Respuesta: PREDATORS, de Nimrod Antal
Mi crítica de la 2, para confrontar:
Tras el éxito de Depredador en 1987, era obvio que, antes o después, una secuela había de llegar. Tardó un tanto, y no fue hasta el éxito de los comics que ésta tuvo lugar. Durante mucho tiempo se rumoreó que el punto de partida sería, precisamente, uno de esos comics, con el hermano de Dutch, policía, haciendo frente a un alienígena en Nueva York. Pero finalmente no fue así, aunque los puntos de contacto con esa premisa son evidentes. De hecho, el guión de los hermanos Thomas, en principio, se ambientaba en Nueva York, pero finalmente fue trasladado a Los Angeles por motivos de presupuesto y producción. También en un inicio co-protagonizarían Danny Glover y Arnold Schwarzenegger, quien repetía su papel, pero finalmente Arnold decidió mejor aparecer en Terminator 2 (Terminator 2, 1991), de James Cameron, y su papel fue reescrito para Gary Busey (y supongo que aligerado).
Es sorprendente cómo, tras la sólida labor de los hermanos en la primera entrega de la saga, aquí mostraron tan poco esfuerzo. La película se inicia con una trama centrada en el tráfico de drogas y un ajuste de cuentas, involucrándose narrativamente en ella; mientras, desde fuera, el depredador va observando todo. Es una trama elemental, como podría aparecer en cualquier serie de televisión tipo Corrupción en Miami, aunque notoriamente más violenta (pese a ello, la película sufrió diversos cortes de censura); cuando parece que el film ha llegado al límite necesario de metraje, los hermanos se olvidan totalmente de esa trama y se centran en el enfrentamiento entre el depredador y el policía, sin más. Hay una tercera subtrama, en la cual una organización secreta del gobierno sigue la pista del depredador; esa, al menos, está mejor vinculada a la segunda de las referidas. Pese a todo, lo deslavazado del guión es patente, teniendo en cuenta además lo mucho que le debe al cómic; además, el personaje del graciosillo de la primera película, y que a los Thomas no les hizo gracia alguna fuese introducido por orden de Joel Silver (y el beneplácito de McTiernan), es reflejado miméticamente de nuevo en esta entrega (un insoportable Bill Paxton).
Con todo, algunos apuntes de interés surgen desperdigados en tan superfluo guión. El reflejo de la barbarie humana, y cómo esta supone una atracción para el alienígena, que no ve sino que el ser humano es otro depredador que se destruye a sí mismo sin motivo alguno. También ciertas características del depredador son acentuadas en esta segunda entrega, mostrando diversidades físicas en las diferentes criaturas, aportando nuevas armas y exhibiendo la nave, que ofrece en su aspecto similitudes con las construcciones mayas.
En cuanto a la realización, McTiernan es reemplazado por Stephen Hopkins, esforzado artesano que poco puede hacer para sacar más jugo del que hay a las situaciones. Al menos, hace un trabajo correcto y aplicado, y está apoyado por un reparto en verdad consistente, superior a lo habitual en este tipo de películas (salvo el referido Paxton). En definitiva, una pobre secuela a un film destacado, que se ve con indiferencia y sin mucho entusiasmo, pese a las posibilidades que, a priori, ofrecía.