Y como en todo buen lodazal de mierda, siempre tiene que haber un marrano revolcándose, ya salió el artículo de Sostres al respecto.
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2013/07/16/futbol/1373987953.html
A Guardiola, para entenderle, hay que pensar en femenino. No me meto en su vida sexual, que ni la conozco más allá de que está casado y tiene tres hijos ni me importa. Lo que digo es que en Guardiola, y sobre todo en su modo de relacionarse con el mundo, predomina su parte sinuosa, su parte serpenteante, su parte femenina. Por eso sus broncas son siempre indirectas, siempre retorcidas, y él trata siempre de aparecer como haciéndose la tonta en medio de una orgía.
Guardiola podría haber sido claro con Rosell, y decirle en público y en privado lo que pensaba de él desde el primer día. En lugar de hacerlo, fue filtrándolo a medias a sus amigos periodistas, fue sembrando el malestar, creando una sensación incómoda. Si publicabas algo y no pasaba gran cosa pero la Junta se daba por enterada, te lo agradecía. Si publicabas algo y el circo llegaba a la ciudad, entonces te aleccionaba y si le interesaba, en público, hasta te desmentía.
Guardiola tuvo una y mil ocasiones para hablar claro. A poca gente se le escucha tanto como al entrenador del Barça. Prefirió hacerlo a su manera, siempre poco viril, siempre con mucha falda. A Tito nunca le dijo claramente que no quería que fuera su sucesor; y a los que nos contó la historia mientras sucedía nunca nos quedó claro ni lo que pasó ni lo que Pep realmente deseaba.
Pep sabe lo que quiere, hace todo lo que puede para conseguirlo sea correcto, incorrecto, moral, amoral o inmoral; y en lugar de admitirlo y de cobrar su parte del beneficio, intenta disimular y disimularse para parecer un ser angelical. Algo así como este tipo de esposas que quieren que hagas lo que ellas quieren creyendo que haces lo que tú quieres.
Rosell, en su extrema mezquindad y su mediocridad sin límites, le ha sacado ventaja a un Pep que cuando habla parece el Misterio de Elche cuando desciende la Virgen. Hay que pagar un precio, siempre hay que pagar un precio, incluso para ser Pep Guardiola, el mejor entrenador del mundo. Hay que pagar un precio, hay que tener enemigos, no podemos vivir para siempre ni caerle bien a todo el mundo.
Tito no es el tipo más inteligente del mundo, ni el más leal, ni el más valiente. Es lógico que se quedara desorientado ante la reacción de Pep, aunque tampoco hay que desdeñar que el Sandro Rosell que ahora tanto le halaga hizo la vida imposible al equipo de Pep mientras éste era todavía entrenador del Barça, cuestionando su trabajo y lo que cobraban, en la interminable guerra subterránea que tuvieron Pep y Sandro, dos personas que comparten una increíble cobardía, y el hablar por boca de terceros para hacerse los impolutos. De un lado hay que recordar que Pep ni dio la cara por Cruyff cuando le retiraron la presidencia de honor del club, y del otro que sin él Tito no sería nadie ni nadie le conocería. En favor de Pep hay que decir también que aceptó rebajar algo su ficha para que su segundo pudiera cobrar más.
Rosell es un cínico y un cobarde diciendo que votaría a Guardiola si se presentara a presidente; además falsea la realidad cuando dice que llamó a Pep tras sus declaraciones porque se limitó a mandarle un SMS al que Guardiola respondió con un seco "Ja en parlarem. Tinc feina".
Vilanova es normal que se pierda con Pep porque todos nos hemos perdido con él en cualquier momento. Pero Pep apostó por él, Pep renunció a parte de sus ingresos por él, y Pep dio la cara por él cuando Rosell le discutía. Y aunque reaccionó mal cuando aceptó ser entrenador del Barcelona, cabe indicar que se lo habría llevado de segundo al Bayern sin ningún tipo de duda ni de restricción salarial. La aportación de Vilanova al fútbol, sostiene Guardiola, es muy interesante desde el punto de vista táctico.
Guardiola es retorcido como pocos, sibilino y con una mala leche calculadora, fría y letal. Su entorno es el pasteleo constante, salvo Cruyff que es el Sol y es alrededor de él que giran los demás planetas. Su egoísmo es descomunal, su capacidad para el amago y el engaño, antológica, y su sentido de la amistad cotiza en la bolsa de sus intereses. Ha revolucionado el fútbol mundial, tornándolo noble y bellísimo.
En resumen: perversas, egocéntricas, malas y retorcidas lo son todas. Pero genio sólo hay uno: Guardiola.