10, La mujer perfecta: Otra comedia de Dudley Moore, esta vez dirigida por Blake Edwards lo que, posiblemente, marca la diferencia. Lejos de ser esa tontada insufrible de "Arthur", 10 es una historia bastante comedida, donde el histrionismo de Moore apenas aflora (la escena post-dentista, quizás..). Moore interpreta a George Webber, un cuarentón con gran éxito en la vida: tiene una novia (espléndida Julie Andrews) y una carrera profesional como pianista admirada en todo el mundo. Pero contemplando las orgías de su joven vecino, comprende que todo eso se ha acabado para él, que ha llegado ya a la cuesta abajo de la vida. Un día ve a una muchacha en coche que le impresiona hasta el punto de seguirla (Bo Derek). La chica va a casarse, y George, totalmente obsesionado, la sigue hasta México, donde celebra su luna de miel, y tras salvarle la vida a su marido, entablan amistad.
Quizá sea la zafiedad absoluta de esa bazofia de Arthur lo que me lleva a valorar tan positivamente esta "10", pero lo cierto es que he pasado un buen rato con ella. Y atención a los secundarios ochenteros: Brian Denehy de camarero, Dee Wallace Stone...
El rey de la comedia: Después de Toro Salvaje y Jo, que noche, resulta que Scorsese tenía una obra maestra más en los ochenta (y eso que es la década en la que más se le echaban pestes). DeNiro se muestra absolutamente magistral como ese patético perdedor que es Rupert Pupkin (creo que lo he escrito bien
en la peli no lo dicen dos veces igual) un cazador de autógrafos que vive con su madre, acompaña periódicamente a las masas histéricas en busca de poder ver, tocar, sentir a alguna de las estrellas del momento. Pupkin quiere ser humorista, y una noche aborda al más popular del momento, Jerry Langford (un soberbio Jerry Lewis) en su coche. Langford se libra fácilmente de él prometiéndole que escuchará su número, promesa que en ningún momento se le pasa por la cabeza cumplir. El acoso de Pupkin, que en sus ratos libres ensaya su show con muñecos de cartón, será inflexible. Terrible visión del edificio de oficinas donde está la sede de los estudios, una especie de fortaleza impenetrable donde contratan a chicas bonitas y educadas para que mantengan a raya a los imbéciles y a los pesados con palabras dulces y promesas... hasta que el pesado lo es demasiado, y salen a relucir los guardias de seguridad, y las mentiras que en todo momento fueron sus promesas. Demoledor. Tan patético como divertido el momento de la persecución por el estudio, con ese De Niro enloquecido buscando a su ídolo y perseguido por medio cuerpo de seguridad
Muy interesante, Pupkin aparte, resulta el personaje de Lewis, un tipo bastante despreciable, un tiburón que goza de sus quince minutos de fama y no permite que nadie se los vaya a quitar, un hombre acosado que casi no parece humano (no le vemos emociones positivas en toda la peli) rozando la paranoia, y careciendo por completo de vida privada. Pese a que no es consciente de la gravedad de su situación hasta el final, hay pequeños momentos en los que se le humaniza, como esa escena en que llega a su lujosa casa y comienza a comer completamente solo, sin nadie. Luego, en su vertiente cómica, la escena en que llega de jugar al golf y se encuentra en casa a un pirado que dice ser su amigo, y a quien él ni recordaba, o sobre todo, los carteles. Su cara, de alguien que no puede creer lo que está viendo, es un poema mientras le va diciendo a Pupkin "El cartel está al revés; ese está en blanco"...
Por cierto, huid como de la peste del doblaje español. Lo puse al principio para ver como era, y JURO que creía que alguien había cogido el doblaje, y en las frases de Lewis habían insertado diálogos del Informal. Un crimen.