Sólo he visto tres pelis de Arthur Penn, pero
“La noche se mueve” me parece magnífica, y posiblemente la mejor. ¿Porqué alguien ha de reírse de ella?
REVOLVER (1973) de Sergio Sollima
Estupendo policíaco europeo, de la época de oro de la latitud del género, obra del italiano Sollima, responsable de otro (extraordinario) ejemplo de poliziesco,
(“Ciudad Violenta” (1970)). La cosa ya empieza característicamente 70’s, con un hombre (Fabio Testi) enterrando a su amigo ya muy malherido –después de un atraco- bajo piedras junto al río (ya que no quiere ser objeto de despiece en autopsia), bajo luz crepuscular y con música pop seventies. A partir de aquí, el subdirector de una cárcel (Oliver Reed) es amenazado con que su mujer –secuestrada- será asesinada, si no ayuda a escapar al encarcelado allí Testi. Ambos, luego, vivirán juntos una aventura de intriga con cierto tinte kafkiano, en pos del contacto con los secuestradores… y que les llevará a ¿congeniar? un poco, de alguna manera, pese a estar en lados opuestos de la ley, aunque a lo largo del film ambos lados se fundan y confundan. El climax final tendrá a un revólver, encerrando este la terrible moral incierta que impregna la peli, tanto simbólica como efectivamente, con conclusión convulsa y desoladora. Con algún leve altibajo, Sollima se mueve tan bien en el género como en “Ciudad Violenta”, con un estilo a la vez clásico y moderno, con las virtudes de ambos y muy por encima de un posible tono efectista o pleno de cutrez que podía contaminar a mucho del género italiano en su época. Oliver Reed muy bien, y Testi con un personaje casi de gañan, delincuente de tres al cuarto, que acaba dando, efectiva y buscada pena. Una joya.
P.D.: La BSO de Morricone fue reutilizada por Tarantino en
“Malditos bastardos”.
CANCIÓN DE CUNA PARA UN CADÁVER (Hush… hush sweet Charlotte, 1964) de Robert Aldrich
Clásico del Gran Guignol, “en continuación” a
“¿Qué fue de Baby Jane?”, de afectado tono decadente y a la vez anticipando, en su trama criminal, elementos argumentales repetidos después hasta la saciedad, por el slasher, sin ir más lejos. Lo que he visto de Aldrich me ha encantado (magistrales
“Alerta: Misiles”, “El último atardecer” y
“La leyenda de Lylah Clarke”) y esta, no alcanzando a las tres citadas, es más que apreciable. El problema principal que le veo es su descaradamente desmedido metraje (más de dos horas para una película así no tiene sentido IMO, de hecho es contraproducente, mostrando las debilidades de una Historia B, que no se mostrarían en 80/90 minutejos), pero de todos modos: el reparto es delicioso (resplandeciendo sin duda una “torturada” Bette Davis), la atmósfera es subyugante (ese ByN) y su condición de culto, completamente comprensible.
EL CASO DE LUCY HARBIN (Straight-Jacket, 1964) de William Castle
Pues otra cosa parecida a la anterior (pero menos prestigiosa ni formalmente gozosa) ahora con un director aficionado a los golpes de efecto de cara al espectador de cine y sus butacas (e
inventor de muchos), aunque en este caso no haya tantos y es en conjunto el mejor film de Castle (de los que he visto). Ahora es la antagonista en la anterior, Joan Crawford, la envuelta en trama criminal, más simple que la anterior, pues esto sí es purito slasher (o como se le pueda llamar a eso en una década tan temprana), en ByN y con algún toquecito gore (como “Sweet Charlotte”) y un previsible giro final,”sorpresa”; con todo desprendiendo la simpatía y absurdo encanto que productos de parecido argumento, pero 10 o 15 años después, no poseen.
TIERRA DE LOBOS (The wolves of Willoughby Chase, 1989) de Stuart Orme
Adaptación de una novela juvenil que es un curioso cruce de Charles Dickens con alguna pincelada de cine de terror. Clásica mansión en el campo, en medio de un bosque invernal, niños, una tiránica jefa del lugar (estupenda Stephanie Beacham) y rodeado por multitud de hambrientos lobos que parecen extenderse como plaga por toda Inglaterra. Producto curioso y técnicamente correcto, con sus apuntes perversos, la historia tenía posibilidades y la ambientación es atractiva, pero la puesta en escena resulta demasiado fría e impersonal, de “peli para tv”, pareciendo el episodio piloto de una serie.