Atreyub
En busca y captura
Respuesta: Películas que vais viendo en casita
(All quiet on the western front, Lewis Milestone, 1930)
Película antibelicista que 81 años después sigue siendo tan impactante como (supongo) lo fue en su momento. Una historia que relata las miserias, las desgracias, la muerte y la autodestrucción del ser humano una vez se encuentra en el campo de batalla. Con unas palabras de introducción (donde se resume la pérdida de una generación y que no es otra cosa que la narración visual de los acontecimientos) la historia nos narra el alistamiento de unos jóvenes ansiosos por formar parte de la guerra que se avecina, alentados por las palabras patrióticas de un profesor que les incita a servir (y morir) por su país.
El filme, basado en una novela de Erich María Remarque, está narrado desde la perspectiva (y vida) del joven Paul Baumer, uno de tantos jóvenes que decidieron enrolarse en algo que creían poder superar, vencer y conquistar. Paul es interpretado por un convincente y creíble Lew Aires, cuya actuación es un cúmulo de sensaciones, emociones y frases acertadas junto con una interpretación corporal digna de los mejores actores. Su rol es una auténtica transformación quien se dará cuenta que la guerra no es todo lo bonito que le vendieron y que la muerte es lo único que van a encontrar. Pero no puedo olvidarme de Louis Wolheim que da vida al cabo Katcinsky, quien se convertirá en una especie de padre protector de los soldados y acabará siendo el único amigo en el campo de batalla de Paul (el momento final, donde acaban encontrándose es puro cine con mayúsculas).
Con una técnica visual que asombra a día de hoy y que serviría de ejemplo a seguir a muchas cintas bélicas en el futuro la película contiene una puesta en escena envidiable, unos efectos de sonido realmente impactantes (cada uno de los disparos, bombardeos y explosiones se sienten como pocas veces) junto con un juego de cámara realmente asombroso (como es el caso del barrido horizontal, donde somos testigos de los efectos de las balas en el enemigo).
Pero lo que más destaca por encima del resto es ese antibelicismo latente que se percibe a cada momento, siendo la escena cumbre al respecto, cuando Paul acude a la escuela e intenta abrirles los ojos a los futuros soldados, quienes a su vez lo tachan de cobarde por no sentirse patriótico. O momentos donde regresa a su casa y su vida ya no es igual (excelente el momento en el que los viejos de lugar le quitan hierro a sus palabras y le dicen, ante un plano, como deberían ganar la guerra).
Una película asombrosa, formidable en todos los aspectos, donde la realización general es magnífica, donde la guerra es mostrada en toda su cruenta realidad, donde los jóvenes se creen inmunes ante la desgracia de morir y que pagarán un precio muy alto: el momento más acertado al respecto es ese en el que Paul pierde, brevemente, el juicio de la cordura ante el cadáver del soldado francés que él mismo ha matado e intenta protegerlo pidiéndole que le perdone.
Una obra maestra sin lugar a dudas.

(All quiet on the western front, Lewis Milestone, 1930)
Película antibelicista que 81 años después sigue siendo tan impactante como (supongo) lo fue en su momento. Una historia que relata las miserias, las desgracias, la muerte y la autodestrucción del ser humano una vez se encuentra en el campo de batalla. Con unas palabras de introducción (donde se resume la pérdida de una generación y que no es otra cosa que la narración visual de los acontecimientos) la historia nos narra el alistamiento de unos jóvenes ansiosos por formar parte de la guerra que se avecina, alentados por las palabras patrióticas de un profesor que les incita a servir (y morir) por su país.
El filme, basado en una novela de Erich María Remarque, está narrado desde la perspectiva (y vida) del joven Paul Baumer, uno de tantos jóvenes que decidieron enrolarse en algo que creían poder superar, vencer y conquistar. Paul es interpretado por un convincente y creíble Lew Aires, cuya actuación es un cúmulo de sensaciones, emociones y frases acertadas junto con una interpretación corporal digna de los mejores actores. Su rol es una auténtica transformación quien se dará cuenta que la guerra no es todo lo bonito que le vendieron y que la muerte es lo único que van a encontrar. Pero no puedo olvidarme de Louis Wolheim que da vida al cabo Katcinsky, quien se convertirá en una especie de padre protector de los soldados y acabará siendo el único amigo en el campo de batalla de Paul (el momento final, donde acaban encontrándose es puro cine con mayúsculas).
Con una técnica visual que asombra a día de hoy y que serviría de ejemplo a seguir a muchas cintas bélicas en el futuro la película contiene una puesta en escena envidiable, unos efectos de sonido realmente impactantes (cada uno de los disparos, bombardeos y explosiones se sienten como pocas veces) junto con un juego de cámara realmente asombroso (como es el caso del barrido horizontal, donde somos testigos de los efectos de las balas en el enemigo).
Pero lo que más destaca por encima del resto es ese antibelicismo latente que se percibe a cada momento, siendo la escena cumbre al respecto, cuando Paul acude a la escuela e intenta abrirles los ojos a los futuros soldados, quienes a su vez lo tachan de cobarde por no sentirse patriótico. O momentos donde regresa a su casa y su vida ya no es igual (excelente el momento en el que los viejos de lugar le quitan hierro a sus palabras y le dicen, ante un plano, como deberían ganar la guerra).
Una película asombrosa, formidable en todos los aspectos, donde la realización general es magnífica, donde la guerra es mostrada en toda su cruenta realidad, donde los jóvenes se creen inmunes ante la desgracia de morir y que pagarán un precio muy alto: el momento más acertado al respecto es ese en el que Paul pierde, brevemente, el juicio de la cordura ante el cadáver del soldado francés que él mismo ha matado e intenta protegerlo pidiéndole que le perdone.
Una obra maestra sin lugar a dudas.