Seven (David Fincher, 1995)
He aprovechado la salida de la edición especial de
Seven en Bluray para hacerme con ella y darle un repaso a esta película de culto de los noventa.
Es la película con la que Fincher, Freeman y Pitt perfilan los estilos que marcarán su trayectoria las próximas dos décadas.
Fincher: aquí plasma por primera vez de manera nítida su estilo de dirección perfeccionista, áspero (con tendencia hacia historias
nocturnas y lo que ello implica ) y muy visual. Es una de sus películas más redondas aun siendo (o quizá precisamente por eso) menos ambiciosa que
el club de la lucha, la red social o, su obra maestra
, Zodiac.
Freeman: el viejoven negro muy serio y profesional. Un poco hartito me tiene ese estilo que tanto ha explotado durante su carrera. Especialmente en esos
exploits de
Seven que son
la hora de la araña y
el coleccionista de amantes.
Pitt: aquí empieza con esos tics marca de la casa, que le sirven para construir la personalidad de su personaje brillantemente pero que me acaban cansando en sucesivas películas.
Hay un gran libro, recién aparecido también, en el que varios críticos de cine españoles aportan sus artículos para, entre todos, compendiar un monográfico sobre la película. Pensándolo bien, ha sido la lectura de este estimulante libro la que me ha dado la idea para dedicarle un día a esta película.
Recomiendo la lectura de este libro tanto como el visionado de el filme: indagan en cómo era elcine policíaco y de psicópatas antes y después del estreno de
Seven y es una magnífica guía para descubrir, redescubrir y/o ordenar en la cabeza todas las películas que influyeron en
Seven (empezando por
el silencio de los corderos) y, sobre todo, en las que ésta influyó (desde películas solventes hasta bodrios, pasando por lo meramente tolerable).
Vamos, que se puede disfrutar un huevo con la película, leyendo el libro y, después, hincando el diente a algunas o todas las películas que el monográfico cita.
Ciñéndome a mi impresión sobre esta gran primera fincherada (porque Alien 3, siendo una buena tercera parte, no es un producto representativo del quehacer de Fincher): como película de escabroso asesino en serie con ínfulas de transcendencia, si bien en su época era impactante y novedoso, me parece aburrido. Han pasado 20 años. 11-S, 11-M, el monstruo de Amstetten, asesinatos online y el telediario, etc… La realidad y la posmodernidad audiovisual han rebajado el impacto de los hechos narrados en esta película. Es una interesante historia de investigación policial y no más.
Sin embargo lo que me apasiona del trabajo de Fincher es el retrato sórdido, apático y deprimente que hace de la sociedad urbana moderna. Una ciudad en la que siempre llueve, como reflejo del estado de ánimo de sus ciudadanos, en la que los asesinatos y otro tipo de delitos están a la orden del día y donde todos, quien más, quien menos, están podridos por dentro.
Brillante la idea de no concretar la ciudad: cualquier moderna urbe metropolitana puede ser el escenario de esta macabra investigación.
Esta imagen me ha perseguido cientos de veces y es para mí el plano más representativo de la película. Cuando imagino qué es irse a la cama deprimido visualizo el metrónomo de Somerset:
Para terminar, e hilando con la atmósfera de la película voy a hacer mención a dos aspectos técnicos imprescindibles para la consecución de esa sensación, la fotografía y el sonido.
Ponerme a alabar la fotografía de la película sería poco novedoso. Estamos ante uno de los trabajos más importantes de Darius Khondji. Un artista radical al que el propio Fincher tuvo que despedir por intentar hacer arte en
La habitación del pánico (2002). En cualquier caso es un elemento
sine qua non para lograr aplastar la moral del espectador bajo el peso de la sordidez de la película.
El sonido de Seven no se suele citar demasiadas veces (al menos que recuerde) pero es otro pilar de la descripción del entorno. Mucho más importante que en la media de películas. Durante todo el metraje tenemos un machacante sonido de fondo a base de peleas, gritos, ladridos y coches cuando los personajes están en la “tranquilidad” de su hogar; y penetrantes ringrineos de teléfonos y secos golpes de teclado cuando están en la oficina. Las escenas de Freeman solo, en su apartamento, con todo ese sonido ambiental, casi da la sensación de ser sonidos en
off en la esquizofrénica mente del personaje. Para mí el sonido de esta película ACOJONA de verdad.
En fin, una obra maestra de Fincher y una película de culto de la ominosa década de los noventa. En mi
ranking fincheriano la colocaría en tercer lugar, por detrás de
Zodiac y
La red social y justo por delante de
the Game.