Tocaba revisión de Harry el sucio:
Harry el sucio (Don Siegel, 1971): el nacimiento del cine de acción
Desde que en 1971 Clint Easwtood interpretara al inspector Harry Callahan su imagen se ha covertido en un icono del cine de acción moderno; paradigma del heróico individualismo americano directamente importado desde los estertores del languideciente western.
¿Cómo surgió esta saga que marcaría todo el cine de acción venidero?
The roaring sixties
En la década los sesenta Estados Unidos implosionó. Despues de una década de paz y abundancia tras la Segunda Guerra, la violencia latente en la idiosincrasia norteamericana, ahora sin un enémigo externo como la amenaza nazi, afloró dentro de la propia sociedad: los magnicidios de los Kennedy, Luther King, Malcolm X, Lee Harvey Oswald; la cruenta a la vez que televisiva Guerra de Vietnam; los dirturbios provocados por la segregación racial; índices de violencia callejera en aumento; Panteras Negras… A su vez, y quizá como contrapeso, surge con fuerza el movimiento pacifista, los movimientos por los derechos civiles, los
flower power, Muhammad Alí, la liberación sexual…
Una de las ciudades que mejor reflejan esta situación es San Francisco, la norteña ciudad californiana.
Cisco en los sesenta, cuna del movimiento pacifista.
Es en esta ciudad donde surge el asesino en serie más intrigante desde Jack el destripador, Zodiac: una serie de asesinatos aleatorios seguidos de amenzantes cartas dirigidas a los principales periódicos de la ciudad y de condados de la zona, en las que reta a periodistas y policías a la vez que advierte de nuevos asesinatos.
Una de las cartas manuscritas que Zodiac envió al San Francisco Chronicle.
No es este un artículo sobre Zodiac; solo diré que nunca fue descubierto aunque la policía tuvo varios sospechosos investigados.
Lo importante es que los asesinatos de Zodiac insipiraron a Harry J. y Rita M. Fink (escritores de películas y series para la televisón así como varios guiones cinematográficos) para idear la historia de un policía a la caza de un asesino autollamado Scorpio, que comete aesinatos al azar en la bahía de San Francisco y manda misivas al alcalde con sus exigencias, en este caso más crematísticas que las del original Zodiac.
En la elaboración del guión intervino el inefable John Millius, sin duda aportando toda la hombría, fascismo y simplicidad de la que hace gala el protagonista.
Tras varios candidatos, entre los que se barajaron a Paul Newman y Frank Sinatra, el proyecto cayó en manos de Clint Eastwood, toda una estrella tras su intervención en la trilogía del dólar de Leone, quien impuso a Don Siegel en la dirección, con quien en ese momento estaba rodando El Seductor.
El resto es de sobras conocido: la película arrasa las taquilla, generando otras cuatro secuelas. Convierte a Clint Eastwood en la estrella más importante de la década, a la vez que lo hace rehén de un tipo de personaje del que tarda años en desprenderse (y del que nunca logrará desprenderse del todo). Al mismo tiempo influye determiantemente en gran parte del cine de acción posterior: Arma Letal, Jungla de Cristal, El “cine” de Burt Reynolds, toda la saga del Justiciero de la Ciudad de Charles Bronson etc. todos esos hitos del cine de acción no se entienden si eliminamos a Clint Eastwood y su Harry Callahan de la ecuación.
Crítica
La película tiene un inconmensurable valor histórico en el cine de los años 70. Como he explicado, es una influencia fundamental en muchas películas posteriores, creando un estilo de retratar la violencia hasta entonces desconocido.
Más allá de de eso, y analizándola fríamente (
sin motivos personales, como rezaba el título de una mítica película de Bronson), opino que es un film muy sobrevalorado.
Como fan de la película y de toda la saga (y de haber visto prácticamente todas las películas interpretadas y/o dirigidas por Eastwood desde entonces), tengo que reconocer que el enorme goce que provocan estas películas no es debido a su valor artístico, sino a pesar de él.
