numerada por etapas.
1.- Los países desarrollados han aprobado un paquete de gastos para reactivar la economía. Para hacerlo, pretenden destinar una cantidad equivalente a un 1 o un 1,5% del PIB. No es demasiado, cuando, ante los primeros coletazos de la recesión, el crecimiento de la economía ha caído más de dos puntos. Y esto no ha hecho más que empezar. ¿Cuánto podría caer el año que viene? Con unos consumidores amedrentados por las malas noticias y el paro subiendo de forma alarmante mes a mes, esa cantidad que pretenden destinar parece bastante pequeña para frenar lo que se acerca.
2.- Los impuestos recaudados van a descender en una cantidad muy importante. El IRPF dará menos ingresos, porque hay menos gente trabajando. La Seguridad Social recaudará menos, al haber menos ocupados. El impuesto sobre transmisiones patrimoniales, por la compraventa de viviendas, va a dejar de recaudar una buena parte de lo que ha recaudado en los años anteriores. El IVA se verá bastante afectado y el Impuesto de Sociedades también. Los gastos públicos van a aumentar considerablemente, al tener que pagar prestaciones o subsidios de desempleo a muchos trabajadores. También habrá abundantes prejubilaciones, debidas a EREs, que empeorarán las cuentas de la Seguridad Social.
3.- Debido a la menor recaudación de impuestos, los países van a ver su déficit público aumentar notablemente. Muchos no tardarán en superar el 5%, algunos incluso llegarán al 10% si esto se agrava, y eso hará que tengan que moderar el gasto. Las medidas de aumento del gasto público que se han decidido hasta ahora, si no se ponen en marcha pronto, es posible que nunca lleguen a producirse. Con la disminución en la recaudación, los gobiernos no van a saber de donde recortar el exagerado gasto que han estado realizando en los años de bonanza, así que confiar en que un aumento del gasto público vaya a salvarnos de la recesión es, cuando menos, cuestionable.
4.- El Fondo Monetario Internacional dispone de unos 200.000 millones de dólares para rescatar a países con sistemas financieros en crisis. Esto no ha hecho más que comenzar y ya se han gastado una buena parte de ese dinero en rescatar a los más endeudados. En cuanto haya algún país más con problemas, el dinero se agotará por completo, y las grandes economías van a estar tan ocupadas salvando a sus propios sistemas financieros que no tendrán mucho dinero para rescatar a las naciones con más problemas. Cada país que se declare en bancarrota provocará que su moneda y el precio de su deuda pública se deprecien mucho. Esto afectará a muchos fondos de inversión que tengan dinero invertido en bonos de los países con problemas, pero, a quien más afectará, será a los grandes bancos internacionales que hayan prestado cantidades importantes de dinero a estos países. Cuando los sistemas financieros de ciertos estados comiencen a quebrar y el FMI no pueda hacer nada, habrá una nueva oleada de grandes bancos con problemas. Estados Unidos y la UE tendrán que intervenir de nuevo, rescatando a las entidades financieras con problemas (si no lo hacen, cada gigante que vaya cayendo arrastrará a otros, colapsando el sistema, así que no quedará otro remedio que hacer lo que se pueda para mantenerlos a flote). Hay muchos fondos de inversión y de pensiones que tienen su patrimonio invertido en bonos emitidos por los grandes bancos, y muchos fondos garantizados que tienen sus garantías emitidas por estos bancos, así que, una quiebra grande, puede dejar a muchos ahorradores sin buena parte de su dinero (mucho ojo con los fondos de renta fija, que podrían dar más de un susto). Los bancos de la zona Euro y los norteamericanos serán, probablemente, rescatados o nacionalizados. Difícil lo van a tener los bancos de Suiza. Como alguno de los enormes bancos se vea en serias dificultades, el pequeño país alpino puede quedarse sin recursos para rescatarlo, y, si alguno llegara a quebrar, el daño para el sistema financiero internacional sería considerable. Yo, por si acaso, no tendría en este momento dinero en ninguno de los bancos suizos, ni tendría mi dinero en francos suizos. Lo que en otros momentos puede ser un buen refugio, tal vez llegue a convertirse en una trampa mortal.
