Respuesta: PECKINPAH
Pat Garrett y Billy the Kid (1973).
Peckinpah incide en las constantes e incluso en la trama de Grupo Salvaje, el paso del tiempo y de una época, la muerte y, sobre todo, la íntima amistad traicionada, con uno de los dos amigos cambiando al otro lado de la ley y persiguiendo a su antiguo amigo amparado en sucios y oscuros poderes capitalistas. Sin embargo, formalmente, las dos películas no pueden ser más distintas.
La sequedad, la heroicidad, la gloria y el mito en la muerte, la epopeya de Grupo Salvaje narrada con un realismo absoluto, en PG & BK se convierte en melancolía, fatalidad asumida por el propio relato desde el principio, sin influencia del azar, una elegía narrada en clave de cuento.
La libertad enfrentada a la supervivencia, Peckinpah en todo momento toma partido por Billy, pero esa infinita comprensión mutua nos hace verlos como si fueran la misma persona, dos elecciones personificadas del propio Peckinpah:
- El Peckinpah libre de hacer sus películas que muere con sus ideales.
- El Peckinpah vendido a los estudios y al dinero que mata al primero para sobrevivir.
Garret se ve obligado, predestinado a su conducta y Peckinpah simpatiza con él pese a decantarse claramente por Billy, de hecho Garret también prefiere a Billy que a él mismo. El propio Peckinpah aparece como actor, en plan demiurgo, en el momento clave de la película, acentuando esa sensación de algo predestinado.
En cuanto al tratamiento del otro gran tema de la película: el paso del tiempo y la muerte, es espectacular. Peckinpah rueda no menos de 4 ó 5 muertes, algunas enlazadas, que son de nudo en la garganta y alcanzan unas cotas poéticas nunca vistas como la del sheriff en el estanque con Katy Jurado a su lado, las de L.Q. Jones, Jack Elam o el Indio Fernández. Los discursos en plan "batallitas" de casi todos los personajes, especialmente los más viejos, muestran claramente la intención de enfatizar la sensación del tiempo agotado.
Por último destacar la música de Dylan, como no, con momentos especialmente lúcidos como los créditos, cuando Garrett detiene a Kid o el Knockin' on Heaven's Door. Y brutal la dirección de todos los actores, cuidando al máximo cada secundario, pero especialmente la barbaridad de actuación de James Coburn.
Obra maestra.