Pues si aquí algunos califican a las mujeres basándose en su "experiencia", yo también puedo hacer unas cuantas generalizaciones basándome en la mía. Y mi experiencia de pagafantero diplomado "cum laude" y mi cohorte de amigos (peores incluso que yo), me la da. Y muy amplia.
He conocido muchos tipos como Mensch.
Uy, las mujeres... Si yo os contara de las mujeres... Malas, malas... Como la quina, malas... (mientras una plebe de quinceañeros entregados adoraba con la boca abierta a ese pozo de experiencia y sabiduría femenina).
He estado con taaaaaantas mujeres... Con tantas... que las conozco bien... (Más apertura bucal descontrolada).
Dejad que os cuente mi experiencia, dejad que os cuente... para que podáis evitarlas...
Todas estas charlas divulgativas exacerbaban nuestro ya de por sí exacerbado miedo al género femenino, al que algunos de mis amigos no han vuelto a acercarse (no profundicemos en esa herida). Otros, tímidamente, hacíamos nuestros intentos de conocer a esos monstruos del averno. Pero muy tímidamente, ¿eh? No nos fueran a morder. Si acaso, a una de esas pobres desgraciadas, gordas y feas, que pululaban por las discotecas a la caza de CUALQUIER macho, aunque no fuera ese macho alfa que todas anhelaban. Claro... ¿cómo iban a negarse? No tenían derecho. Eran feas, ¿no?
Bien, las ostias que nos dieron corroboran que debíamos estar en un error. Algunos empezamos a replanterarnos el asunto. Quizás el problema no fuera de ellas. Quizás fuera nuestro. Y si no lo era, daba igual. Yo ya estaba harto. Se acabó ese disfraz de lo que no era. Me mostraría como soy, y no me dolerían prendas en mostrarme tal cual frente a cualquiera. Incluso ante esa rubia despampanante que, según nuetro mentor, no nos miraría ni a la suela del zapato. Mala, es maaaalaaaaaaaa...
Y oye... la primera rubia... me dió otra ostia. Caray. A ver si... Pero la segunda resultó ser una chica recién llegada y sin nadie con quien HABLAR, que me dió la oportunidad de darme a conocer y que aprendió a quererme un poquito. La cosa no salió bien, pero al menos me dió confianza. Tanta, que eché un órdago a la grande. Y me planté delante de la tía más deseada (y odiada por consiguiente) de todo Cádiz. Un monumento de mujer, fría como el hielo... que resultó ser la mujer más encantadora y adorable que he conocido en mi vida aparte de mi esposa. Increible. Nadie se acercaba a Ika por que no era digno de ella, y resultó que era una maravilla de persona que se sentía muy sola. No llegué a nada con ella (la diferencia de edad era grande, me sacaba cinco años), pero si que puedo presumir de que fuimos AMIGOS, en el sentido más amplio de la palabra. Y me enseñó en media hora más acerca de las mujeres, que mis amigos los experimentados en toda su vida.
Y desde entonces, he conocido muchas mujeres. Algunas son malas, es cierto. Pero otras son maravillosas. Y otras, ni fu ni fa. Como todo en la viña del Señor. También he conocido a muchos perdonavidas con supuesta experiencia y mucho odio al género femenino. La mayor parte de ellos (y no me refiero a ti, Mensch), no son más que pobres desgraciados que han tenido una, dos, o tres experiencias desagradables y extrapolan eso al resto del género femenino, del que presumen un basto conocimiento cuando en realidad, no tienen NI IDEA. Pero siempre hay cohortes de pobres ignorantes (como nosotros en su día), que les jalean y dan razones para reafirmarse.
Hay que ser más abiertos de mente (y ahora si que me dirijo a ti, Mensch). La raza humana es muy compleja, y las posibilidades infinitas. Donde tu no ves más que una despreciable pija, puedes encontrar una Ika. Probablemente no será hoy, pero la encontrarás. De eso no me cabe duda. Pero tienes que darles una oportunidad a ellas, y sobre todo, dártela a ti mismo.
Manu1oo1