El guión es ridículamente maniqueo. Tiene todos los tópicos de los que tan acertadamente se suelen reír en Los Simpson (y en la imprescindible El último gran héroe de Schwarzenegger-MacTiernan).
Primero tenemos al policía hiper violento de pocas palabras. Se las ve con el alcalde, siempre cabreado con el protagonista. El villano de la función es estúpdio, torpe y tan endebele que provoca risa. Los secundarios son unos zotes que no comprenden a Harry.
El ridículo villano que suplica, chilla y llora cada vez que se las ve con Callahan.
Los diáologos dejan muchísimo que desear. Se limitan a hacer avanzar la acción y dejar claro que Harry el sucio es un tipo directo que está por encima de la ley. Nada qué rascar más hallá.
Clint Eastwood era un gran estrella sí, pero aún le quedaban varios años y películas para realmente ser un buen actor. Siendo honesto, no creo que en esta época fuera mucho mejor actor que Charles Bronson o Chuck Norris. De hecho, cuenta John Millius que Clint le pidió literalmente que le quitara diálogos del guion, que no se le daba bien recitar, tan solo mirar fíjamente.
Lo que más admiro de la película es el puente que crea entre en Hollywood clásico, representado por John Wayne y el Western y el cine moderno. Como decía, importa esquemas del cine del oeste adaptándolo a la moderna urbe y su acelerado ritmo de vida.
En el lado positvo hay que agradecer la sobria a la vez que moderna dirección de Siegel, que aporta ritmo y vistosidad a la cinta. Tiene escenas memorables por lo bien filmada que está (por ejemplo las escenas de las azoteas, la del estadio o la de la entrega del paquete con Callahan corriendo por la ciudad).
Bendito fascismo
He leído y escuchado en diversos sitios, a defensores de la película (yo soy un ferviente defensor a pesar de que no la considero Gran Cine) tratando de argumentar que Harry Callahan no es un fascista. Normalmente aducen que solo dispara a los malos, que no hiere inocentes y argumentos del estilo.
En mi opinión, plantear que un policía se tome la justicia por su mano, por encima de la ley y mostrándolo como la única solución para acabar con los criminales, a la vez que parece ser el único que se preocupa por las víctimas, es un discurso simplón que, sencillamente, no hace falta que intentemos defenderlo.
Las personas somos complejas. Dentro de nosotros tenemos a verdaderos santos y auténticos homicidas que forman parte de nuestra psique. Normalmente rechazamos esa parte oscura nuestra que calificamos de indeseable.
Siguiendo el consejo de Jung, abogo por abrazar también nuestro lado asesino. Reconozcamos que a veces nuestro lado homicida se reivindica y pide expresarse.
¿Cuántas veces no habremos oído que a alguien le gustaría sacar la piel a tiras a quien hizo esto o aquello? Sí, todos hemos deseado alguna vez tomarnos la justicia por nuestra mano y torturar hasta la muerte a alguien (no voy a poner ejemplos concretos, pero he oído afirmaciones de ese tipo respecto a mediáticos casos ocurridos en España los últimos años).
Precisamente por eso considero bueno poder disfrutar de este tipo de cine que justifica la venganza y se regodea en la violencia. Es una válvula de escape para esa parte de nuestro ser necesita expresarse de algún modo.
Dicho de otra manera, el fascismo, la violencia, la venganza, la tortura… son maravillosos… en la ficción. Sería genial que todos estos arrebatos, tan humanos, se limitasen a existir en las pantallas de cine y en los libros.
Por eso defiendo el cine de acción como válvula de escape que no hay que tomarse en serio ni considerar que influye negativamente en los índices delictivos; al contrario creo que ver a Callahan tomarse la justicia por su mano calma los nervios para poder enfrentarnos al mundo con más sosiego.
En definitiva, por supuesto que Harry el sucio es una película fascista, y por eso me encanta.
Harry tras aniquilar a unos indeseables; nos encanta verlo (en la ficción).