Escoria (Scum), de Alan Clarke
Muy dura exposición del funcionamiento de un correccional británico durante los años 70. Película que forma parte del cine inglés de la década (“free cinema” y similares), empeñado en señalar las lacras de la sociedad, en este caso, siendo una crítica dirigida a los brutales y represivos métodos empleados en los centros de menores; básicamente, unos auténticos caldos de cultivo de la violencia, que en lugar de contribuir a la reinserción hacen todo lo contrario, deshumanizar aún más a los internos y convertir sus vidas en un infierno. Con un mensaje claro e indisimulado, la película mantiene una perspectiva distante y no se revela partidaria de nadie, no solamente presenta a los instructores, vigilantes, líderes, etc. como a unos cabrones, sino que los propios jóvenes no son precisamente un modelo de conducta, anulando fronteras entre unos y otros, centrándose más que nada en la pura espiral de violencia en que se convierte su convivencia.
La historia que se nos cuenta es coral, con el protagonismo saltando de un personaje a otro, a veces de una manera entre confusa y errática, pues en un principio parece que la cosa va a ir sobre el personaje de Ray Winstone (primer papel de su carrera, si no me equivoco), el típico con dotes de liderazgo, frente a un sistema donde los educadores incluso premian un cierto talante mafioso y competitivo. Sin banda sonora, la descripción del angustioso microcosmos cuartelario no rehúye secuencias de una crudeza insoportable (palizas, violaciones, etc.). Otros temas que parecen son el racismo (la mitad de los reclusos son negros, y los problemas que ésto provoca), la religión (un centro que presume de valores cristianos -el perdón, la compasión- y luego es todo lo contrario)... el personaje del listillo excéntrico es un buen punto, pese a alguna conversación que se pasa de expositiva.
Un poco efectista, pero bien realizado y contundente drama, originariamente para la televisión.