Respuesta: ROBERT ZEMECKIS
Spoilers, amigos.
(
Who Framed Roger Rabbit, 1988)
La animación nunca había sido tan real
¿Qué decir de Roger Rabbitt que no se haya dicho ya?
Zemeckis rinde homenaje a la animación y al noir conjuntándolas o haciendo que compartan pastel para deparar uno de los títulos referentes en el campo de animación con imagen real siendo, hasta la fecha (y sin ningún tipo de dudas) el mejor. Aparte de que la película es una clase de historia magistral donde no falta ni uno sólo de los personajes que dieron fama y labraron un futuro en el séptimo arte: sólo hay que ver esa entrada en Dibuliwood (Toontown) donde podemos ver, a través de una cancioncilla pegadiza y muy sincera, una pasarela de todos los personajes que conformaron las silly symphonies, los cartoons silentes (todos patria potestad de la Disney, of course) pero sin olvidarse de hacer acto de presencia casos patentes como Woody Woodpecker (Universal), Droopy (MGM) o Bugs Bunny compartiendo pantalla con Mickey Mouse (claro ejemplo del duelo en popularidad de aquellos momentos y que aquí son amigos, no así el duelo entre Donald y Lucas: Disney vs. Warner) pero tampoco se olvidan de Betty Boop (Paramount) y varios Looney Tunes (propiedad exclusiva de la Warner) entre tantos personajes icónicos.
Es una mezcolanza tan diversificada y por ende tan inmensa (como lo es el universo animado) que Zemeckis no puede dejar pasar la oportunidad de comenzarlo todo como si de un corto animado se tratase. Presentación de personajes impoluta y dejando claro que Roger es un remedo / conjunto de carácteres de varios personajes como podrían ser Goofy, Lucas, Tom o el propio Wille E. Coyote. Los cortos, la esencia de estos, son muy proclives a ser semejantes en intenciones marcadas.
Pero Zemeckis va un paso más allá y al igual que para cualquier espectador los dibujos son parte intrínseca de la cultura cinéfila popular, los dibujos son seres vivos presentes en el mundo de R. K. Maroon. Sólo hay que darse cuenta que son contratados como actores y ruedan películas reales (el principio es puro metacine: donde vemos que el lugar de sucesos es un mero decorado de no tan magnas proporciones. La transición de animación a imagen real sigue siendo brutal a día de hoy).
Pero Zemeckis sabe jugar muy bien con la narrativa y los elementos básicos de lo que conforma la animación y decide ambientarlo o encajarlo todo en el mundo del cine negro, del cine noir más sórdido (guiño al halcón maltés) donde sexo turbio (nunca un juego de palmas había tenido un tono tan subido), engaños, femmes fatales (Jessica Rabbitt es el mayor exponencial al caso y un guiño sin precedentes a personajes tan llamativos como Gilda) y villanos retorcidos pueblan una trama digna de encomio por su milimétrico engranaje y que deviene uno de los títulos más redondos al caso.
No hay mejor forma de presentar un personaje como el de Eddie Valiant para enfrentarse a sus demonios internos y tener que defender a un dibujo de su inocencia habiendo sido uno el causante de la muerte de su hermano. La forma en como Zemeckis plasma la nostalgia, la sensible emotividad y como le cuenta la verdad a Roger es de una maestría sin igual (distinguido discípulo de la escuela Spielberg). Lo mejor de todo es la resolución final: eliminar de un disparo animado la botella. Colofón donde se demuestra que el mal no son los dibujos pues forman parte de nosotros. Por cierto, yo quiero esas balas.
Una película no tan accesible para todos los públicos como podría creerse ("El baño": de un retorcido que abruma donde los dibujos mueren literalmente en guantes ensangrentados) o un villano impecable (Christopher Lloyd, ¿quien mejor que él?) donde las retorcidas ideas - esa sierra / esos ojos inyectados en sangre / esa risa maquiavélica - nos hace comprender que la animación, que el universo fantástico no tiene límites: un dibujo demente, un asesino despiadado cuyo modus operandi no puede ser más leal a la animación: cajas y pianos sobre personas reales y que decide controlar bajo un cargo importante (Juez Doom) para enriquecerse a la par que aniquilar su propia especie. Un personaje que ofrece muchísimos matices y que da para un post entero.
Pero si por algo destaca también es por la perfecta conjunción mimética de los efectos especiales, donde la coexistencia del 2D con la realidad es tan magistral que es imposible no asombrarse con cada uno de los detalles, movimientos y acciones que pueblan la película. Escenas logradísimas como la carrera del taxi, las comadrejas en el despacho de Valiant o el duelo final entre el detective y el propio Doom: en este caso, la artifiosidad del asunto es tan bueno que aún viendo a un ser humano nos olvidamos por completo y la mente juega con nosotros viéndolo como un dibujo desatado, digno del mejor Joker.
Y la guinda del pastel la da la partitura maestra de Alan Silvestri, uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, jugando con los estilos bien diferenciados pero haciéndolo de tal forma que se complementan perfectamente (p. ej. el caso del despacho de Valiant, sentimental y melancólica en pos de la mucho más electrizante y a la vez digna del mejor cine negro cuando Valiant acude a los estudios de Maroon en plena noche).