5.- Cuando los países endeudados empiecen a quebrar, se producirá un efecto contagio, porque el capital internacional irá huyendo de todas las naciones con riesgo de caer en la misma situación. Esa retirada de capital irá haciendo quebrar a otros países, provocando más desconfianza y haciendo que el capital se vaya retirando de otras naciones poco solventes. Muchos países en vías de desarrollo van a ver como su moneda se hunde y como el crédito internacional les es restringido. Eso provocará desabastecimiento, hambre, revueltas populares, caída de gobiernos, guerras civiles… En definitiva, muchos países emergentes van a dejar de emerger, para quedar sumidos en la situación de miseria en la que se encontraban hace décadas, incluso en condiciones peores muchos de ellos.
6.- La crisis ha comenzado afectando al sector inmobiliario y a la automoción. El primero va a detener su actividad casi por completo (aún quedan muchas obras en proceso de ejecución, así que el problema no ha salido a la luz por completo) y el segundo, ya maduro y con dificultades antes de que esto empezara, va a necesitar importantes ayudas públicas para mantenerse a flote. Si la demanda de vehículos sigue tan baja (un coche nuevo es un gasto prescindible para la mayoría de nosotros, porque podemos aprovechar el antiguo mucho más de lo que lo hemos hecho en los últimos años), cientos de miles de empleados van a perder sus puestos de trabajo en un futuro no muy lejano
7.- La construcción y la industria del automóvil van a arrastrar a otras muchas industrias, en las que habrá fuertes reducciones de personal y más de una quiebra. Cada concurso de acreedores declarado por una empresa importante arrastrará a muchos de sus proveedores (las empresas grandes pagan a varios meses, así que todos los proveedores importantes tienen, en cualquier momento, cantidades relevantes pendientes de cobro). Muchos de esos proveedores también tendrán que cerrar sus puertas. El paro generado provocará una menor demanda de productos, nuevos cierres de empresas y más paro.
8.- Especialmente importante es la cuestión del precio de la vivienda. Ha subido mucho en los últimos años, produciéndose una desviación importante entre lo que cuesta construir un piso y el precio por el que se han estado vendiendo. Ya vimos en el post anterior como la demanda ha sido excesiva por diversos motivos, provocando subidas de precios mayores a las que deberían haberse producido. Cuando muchos de los que ahora tienen dificultades para llegar a fin de mes pierdan su trabajo, una parte querrán vender su piso para pagar las deudas. Ese aumento en la oferta, unido a que muchas inmobiliarias necesitadas de liquidez o en proceso de liquidación querrán vender sus pisos, y a las ventas que tratarán de hacer los bancos de las propiedades embargadas, hará que el mercado se sature. Ya hay muchas viviendas vacías, y la crisis hará que más gente comparta piso, vuelva a vivir con sus padres o regrese a su país de origen. Con esa enorme cantidad de casas vacías y muchos vendedores necesitados de dinero, parece difícil que el precio de la vivienda no baje. Además, cualquiera que haya analizado con un poco de detalle el curso de una obra, debería tener claro que la edificación es uno de los procesos productivos menos avanzados del mundo actual. En los próximos años aparecerán nuevos materiales, máquinas que hagan buena parte del trabajo que ahora hacen los operarios y los costes de producción se van a reducir notablemente, como ha pasado en otras industrias. Si el coste de construcción baja, y el precio de los pisos ahora debe ser de unas tres veces lo que cuesta su construcción, vemos que existe una diferencia notable entre valor y precio que, además, no va a tender a disminuir sino a aumentar en el futuro. Esa diferencia es lo que ahora se considera como el coste del suelo, pero ese coste tiene un fuerte componente especulativo, y tendrá que bajar, como lo hacen todos los precios hinchados por la especulación. Cuando el precio iguale al valor (lo que es muy probable que ocurra, y no tardando demasiado), el precio de los pisos podría perfectamente estar un 40% por debajo del que alcanzó durante el boom. En algunas zonas incluso la bajada será mayor.
9.- Esa bajada de precios dejará a muchos propietarios con unas deudas mucho mayores que el valor de su piso. En Estados Unidos, quien no puede pagar la hipoteca, entrega su casa al banco y la deuda queda saldada. Pero, en Europa, la casa entregada al banco es vendida y, si no se obtiene suficiente para pagar la deuda, se reclama al propietario la cantidad que falta. Si los precios bajan, los embargados verán no sólo como el banco se lo lleva todo, sino que quedarán debiendo una cantidad importante de dinero, equivalente en muchos casos al sueldo de varios años.
