Malvada
Musa del foro
Joder, que tristeza da todo lo que dice
seakermdc dijo:Joder y yo que sol del Madrid como ha de ser.
xagasi dijo:Se ha hablado del Barça de fútbol en el otro hilo durante varios mensajes, aunque no los leas.
Y este hilo es para cosas más genéricas, además de que nosotros no hemos hecho el ESPANTOSO RIDÍCULO en el apartado de fichajes dejándolo todo para última hora, los tenemos hechos desde hace ya más de 1 mes, de ahí que no haya habido tema estos días.
Petit: “Barcelona, para mi desgracia”
El francés dedica un capítulo de sus memorias para sacar a la luz todas las desgracias que le acompañaron en su etapa como jugador del Barça
Una temporada le bastó a Emmanuel Petit para decidir hacer las maletas y marcharse del FC Barcelona cuanto antes
La vida de Emmanuel Petit ha estado marcada por el fútbol. Campeón de Europa y del Mundo con la selección francesa, se retiró sin hacer demasiado ruido hace cuatro temporadas. Alejado de los terrenos de juego, le ha llegado el momento de sacar del trastero buena parte de sus recuerdos. Un ejercicio que ha dado como resultado ‘A flor de piel’, un libro en el que Petit repasa sus 20 años en la élite futbolística.
Bajo el título “Barcelona, para mi desgracia”, el galo destina un puñado de páginas a despotricar sobre su pasado blaugrana. En una temporada, Petit reconoce haber vivido una de sus peores experiencias.
“El único lamento en mi vida ha sido el de dejar el Arsenal por Barcelona”; un inicio de lo más ‘prometedor’ en un capítulo repleto de historias sorprendentes. Petit define como “rocambolesca” la historia de su tránsfer: “En Inglaterra cobraba 150.000 euros al mes, por lo que pedí el doble a Gaspart. El dudó pero al final me dio su acuerdo. Todo iba bien hasta que llegué, donde fuí recibido por el consejo de administración; unos verdaderos liantes. Parecían vendedores de alfombras. Lo discutieron todo y yo les amenacé con volver a mi hotel si no llegábamos a un acuerdo. Al final, aceptaron mis condiciones a las 4 de la mañana”.
Cerrado el fichaje, el francés explica que su llegada al equipo blaugrana no fue muy agradable. “Me incorporé al equipo más tarde, en el stage de Holanda. Llegué a la disputa de un partido amistoso y cuando entré para conocer a mis compañeros, la mayoría de ellos no me prestaron atención ni me saludaron”, cuenta. Del vestuario barcelonista, es difícil encontrar buenas palabras: “En poco tiempo vi que había tres clanes bien establecidos: los catalanes, los holandeses y los demás. Adiós a la unidad”.
Tampoco su primer encuentro con Serra Ferrer fue positivo. “La noche de mi llegada, el ‘míster’ le pidió a Dutruel, el otro francés de la plantilla, que me hiciera de traductor. Richard, visiblemente avergonzado, me pidió que no me riera, pero que el entrenador quería saber cuál era mi posición en el campo. ¡No me lo podía creer! Pensaba que era una broma. Pero ahí tomé consciencia de que mi presencia formaba parte de las ambiciones políticas de Gaspart para trepar hacia la presidencia”. Y todo no acaba ahí. El divorcio entre el técnico y jugador se hace evidente al paso de los párrafos, en los que el futbolista le define como “un payaso” y “un incompetente. Jamás había visto una cabeza de canica como la suya”.
Incluso con la plantilla tuvo más de un enfrentamiento. “Perdimo conta el Besitkas (3-0) jugando de forma catastrófica. En el avión de vuelta, los periodistas catalanes me preguntaron si eso era por falta de carácter y asentí con la cabeza. Al día siguiente, la prensa puso en mi boca ‘Al Barça le faltan cojones’. La reacción del vestuario no tardó en llegar. Antes del entrenamiento, Luis Enrique, Guardiola, Sergi y Abelardo me llevaron a una sala. Parecía la escuela, en pleno consejo de disciplina”, recuerda. “A partir de ese momento mi suerte estaba echada, me convertí en un apestado a quien no había que acercarse para no contaminarse”, añade.
Bakero, ayudante de Serra Ferrer, también tuvo problemas y admite que estuvo a punto estuvo de llegar a las manos, también tuvo problemas: “En un partidillo entre titulares y suplentes, en el que ganábamos sin problemas, entraron en cólera cuando salvé un gol del contrario. Yo alucinaba. Le pedí explicaciones a Serra Ferrer y Bakero me pidió ser un poco más receptivo. Estuve a punto de partirle la cara a ese retaco, quien me había hecho soñar cuando era joven”.
La muerte de su padre no ayudó a remontar la situación. “Pedí autorización a los técnicos para irme, cosa que rechazaron y me tomé muy mal. Tenía muchas ganas de mandarlo todo a la mierda. Incluso llegué al punto en el que tuve ganas de hacer daño a alguien. En mi garaje me instalé un ‘punching ball’ para librar adrenalina”, escribe. Una etapa de la que Petit se lamenta en su libro: “No tuve suerte; me encontraba en el peor periodo del Barça, en un grupo en declive, podrido por los clanes”. Incluso afirma que “llegué a un punto de no retorno. Cuántas veces me fui del entrenamiento llorando. No eran lágrimas de tristeza, eran de nervios”.
Ni la llegada de Carles Rexach le pudo frenar. “Le respondí que era demasiado tarde. Cada día que pasaba era un día ganado para acercarme a la libertad”.