"Reservoir dogs" no puede empezar más a la Tarantino. Un grupo de compadres, en una cafetería cualquiera, están reunidos siendo el director el protagonista absoluto de la conversación. Lo que nosotros llamaríamos la típica cháchara de bar. Un diálogo que podría incluso pasar por cualquier momento de los que tantos tendría en su época como dependiente de videoclub. Sin ir más lejos se saca de la manga una teoría (puede que posible) sobre el trasfondo real de la canción "Like i virgin" de Madonna. La verborrea deslenguada de Quentin hace prever que no estamos ante un director cualquiera. Sabe que lo suyo es encajar, lo suyo es sorprender, lo suyo es dejar huella. Sus dotes ignotas a la hora de captar tu atención se deja patente en su forma de mover la cámara, en su forma de presentar personajes, en su forma de dejar fluir diálogos que forman ya parte del colectivo fandom y de la cinematografía más contemporánea. Tan sólo hay que verlo en el siguiente speech sobre porqué Steve Buscemi no deja propinas. Una conversación incluso más seria, filosófica e hipnótica que no deja de tener cierta razón en el fondo. En apenas unos minutos Tarantino ha dejado clara la base y quintaesencia de lo que será, de ahora en adelante, su cine, ese que han querido imitar muchos pero la patente sólo la tiene uno.
Porque imagen y sonido forman un todo en el cine de Tarantino. Tan sólo hay que ver la forma en cómo presenta a todos los personajes en los títulos de crédito. Con una cámara lenta pero desenfadada, con estilo propio, cool como dirían los yankees. Ataviados con una indumentaria icónica (que no innovó él pero le dio el empaque necesario para volver a reimplantar en la memoria colectiva como propia). No es descubrimiento ahora saber que Tarantino siempre ha creado escenas completas a partir de una canción o a dado forma a su mundo a través de temas clásicos de la música pop clásica. De ahí se desprende que el prólogo se convierte en icono bajo la voz desenfadada de George Baker con el tema muy bailable "Little Green Bag". Todos están repletos de ansias, de tener el mundo bajo sus pies, de que todo va bien. Y de golpe, ya en medio de las letras y un fondo negro, se sabe que todo se ha ido al garete. Eso es el cine de Tarantino: no esperes nada correlativo ni rutinario porque no lo va a ser.
Guión meditado, milimétrico y sobre todo expositivo para un conjunto de personajes con un carácter definitorio (el nervioso, el sádico, el deslenguado, el tío de buen corazón, etc.) al igual que con un color a modo de apodo, haciendo así que sean más icónicos si cabe donde nada es lo que parece y todo está al servicio de un montaje que va adelante y atrás con flashbacks explicativos y cada uno de ellos referente a un personaje en cuestión. Sin ir más lejos el rol de Tarantino es más un cameo que una presencia constante, de ahí se desprende que su ansia de ser actor le puede agenciándose un rol que sirve para dar rienda suelta a sus diálogos metralleta y sus ganas de caer bien a base de frases pop barriobajeras pero cargadas de estilo propio. La fuerza dramática se encuentra sobre los hombros de Harvey Keitel, Steve Buscemi, Tim Roth y Michael Madsen, dejando para éste un tour de force destructivo, icónico y desagradable (gracias también a la canción "Stuck in the middle with you" de Stealers Wheel, asociada obligatoriamente, de ahora en adelante, a la escena de la tortura).
Si por algo sorprende, fascina y deja huella "Reservoir dogs" es porque nada es lo que parece. De corte teatral (a la razón de suceder casi toda la película en un mismo escenario siendo los flashbacks y el comienzo de la película los únicos que acontecen en otros lugares) y con actuaciones realmente intensas, la película es una reformulación del trhiller y con el ojo puesto en el cine oriental con Woo a la cabeza pues tan sólo hay que ver la estética, la pose de personajes y la forma en cómo plasma las poquitas escenas de acción (disparar con dos pistolas enfatizando la sangre y la violencia seca y desmadrada). Está realizada con un estilo tan remarcado y acentuado que acabaría convirtiéndose en una pieza clave en el género y en una vuelta de tuerca aún contando con los elementos esenciales del mismo aparte de contar con un montaje excelente, para nada confuso a pesar de tantas idas y venidas. Cargada de una iconografía reconocible como pueden ser los propios títulos de crédito, la forma en cómo se apuntan mutuamente Buscemi y Keitel, el sadismo de Madsen con ese baile marca de la casa o esa forma de exponer la violencia, donde la sangre casi se convierte en un elemento más, fundamental para la narrativa (Roth no deja de sangrar en toda la película, dándole un toque entre patético y sufridor a partes iguales). Aunque lo interesante del caso es que incluso siendo extrema todo acontece en segundo plano o en modo subjetivo (nunca veremos a Madsen cortarle la oreja al policía ni jamás veremos la resolución final de corte extremadamente funesto).
Tarantino es un engullidor de cine en estado puro y lo regurgita de una forma un tanto cuestionada y criticada por cierto sector purista del cine pero no seré yo el que lo reproche o lo recrimine por ello. Si vas a copiar hazlo de tal forma que acabe siendo una marca registrada. Y con "Reservoir dogs" lo consigue de una forma pocas veces vista en una obra primigenia. Su narrativa, realizada con una soltura destacable, su dirección, realmente adictiva y de exposición urbana (quizás aún le quedaba por pulir ciertos aspectos a la hora de filmar las escenas de acción físicas como se demuestra en la escena donde Buscemi escapa de los policías o cuando Keitel y Roth escapan de los mismos) encajan a la perfección en lo que mejor se le da hasta el día de hoy: narrar historias. Tan sólo hay que ver la escena (perfecta tanto en forma como en fondo) donde Tim Roth intenta convencer al personal (y a nosotros) con la historia de la policía y la droga. Todo empieza con un ensayo para dar paso a la escenificación y como si de romper la cuarta pared se tratase somos acompañantes en todo momento en la obra de teatro completa, casi dirigiéndose a cámara / al espectador de que Tarantino, al igual que ese personaje, nació para ser contador de historias. Vino para quedarse. Vino para quedarse con nosotros y de la forma más cinematográfica posible pues sin ir más lejos la película acabará deparando un duelo al más puro estilo western, uno de los géneros por antonomasia del séptimo arte. "Reservoir dogs" es una carta de presentación que daría forma a una marca registrada y una forma de ver y entender el cine contemporáneo.