Pesadilla en twitter
- Mamá, Elena se ríe de mí porque tengo una sola oreja
- Pues tú le dices a Elena: Elena, yo no me río de tu hermana y la respeto, así que te pido que me respetes tú también a mí
(Elena tiene una hermana con un problema de falta de desarrollo madurativo, que tiene dificultades para hablar y para andar)
- No, mamá, mejor digo: Elena, yo no me río de tu hermana, así que no te rías de mí. Porque si meto la palabra “respeto” va a saber que me lo ha dicho mi madre.
Ayer estaba en un bar cuando me empezaron a llegar mensajes friéndome el teléfono. Porque estaba saliendo en la tele. Sí, en la Sexta. Si, en “Pesadilla en la Cocina”. La verdad es que ni me acordaba de aquello. Para que sepáis cómo se graba el programa, los chicos del restaurante no tenían ni idea de que yo iba a ir allí, y les pilló de improviso. Pero yo sí sabía que estaba siendo grabada, por supuesto, dado que no te pueden grabar sin pedirte permiso. ¿Estaba “preparado”? Hasta cierto punto. La productora del programa es amiga, y me pidió si podía ir a cenar allí dado que el restaurante está debajo de mi casa y que de todas formas iba a ir a cenar con Iván y Carmen. Pero tampoco era algo preparadísimo. Se advierte claramente en el hecho de que yo no iba maquillada ni peinada, por ejemplo.
En fin, al segundo me convertí en TT de twitter. Para mal. Me insultaron de una forma feroz. ¿ La razón? Sobre todo, mi físico. Básicamente porque se supone que estoy gorda. En Zara tengo una talla 42 ( sí, sí, tengo prendas de Zara como todo el mundo, y ya lo dije en su día), y la 42 es la talla media de la española media (redundancia). Voy a cumplir 46 años dentro de exactamente siete días, y he parido una hija. Creo que mi cuerpo es de lo más normal, y no veo a qué viene insultarme tanto. En realidad, twitter no se diferencia nada del patio del colegio en el que está mi hija: hay que masacrar al diferente. O al que destaque. Casi siempre, ambas categorías van de la mano.
Yo flipé cuando Adele tuvo a su bebé y Twitter empezó a hervir con comentarios de mal gusto: “Adele estaba embarazada, pensaba que sólo estaba gorda”,: “Será gordo y minusválido? ¿Por qué no lo matas ya?”. “Tal vez el bebé morirá”.La revista Shangay, que con casi 4.300 seguidores escribió: “Fuentes no oficiales aseguran que el bebé podría llamarse McFlurry”, Otro: “Yo no hablo mal de Adele porque no me gusta hablar de bulto”. Otro:: “Confirmado: después de 14 meses Adele dio a luz a su primer hijo en las costas del Océano Pacífico. El ballenato midió 4.5 metros y pesó 1 T”.
Me he referido varias veces aquí al libro de Marie France Hirigoyen “ El abuso de debilidad”. He leído todo lo que he escrito Marie France Hirigoyen, y su lectura me ha ayudado muchísimo. Marie France advierte que si bien hace unos años los psiquiatras se encontraban sobre todo con neuróticos en las consultas, ahora lo que predomina son las víctimas de perversos narcisistas
Nuestra sociedad actual está viviendo un momento de apogeo del narcisismo como no ya enfermedad social, sino rasgo cultural. En este hecho coinciden sociólogos, antropólogos psicólogos y psicoanalistas.
Hoy en día se potencia el individualismo, de la implicación y compromiso personal se ha pasado a los pactos temporales, o en palabras de Zygmunt Bauman hemos pasado de una sociedad sólida a una líquida.
Nada es sólido, todo es líquiedo. Lo que antaño fuera permanente, un compromiso de por vida, -religión, patria, proyecto global de vida, etc.- se está diluyendo. Estamos atrapados por lo inmediato. Nadie te garantiza ya un puesto de trabajo, un piso, una relación de por vida. La consigna es sobrevivir a toda costa, pisar al que sea necesario para conseguirlo. La empatía, en un sistema así, no es una ventaja sino un defecto.
