A los Messi, más allá del contenido, no les ha gustado el tono de las palabras que utilizó Javier Faus para referirse a la renovación de Leo. Y además de no gustarles, les ha hecho reflexionar sobre el presente y sobre el futuro.
El mejor jugador del mundo se fue de Barcelona el 29 de noviembre hacia Argentina, convencido de que lograría recuperarse de su lesión en los plazos previstos y, además, sabiendo que su futuro, pactado al máximo nivel, sólo estaba pendiente de la burocracia. Era la respuesta preparada por el tándem FCB-Messi a los rumores que empezaban especular con la posibilidad de que el club estuviera planteándose la venta del mejor futbolista del mundo.
Ocurre, claro, que ahora las afirmaciones del vicepresidente económico, poniendo pegas a la ampliación, han causado perplejidad. No entienden nada. ¿Acaso Faus –el responsable del dinero– es ajeno al acuerdo alcanzado hace ya un par de meses? O peor aún, ¿sabiendo que se va actualizar el contrato de Leo, no está de acuerdo con la mejora y lo cuestiona públicamente poniendo, así, en un brete al propio presidente? ¿Por qué un hombre tan inteligente como Faus da munición a quienes cuestionan la estabilidad de las relaciones Barça-Messi y pronostican una ruptura en sus relaciones?
Leo, que rechazó en verano ofertas importantísimas, no permitió que ninguno de sus pretendientes llegara a pedir precio al Barcelona. El padre del jugador se encargó de cerrar todas las puertas. Messi quería seguir en el Barcelona, así se lo hizo saber al club y, a día de hoy, la realidad es que tiene pactada la siguiente renovación.
Y está pactada con independencia de que la anterior se anunciara el 18 de diciembre del año pasado, al margen de que la firma con el presidente se demorara hasta primeros de febrero. El acuerdo entre las partes, como casualmente parece que ha ocurrido ahora, se había alcanzado meses antes. Entre gente de palabra, demorar la firma es sólo dar tiempo a redactar los documentos y buscar el momento oportuno para sellarlos.
Es más, por eso mismo, por buscar el momento oportuno, si no se ha firmado ya el nuevo contrato Barcelona-Messi es, básicamente, por razones estratégicas / estéticas. Por ejemplo, para dar a la merecida renovación de Iniesta –prevista para antes de las navidades– el protagonismo que se merece.
Un acuerdo, con quien está considerado el número 2 en el escalafón económico, que ya sólo depende de la intervención directa del presidente para que Rosell de la última vuelta de tuerca. Lo mismo que hizo en su día con Alves y lo que también ha hecho y hace, en persona, cuando lo que se negocia es la continuidad del mejor jugador del mundo.
Y aquí, entendiendo que Rosell y sólo Rosell se ocupa del contrato de Messi, puede venir la única explicación razonable al caso. Que Faus, aunque debía ahorrarse referencia alguna a un área que no le compete, habló sin saber hasta dónde habían llegado ya las conversaciones con Jorge Messi. Hasta el punto de dejar pendiente sólo el momento adecuado en el que anunciar la nueva situación contractual del ganador de cuatro, o cinco, Balones de Oro consecutivos.