A mí Gremlins 2 me parece muy fallida, y eso que Dante me suele gustar. Pero en el cine no sólo se vive de intenciones, y aunque el conjunto no me parezca desechable al 100%, me cuesta encontrarle verdaderos aciertos. La primera parte, en cambio, me parece una maravilla y muy, muy cruel.
La noche de los girasoles (Jorge Sánchez-Cabezudo, 2006): tremenda incursión en la llamada España profunda (si los yanquis lo pueden hacer constantemente, ¿por qué no nosotros?). Con un guión a prueba de bombas y un elenco de actores en estado de gracia (¡hasta Mariano Alameda está aguantable!), la película cuenta una historia brutal y descorazonadora, que incluso me ha remitido en algún momento a la desesperanza y desolación de la reciente No es país para viejos. Narrada (muy acertadamente) de forma episódica, sabe mantener siempre el interés, a pesar del bache que sufre durante la investigación. Así sí se hace cine español. Muy recomendable.
American Gangster (Ridley Scott, 2007): el hermano tonto nos regala otra "joyita", aunque con un envoltorio muy bonito, eso sí. La interesante historia (real) de un traficante de drogas que construyó un imperio, está narrada con algo de desgana y academicismo, y aunque sus 150 minutazos no se hagan tediosos, lo cierto es que la sensación final que queda es de indiferencia total. Rusell Crowe está correcto en su papel, pero el insoportable Denzel Washington vuelve a deleitarnos con su festival de tics y guiños. Mediocre como mucho.
Get shorty (Barry Sonnenfeld, 1995): interesante historia sobre el mundillo de Hollywood, rodada con gracia y una clara sensación de colegueo entre los actores (química, que dicen algunos). Guión sólido para una parodia quizá menos graciosa de lo que podría haber sido, pero estimable sin duda. Grandes Hackman y Travolta.
En los límites de la realidad (Joe Dante, John Landis, George Miller & Steven Spielberg, 1983): traslación del espíritu de la clásica serie de TV al cine, con resultados muy irregulares. Landis abre con un prólogo brillante (sencillo, pero terrorífico a la vez, demostrando que menos es más) para pasar a un episodio que, por tratar el tema que trata, parece más de Spielberg que del propio Landis. Con una moralina algo rancia, al menos consigue entretener, e incluso destaca por encima del siguiente segmento (esta vez sí, de Spielberg), una noñería con lo peor del director judío, que aunque no llega a caer a niveles lamentables, sí que deja bastante que desear. Con el segmento de Joe Dante, el nivel sube como la espuma y consigue un episodio muy acorde a lo que nos suele ofrecer el director de Gremlins: irónico y con mala baba, incluso algo aterrador (lástima de final que no sabe rematar la jugada). Y así llegamos al excelente desenlace del film, con el mejor fragmento, el de Miller, con un sensacional Lithgow y una atmósfera realmente malsana y opresiva. En suma, decente experimento y, cuanto menos, interesante.