La empatía implica compartir la emoción percibida en otro. La empatía es una respuesta emocional que brota del estado emocional de otro y que es congruente con dicho estado.
Esta necesidad de diferenciarse pasa por emerger entre la multitud, de resaltar en los universos socialmente homogéneos y es uno de los aspectos que acentúa una sociedad del narcisismo. Y en este contexto, es donde las redes sociales surgen como una oportunidad para que las personas puedan destacar. El método más fácil es atacar a alguien muy visible, a alguien que tenga lo que tú deseas.
Cada época desarrolla su propia forma particular de patología y así, la cultura y personalidad narcisista caracterizarían a nuestro tiempo. El narcisismo sería el principal síntoma de la ética capitalista: el espíritu competitivo y el excesivo individualismo, la cultura de la diferencia que separa y enorgullece a una élite, el desarrollo de lo propio o privacidad, la la limitación humana, y la necesidad de triunfo y reconocimiento que se observa en las relaciones comerciales, humanas, en el deporte, etc. La patología narcisista aparece como un fenómeno específico resultado de las presiones de la sociedad moderna
Los terapeutas constatan que los pacientes que acuden a ellos en busca de ayuda han cambiado. Hoy es poco frecuente encontrar las neurosis de conversión, las histerias clásicas, que se distinguían por la parálisis de los miembros, la pérdida de la voz o la visión, etc. Tampoco se presentan grandes fobias y obsesiones, etc.
En la actualidad, se responde básicamente a dos nuevos perfiles. Por un lado, los trastornos depresivos: individuos con tristeza vital, apáticos, sin ganas de vivir. Por otro Los primeros son los trastornos narcisistas de la personalidad sujetos engreídos, egocéntricos, manipuladores, socialmente destructivos, con gran necesidad de obtener admiración y prestigio sobre los demás, que a su vez, presentan una fuerte sensación de pérdida de su yo, percibiéndose vacíos y sin sentido.
Este trastorno narcisista de la personalidad se describe a partir de la presencia de una serie de criterios diagnósticos: pauta generalizada de grandiosidad, falta de empatía, hipersensibilidad a la evaluación de los demás y diversas alteraciones de las relaciones interpersonales: tendencia a la explotación interpersonal, sentimiento de categoría especial, solicitud de atención y admiración constantes, una imagen distorsionada de uno mismo, el maquiavelismo, la dominancia-poder, el exhibicionismo y la falta de empatía.
El perverso narcisista va a odiar y a destruir lo que le gusta y busca intensamente. El problema del perverso narcisista consiste en remediar su vacío. Para no tener que enfrentar este vacío (lo que sería su curación), el Narciso se proyecta en su contrario. Los perversos narcisistas experimentan un odio muy intenso respecto a las personas que parecen poseer las cosas que ellos no tienen o que simplemente obtienen placer de su vida. Sus medios son los propios de la desvalorización, la humillación, la denigración, y también del discurso contradictorio y paradójico, de la polémica sistemática. Buscan una reacción, quieren que se les responda, que se les vea, porque existen respecto a otros, pero no por sí mismo.
En el contexto español se ha acuñado el término de la cultura de pelotazo, – en la cual todo vale con tal de conseguir lo que uno quiere. Adela Cortina describe esta situación como la “ética del camaleón”, según la cual lo importante es situarse en cada momento oportunamente. Lo fundamental es obtener éxito y visibilidad.
En las redes sociales se vive un ajetreo constante en busca de la atención de los demás, es oferta y demanda, es economía de la atención . Y claro, la atención de un personaje famoso vale más que la de quien no lo es. Si insultas o provocas a ese personaje y te responde, has ganado la partida. Eres visible