10.- Los bancos tienen en sus activos una cantidad enorme de créditos hipotecarios, muchos de ellos concedidos en plena burbuja inmobiliaria. El hundimiento de precios de la vivienda será catastrófico para el sistema financiero. Muchos bancos verán como las propiedades que van embargando no cubren las cantidades debidas por sus clientes, a los que, en paro y sin ingresos, tardarán años en poder cobrar la deuda pendiente. Nuevo problema para los bancos y las cajas de ahorros, que necesitarán más dinero público, más ampliaciones de capital, más ventas de activos y, en muchos casos, de una nacionalización, para evitar una quiebra en cadena. Además, los bancos tienen también en su cartera muchos créditos concedidos a empresas. Cuando estas empresas empiecen a quebrar, los bancos van a dejar de cobrar cantidades muy importantes de dinero, viendo agravadas seriamente sus dificultades. Para entonces, no quedará otro remedio que nacionalizar buena parte de la banca, puede que toda, y que sea el Estado quien garantice la supervivencia del sistema financiero.
¿Se acerca el fin del capitalismo? II
Continúo con la previsión fatalista del mundo.
11.- La disminución continuada de la actividad económica reducirá sin cesar la demanda de materias primas, especialmente de petróleo. Ante la mala situación económica, se utilizará más el transporte público y menos el transporte privado. Como menos gente trabaja, habrá menos desplazamientos diarios en coche. La construcción tampoco consumirá combustible, y los camiones mucha menor cantidad de la que consumían anteriormente, ya que se realizará un menor número de transportes. Y el número de pozos en producción será el mismo que antes. Los países productores, que dependen de la venta de petróleo para financiar sus presupuestos nacionales, ante una bajada en el precio, deberán vender más barriles para obtener el dinero que necesitan. Las empresas petrolíferas, que han realizado en los últimos años importantes inversiones en nuevos yacimientos, deben rentabilizarlos, así que tendrán que extraer mucho petróleo para conseguir dinero. El aumento de producción, en un mercado con mucha menos demanda de la que tenía anteriormente, hará que los precios bajen, y esa bajada se alimentaría a sí misma ya que, cuanto menor sea el precio, mayores serán las necesidades de dinero de los vendedores.
12.- Los países productores de petróleo gastarán sus reservas de dólares, para sobrevivir durante una temporada, esperando que el precio del barril se recupere. La mayoría de los dólares de los países productores están invertidos en bolsa o en bonos del gobierno americano. Cómo la bolsa ha caído bastante, los administradores de ese dinero optarán por vender los bonos. La venta de bonos va a ser masiva, y, los dólares obtenidos con esa venta se cambiarán a monedas de los países productores, para poder hacer frente a sus gastos internos.
13.- Esas ventas masivas de bonos harán que, en el mercado, los tipos de interés suban (muchas ventas hacen que el precio del bono baje, y eso implica un mayor descuento sobre su valor, que es equivalente a un mayor interés). Esto perjudicará las nuevas emisiones del gobierno americano, que, para hacer frente a tanta intervención en bancos con problemas y a tanto gasto público como ha prometido, tendrá que emitir millones de bonos. Pero, como los dueños de los petrodólares estarán vendiendo bonos en gran cantidad, el tipo de interés tendrá que subir si quieren captar el dinero necesario. Un tipo elevado en los mercados financieros se traduce en poco tiempo en un tipo interbancario alto (nadie presta a otro banco a un 2% si puede obtener un 4% invirtiendo en deuda pública). Así, las bajadas de tipos realizadas por los bancos centrales en los últimos tiempos no serán sostenibles, porque el mercado de bonos, dentro de algún tiempo, comenzará a tirar hacia arriba de ellos.
