GUAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
REGUAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
Fin de semana prolífico, amigos. Y, directamente, esta jodida serie es una rematada maravilla, joder. Jodo. Jodido. Hala, hablando en plata y carroñamente.
Desde el mismísimo momento que nos descompone Willis con esa cara de DERROTADO al abrir Harkmon la puerta, bajo la lluvia..., asistimos a una serie de capítulos que terminan con la tercera temporada en lo más alto. Y es que es increíble..., Harkmon aparece para ver lo realmente mediocre que es Addison..., y los guionistas no escatiman: alcohólico, marrullero, apaleado en un garaje (desoladora secuencia), vago, sin formación y decididamente malo para Maddie. Y ahí, con los guionistas sin concesiones a la galería, es cuando Maddie empieza su brutal duda acerca del amor que tiene por Dave. Esta serie de capítulos son una gran comedia romántica a lo cine clásico de los 50, pasando por completo de lo autoconclusivo y metiendo un par de mini-tramas que ayudan a la principal, más que entorpecerla. Y, sinceramente, ME ENCANTA QUE SE ACUESTEN. Al menos por ahora..., en esa casa SIN MUEBLES y en un ambiente turbio para Maddie y propicio para Dave.
La mamona de la serie tiene hasta cierta complejidad psicológica y una brutal definición de personajes. Y lo mejor de todo es que no abandonan la metralleta verbal. El último capítulo, con ellos follando entre golpes de coches y sin freno de mano, en fuera de campo, es el broche brillante a tres temporadas de aplauso. Por no hablar de los secundarios (Viola y Dipesto), que ya se han elevado al más alto de los Olimpos.
Por no hablar de los maravillosos prólogos recordándonos el capítulo anterior de la mejor manera posible. Metacine, metatele o vaya usted a saber.
Qué cosa más grande, joder.