Glen o Glenda, de Ed Wood
Primer largometraje de Ed Wood y uno de los más míticos. Tras su visionado, es difícil describir qué coño es lo que acabas de ver, pero se entiende perfectamente el título honorífico de “peor director de la historia” que se ha ganado a pulso este señor. Glen (interpretado por el propio Wood) es un hombre con un grave problema, tiene tendencias travestis que le acarrean una doble personalidad femenina, Glenda. Quiere casarse con su novia, pero teme su reacción cuando conozca su “problema” y que no le comprenda... tal es el argumento de este engendro, que mezcla sin ton ni son absolutamente cualquier género, cualquier formato posible, desde insertos documentales robados de aquí y allá, voces en off, secuencias dramáticas convencionales... hasta la presencia de un decadente Bela Lugosi metido por ahí con calzador, en plan narrador/demiurgo/mad doctor/qué se yo. Literalmente, todo vale.
Verdaderamente entrañable, eso sí, e incluso adelantada a su tiempo por abordar unos temas por aquel entonces controvertidos... eso sí, con una importante empanada mental, de la manera más paternalista, e incluso haciendo hincapié en lo morboso, en plan terror de serie B (también es un drama, un falso documental, una sci-fi de experimentos, e incluso cine surrealista que haría las delicias de Lynch y Buñuel, gracias a sus momentos oníricos). Con explicaciones para tontos, repitiendo los mismos diálogos varias veces, para que lo pille hasta un niño de cinco años. Y por no hablar de unas escenas eróticas absolutamente gratuitas, para completar uno de los mejunjes más inconexos, absurdos y delirantes que se hayan perpetrado nunca. Ya no hablemos de la pretenciosidad que destila todo, con unas reflexiones existenciales que son de auténtica coña marinera.
Maravilloso film, imprescindible para cualquiera, una de esas películas que te cambian la vida y te hacen ser consciente de los límites de la desfachatez, el cutrerío y la falta de talento, posiblemente confundida con genialidad por el propio creador.