14.- La subida de tipos hará que las cuotas de las hipotecas se disparen, aumentando el número de personas ahogadas por sus deudas, y deseosas por vender su vivienda para saldar sus deudas. Eso empujará más a la baja los precios inmobiliarios y agravará el problema del punto 10. Al subir los tipos de interés, la carga financiera que tendrán que soportar las empresas endeudadas será mayor, disminuyendo sus beneficios, aumentando el número de quiebras, los despidos de trabajadores, disminuyendo más la demanda, bajando la recaudación del sector público…
15.- La venta de los dólares obtenidos al deshacerse de los bonos del punto 13 hará que baje mucho la cotización del dólar. Cuanto más baje el dólar, más bonos tendrán que vender para obtener la misma cantidad de dinero, agravando el problema y originando nuevas subidas de tipos y bajadas del dólar.
16.-Como las necesidades de dinero por parte de Estados Unidos serán grandes y eso presionará los tipos de interés al alza, haciendo más difícil la situación de ciudadanos y empresas, no quedará más remedio que reducir la emisión de bonos y obtener dinero de otras fuentes. Un gobierno puede conseguir dinero de tres formas: subiendo impuestos, endeudándose o imprimiendo nuevos billetes. No podrá endeudarse porque nadie compra bonos si no es a un tipo demasiado elevado. No podrá recaudar más, porque la economía se deprime poco a poco y cualquier subida de impuestos podría ahogarla aún más (de hecho, cuanto más se agrave la recesión, menos impuestos recaudará el estado). Así que no quedará otro remedio que imprimir nuevos dólares. Eso hundirá la cotización del dólar aún más, provocando inestabilidad financiera y una tasa de inflación elevada. La impresión de billetes salvará a Estados Unidos de la bancarrota, pero reducirá la credibilidad del dólar y hará que salga mucho dinero del país, secando los mercados de crédito y dejando de financiar en buena medida el abultado déficit de su balanza comercial.
17.- Si el resto del mundo deja de financiar el déficit comercial americano, ellos tendrán que disminuir sus compras al exterior, si no quieren ver como su economía entra en un serio declive. Y, para hacerlo, impondrán medidas proteccionistas y fuertes aranceles a la importación de productos extranjeros.
18.- Las fuertes medidas proteccionistas que impondrá Estados Unidos harán que la producción de China, Japón y el resto de los países asiáticos pierda la parte más importante de su mercado. Ante la fuerte reducción de la demanda, muchas empresas asiáticas irán a la quiebra, arrastrando a otras y deprimiendo las economías de sus países, excesivamente dependientes de las exportaciones al mercado americano.
19.- Los países asiáticos, necesitados de dinero, deberán vender sus dólares (invertidos en bonos la mayoría), agravando los problemas de subida de interés en Estados Unidos y de caída de la cotización del dólar. Como estas economías fijan sus precios en dólares y muchos de sus gastos están en moneda local, la bajada del dólar y la subida de su moneda harán que muchas empresas entren en pérdidas y tengan que cerrar, incrementará los costes de producción y conducirá a la economías de los países asiáticos hacia un continuado declive.
20.- En China, país especialmente dependiente de las exportaciones, ya que apenas tiene mercado interno, esa disminución de las ventas al exterior tendrá unos efectos especialmente intensos. Dejará las zonas industriales llenas de fábricas cerradas y trabajadores en paro. Actualmente, el salario de muchos trabajadores chinos sólo les permite sobrevivir con bastante precariedad. Cuando pierdan sus empleos y dejen de tener ingresos, muchos tendrán dificultades para comprar la comida que necesitan sus familias para alimentarse. Eso provocará revueltas en las zonas industriales, donde millones de desempleados protestarán por sus malas condiciones de vida. Habrá intervenciones del ejército ante las protestas, provocando daños materiales, inestabilidad e inseguridad en el país. La inversión extranjera huirá ante el riesgo de inestabilidad política, agravando más el problema de la economía china.
Y hasta aquí el segundo capítulo de la historia del fin de capitalismo.
Repito una vez más que es una previsión pesimista, porque, probablemente, por el camino, se tomen medidas relevantes que interrumpan este proceso.
Continúo con la cadena de predicciones pesimistas.
