Es una interesante reflexión, Seaker. Yo te voy a decir de qué se trata a grandes rasgos lo que comentas: se llama COSTUMBRE, algo de lo cual está demostrado que a nuestra especie le cuestra desprenderse. Si el caso de las masacres festivas de toros fueran un rito arraigado de lugares como, yo qué sé, el oeste de Venpakitristán, por ejemplo, bastantes o muchos verían en ellas el mismo exotismo estúpido que probablemente atrayó a gente de fuera como los autores anteriormente citados, pero estoy seguro que para la mayoría nos resultarían ritos bárbaros y violentos, y seguramente reaccionaríamos como recientemente cierta señora concursante de no sé qué reality en la selva, a la que le dió un síncope, un ataque de nervios y cien cosas más por ver cómo los indígenas sacrificaban un animal (era para comerlo, añado, aunque ya sé que eso no atenúa la impresión del acto), y que segurísimo que luego reaccionaría de manera totalmente distinta si viese la muerte de un animal en una corrida de toros.
Ese "algo" de que hablas, por tanto, seguramente se deba a la costumbre, al hecho de ver en esa barbarie algo muy nuestro, a estar habituados a ello. Algo parecido a quienes vemos "algo" en mogollón de ochenteradas deliciosas que está más relacionado con nosotros mismos -nuestro pasado, nuestra infancia, la nostalgia, etc- que en valores objetivos propiamente dichos. La diferencia es que para cosas bastante más serias que el cine, como la aniquilación de animales por "fiesta", es necesario que seamos un poco más conscientes de ese amodorramiento cerebral e intentemos evitarlo.