La ley del silencio:
OBRA MAESTRA ABSOLUTA. No puede ser de otra forma. Que grande es el cine cuando ves ejemplos claros y sin dudas como estos. La película es un torbellino de actores, de acciones y de buenas actuaciones, todas, no sobra ninguna. Repleta de un gran elenco todos y cada uno de sus integrantes clava su cometido. Es una película sublime. Kazan sabe dirigir, sí señor, y de qué manera.
Una película que set piece a set piece te agarra y no te suelta hasta el final. Empezando por Brando, que empieza siendo un pelele que se deja mangonear, un don nadie, un venido a menos pero que sabe que no está bien lo que hace hasta que no puede más y explota - soberbio el momento final, con ese duelo final, violento, duro y con fuerza, un Lee J. Cobb retorcido, duro e implacable, un rastrero miserable (un actor que cada papel que le descubro salto de alegría por haberlo hecho). ¿Como puede un actor lograr que le cojas odio fílmico? Un buen actor, desde luego que sí. Luego tenemos a Karl Malden como ese cura que no se calla ante nadie, la voz de la conciencia hecha hombre, que no puede ante las injusticías de ese mundo de los astilleros y que decide plantar cara - quizás el papel que más me ha gustado de todos. Pero es que encima sale Rod Steiger, con su fuerza interpretativa, que siempre lo clava también, como hermano de Brando. Pero lo increíble es que la única actriz que figura en el reparto está a la altura de los demás por méritos propios. Eva Marie Saint dota a su rol de una fragilidad y fuerza a la vez que cautiva y conquista al espectador y cinéfilo que se plante delante. Papel exquisito.
Que ritmo más perfecto, sin decaer en ningún momento, ya sea en la situación que plantee todo está bien dirigido, bien hilvanado. Escenas terribles y tristes como gente espera, a voleo, que se le de un trabajo. Como los mafiosos manejan el cotarro sin ápice de sensiblería (es puro cine negro - actores que lo clavan y lo parecen). Con esa fotografía brusca, digna de los mejores films, y una BSO fuerte, acentuando cada uno de los planos que pasan ante nuestros ojos. Momentos antológicos, que creo pasan a los anales de la historia, son cuando el cura, ante la mirada de todos - y las voces mudas, los sermonea y les golpea la conciencia recibiendo lanzadas y golpes. O el momento del juicio, tenso y drástico. Y sin olvidar esa escena final donde todos vitorean y esperan que un Brando resurgido de sus cenizas comience una nueva era.
Brillante, de verdad. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una película.