21.- Mientras en Estados Unidos se produce una venta masiva de bonos y de dólares y la economía asiática sufre un brusco enfriamiento, en Europa, las cosas no marcharán mucho mejor. Ante la caída del precio de los inmuebles y la gran cantidad de quiebras empresariales, la mayoría de los bancos serán incapaces de recuperar los créditos concedidos. Uno a uno, irán viendo como su liquidez se agota, y necesitarán sacar fondos de donde sea. Las ampliaciones de capital serán cada vez más difíciles de colocar, por el desencanto de unos inversores muy castigados por el mal comportamiento de las bolsas. Con tanta incertidumbre, los bancos seguirán sin prestarse dinero unos a otros, así que, la única vía para lograr el capital necesario será la intervención pública. Los estados tomarán participaciones importantes en el capital de buena parte de los bancos, nacionalizando la mayoría de ellos y asumiendo las pérdidas procedentes de los créditos incobrables.
22.- El paro no dejará de subir, disminuyendo la recaudación de impuestos y limitando la capacidad de actuación del sector público. El problema será parecido al de Estados Unidos: primero, la emisión de bonos subirá los tipos, agravando el problema de los endeudados. Luego, la impresión de billetes creará inestabilidad, inflación y hará perder la confianza en la moneda, que se devaluará. Los países que han invertido en euros en el pasado, necesitados de fondos, venderán sus reservas de divisas y la salida de capital empeorará aún más la situación económica.
23.- Con una tasa de paro nunca vista en las últimas décadas, unos estados endeudados y sin capacidad de obtener capital si no es imprimiendo moneda, una ausencia casi total de compradores para una enorme cantidad de viviendas que urgirá vender al precio que sea y la economía cada vez más deprimida, comenzará a aparecer un fenómeno casi desconocido en la Europa actual. Crecerá el número de personas sin hogar, surgirán cinturones de chabolas alrededor de la mayoría de las ciudades y la delincuencia subirá a niveles nunca vistos.
24.- Una persona que pierde su trabajo, su casa, queda endeudada para muchos años y no recibe ninguna ayuda del Estado, sólo puede mendigar o robar para sobrevivir. La caridad no podrá cubrir las necesidades de todos los desposeídos, así que el número de robos subirá de forma alarmante. Las policías europeas no están preparadas para hacer frente a un aumento de la delincuencia hasta ese nivel, así que su eficiencia será cada vez menor. Habrá zonas donde la policía no se atreva a entrar, se detendrá a una proporción muy pequeña de los que cometan delitos, las cárceles estarán saturadas y los juzgados también, así que las calles estarán llenas de delincuentes que pueden tardar años en ser juzgados, o de presos puestos en libertad al menor síntoma de buen comportamiento, para dar cabida en la cárcel a los nuevos delincuentes. Y, con unos gobiernos haciendo malabares para ver de donde recortan más y más el presupuesto, será complicado aumentar las dotaciones del sistema judicial, del penitenciario o de los cuerpos de policía. Los abundantes robos minarán los beneficios de las pocas empresas que aún los tengan, hundirán a muchas compañías de seguros, provocarán importantes pérdidas a los ciudadanos que mantengan su poder adquisitivo y también al patrimonio del Estado.
25.- Y, país por país, irán llegando a una situación en la que el sector público no podrá hacer frente a sus pagos. Del gasto público se recortará todo lo recortable. Las primeras partidas en ser suprimidas serán el gasto en política medioambiental, en política social y en cultura. Luego las obras públicas y cualquier inversión que no sea imprescindible. Se reducirán al máximo las prestaciones sociales, se despedirá a casi todos los empleados públicos que no sean fijos… Y, con cada recorte del gasto público, la economía se irá contrayendo más y más: mayor tasa de paro, menos consumo, más empresas deben cerrar sus puertas, más gente pierde su casa,… Las pensiones y los sueldos perderán buena parte de su poder adquisitivo, debido a la rápida inflación.
26.- En Rusia el declive será mucho más rápido que en la Unión Europea. Con el desplome en el precio del petróleo y las materias primas, Rusia perderá su mayor fuente de ingresos. El déficit público se disparará, se consumirán rápidamente las reservas de divisas y el Estado terminará declarándose en bancarrota. La moneda se hundirá, el desabastecimiento entre la población será enorme, habrá protestas, disturbios, posiblemente algún golpe de estado… Gobiernos poco duraderos se sucederán en el poder, tratando de mantener a flote una economía empobrecida y mal gestionada, sin contar con el apoyo de ningún otro país, ya que cada uno tendrá más que suficiente con hacer frente a sus problemas internos. Los países de Europa del Este sufrirán una suerte parecida. Su declive será más rápido cuanto más hayan dependido de la financiación o la inversión extranjera para comenzar a despegar.
27.- La Unión Europea, igual que Estados Unidos, impondrá fuertes medidas proteccionistas, y el comercio internacional se reducirá a niveles mínimos. El desabastecimiento de ciertos productos agravará la situación de muchas industrias, ya castigadas por la falta de demanda. La estructura productiva mundial no está preparada para una interrupción del comercio. Si las vías comerciales dejan de ser fluidas, en un entorno global plagado de conflictos y revueltas, será habitual que, periódicamente, se produzca desabastecimiento de ciertos productos básicos. Los países que importan una parte importante de los alimentos que consumen serán los más vulnerables. La población actual prácticamente triplica a la que había en 1930. Si se retrocede, si el comercio mundial se reduce drásticamente, si abundan los conflictos internos en los países productores de alimentos y materias primas, la producción se reducirá, no habrá alimentos para todos o, si los hay, a veces no podrán llegar a los lugares donde sean necesarios. Imaginemos, por ejemplo, que el suministro de petróleo se interrumpe durante varios meses. Cuando se agoten las reservas, los camiones dejarán de circular, los supermercados se irán quedando desabastecidos, será difícil conseguir comida, se especulará con el precio de los alimentos de primera necesidad, y muchos no podrán alimentarse. Imaginemos que el desabastecimiento se produce en pleno invierno, en una ciudad del norte de Europa, y muchos hogares se quedan sin calefacción durante semanas o meses.
28.- Una población masivamente empobrecida, con interrupciones frecuentes en el suministro de productos de primera necesidad, viviendo en países con una policía incapaz de controlar a millones de delincuentes, que roban y matan para sobrevivir, será el caldo de cultivo para frecuentes revueltas. Algunos comenzarán a ocupar pisos vacíos, otros se organizarán en bandas de crimen organizado y habrá que utilizar al ejército para mantener el orden. El caos tenderá a crecer. Cuanto menos comercio haya, cuanto más paro, cuanta más delincuencia, cuanto más desabastecimiento, menor será la producción de alimentos y de todo tipo de bienes, empeorando la situación de cada vez más personas. Una represión demasiado dura por parte de las autoridades podría ser la chispa que desencadene una revolución, una desobediencia absoluta por parte de aquellos que no tienen nada que perder, y eso puede ser una avalancha incontrolable: comisarías y cuarteles asaltados para conseguir armas, derrocamiento de gobiernos, robos y saqueos masivos,… Muchos países podrían quedar sumidos en el caos en cuestión de pocas semanas. Y, si la producción de alimentos disminuye, necesariamente habrá mucha gente que muera de hambre. Y, cuanta más gente en situación extrema haya, mayor será la crueldad de los enfrentamientos. Y, en un territorio sin gobierno y donde no hay comida para alimentar a todos, la lucha por la supervivencia diaria hará que se interrumpa por completo el suministro de todo lo básico: No habrá electricidad, ni teléfono, ni periódicos, ni combustible, la producción de casi todo se reducirá al mínimo, el dinero dejará de tener valor y el caos terminará por engullirlo todo.
29.- Tras unos años de supervivencia extrema, cuando hayan muerto de hambre o por enfrentamientos dos o tres cuartas partes de la población mundial, algunas regiones comenzarán a organizarse, formando la semilla de lo que serán los futuros estados. Se recuperará la producción de alimentos, el comercio, de recordarán los conocimientos técnicos que tenemos actualmente y la civilización volverá a surgir. Costará mucho menos de lo que nos ha costado llegar hasta aquí, porque nuestra sociedad es la suma de las aportaciones de millones de seres, algunos famosos y otros anónimos, que han ido aportando su granito de arena al progreso, al descubrir o inventar alguna forma nueva de hacer las cosas. Todo ese cúmulo de conocimientos está aquí, y, a pesar de que una crisis importante podría acabar con la organización del mundo que conocemos, el desarrollo volverá a surgir de nuevo en no demasiado tiempo.
30.- En el nuevo orden mundial, debería tenerse siempre presente que lo que salva al hombre es la previsión y la buena gestión de los recursos. La crisis actual es el resultado de años de fuerte expansión crediticia, de la desmedida ambición de muchos que, sin mostrar ninguna prudencia, han pedido prestadas cantidades desorbitadas de dinero y también de la falta de previsión de unos gobiernos que, en vez de frenar los excesos que se estaban produciendo, los han permitido e incluso fomentado y, en vez de gestionar con eficiencia aquello que nos pertenece a todos, han malgastado alegremente el abundante dinero que recaudaban sin esfuerzo en los buenos momentos.
Y este el fin de la previsión pesimista. Una serie de sucesos encadenados que termina con el empobrecimiento masivo, el desabastecimiento de lo básico, revueltas, desgobierno, anarquía y un caos casi completo.
¿Podemos llegar a una situación así? Yo no lo creo, pero no deberíamos olvidar nunca que el mundo actual es mucho más frágil de lo que imaginamos. Nuestro bienestar proviene de la especialización. Los avances técnicos han sido muchos, tenemos medios que hace cien años nadie hubiera imaginado pero, pensemos por un momento que nos quitan la corriente eléctrica, el teléfono, internet, la gasolina… Todos somos capaces de usar un aparato eléctrico pero, ¿cuántos de nosotros seríamos capaces de construir un generador?¿y de producir una vacuna?¿y de fabricar un tractor?
Aunque nunca el mundo ha estado tan desarrollado como ahora, los conocimientos están muy fragmentados y pocos individuos o grupos pequeños serían capaces de fabricar un producto moderno sin depender de máquinas, suministros o componentes que ahora se compran con facilidad pero que serían imposibles de obtener en un mundo sumido en el caos.
La mitad de los asalariados de la comunidad de Madrid cobran menos de mil euros al mes, y serán los que más sufran si las cosas se ponen feas de verdad. Si una cuarta parte de la población de nuestro país llega algún día a estar desposeída de todo y hambrienta, no habrá policía ni ejército capaz de mantener el Estado de Derecho en funcionamiento. No debemos olvidar que muchas grandes civilizaciones han sucumbido en pocos años y sería ingenuo pensar que la nuestra está a salvo de todo. Nunca ha habido tanta población como ahora, y cualquier interrupción en las cadenas de abastecimiento podrían provocar catástrofes de dimensiones nunca vistas. La rapidez con la que se ha extendido la crisis crediticia nos da una idea de cómo el mundo actual está completamente interconectado. Una chispa producida en según que lugar, podría provocar el incendio que terminara rápidamente con la civilización que conocemos.
Y, si el capitalismo no es, ni mucho menos, un sistema perfecto, no debemos olvidar que un final rápido e imprevisto del sistema que conocemos provocará grandes desgracias a buena parte de los que poblamos el planeta, sobre todo a los que tenemos la suerte de vivir en un país rico. Las economías de subsistencia que existen en muchos países de África poco van a perder, pero nosotros arriesgamos mucho, unas cotas de bienestar que el ser humano nunca había conocido, por ese motivo deberíamos tratar de hacer lo posible para que esta crisis pase lo antes posible, para que sus repercusiones sean pequeñas, y todo vuelva a un estado de normalidad que permita hacer los cambios y tomar las medidas necesarias para que nunca volvamos a estar amenazados por un futuro incierto.
Y aquí terminan las previsión negativa del futuro. Éste es el último artículo pesimista que escribo sobre el tema. En vez de lamentarnos, de vivir con angustia por un futuro incierto, todos deberíamos hacer lo que esté en nuestras manos para que la recuperación sea rápida. Yo quiero aportar mi granito de arena por eso, en vez de escribir más visiones pesimistas sobre el futuro, en los próximos artículos contaré una serie de ideas que podrían ayudar a resolver los problemas actuales. Puede que no sean buenas, o que no sean aplicables, pero tal vez den ejemplo a otros y entre todos podamos pensar la forma de corregir los problemas que amenazan a nuestro sistema económico y a nuestra calidad de vida. No es únicamente responsabilidad de los políticos, todos debemos hacer lo que esté en nuestras manos para evitar cualquier catástrofe futura