A estas alturas del hilo, mi humilde cometido se limita a apuntar algunas ideas a la espera del próximo capítulo de esa Magna Obra Crítica del Maestro Atreyub.
Considerad estas letras como un apéndice a su texto. Unas notas a pie de página como transición entre capítulos. Aclarado este punto, destaquemos:
Garci es un
PEDAGOGO. Cierto es que hay telenovelas venezolanas con mayor presupuesto en catering que todo el filme de Garci, pero no tienen lo que Garci nos aporta:
Cultura. Entretener deleitando, siguiendo la máxima de Petete. Por todo ello, el director nos regala una de las secuencias más
“especiales” de la película.
Una secuencia que no debéis dejar de estudiar. Si ya habéis visto la película, volved a revisarla. Si todavía no, no os la perdáis insensatos. Me refiero a la secuencia de
la charla de los potentados.
El Marqués de Simancas (Manuel Tejada) a un lado y
el Ministro de Fomento (Inocencio Arias) a otro y entre medias unos fulanos que dicen frases al azar sin venir a cuento sobre las pirámides y la muralla de China, para explicar después que no fueron meros figurantes. Veréis a lo que me refiero.
El Marqués de Simancas se las da de importante. Nada escapa a su control. Todos le temen, pero una cosa es saberlo y otra decirlo. Por ello, Garci tira de diccionario y quiere que recordemos nuestros años mozos, cuando hacíamos exámenes y había que dar respuestas largas y variadas y de paso traza un entrañable homenaje a Don Pelmazo de Raf y al Abuelo Cebolleta de Vázquez, ambos siempre dando la tabarra y contando batallistas:
- “He estado en Nueva York y me he entrevistado con los grandes millonarios americanos (comienza el Marqués con autosuficiencia)
… Rockefeller, Vanderbilt, Tweet”. ¿Era necesario indicar los nombres? ¿Se habría entendido mejor la frase si el Marqués hubiera dejado de citar los nombres de las familias millonarias? ¿Aporta algo decirlos? Pero no acaba aquí la cosa. Dejemos que el Marqués de Simancas continúe:
- “Lo controlo todo, señor Ministro, las finanzas, las obras públicas… el congreso”. ¿Hacía falta ser tan detallista? Marqués ya sabemos que usted es el que corta el bacalao. No hace falta que precise tanto señoría. A estas alturas el público pide a gritos dinamismo y usted lo único que hace es darle un discurso que hará que acabe huyendo de la sala… si es que no lo ha hecho ya. Sin embargo, el Marqués es más chulo que un ocho y continúa:
- “¿Y sabe cómo consigo controlarlo todo? Extorsionando. Extorsionando a los comercios, a las tiendas, a las fábricas, a las empresas, a los empleados, a la gente sin visión de futuro”. Marqués, de aquí lo envió usted a
“Saber y Ganar”. Es usted único explicándose a base de ejemplos. ¿Era necesario? Ya puesto, podría haber continuado a eternum, citando:
“a los americanos, a los españoles, a los ingleses, a los franceses, a los Klingon, a la federación de comercio, a los moradores del desierto, a su mujer, a usted que nos está viendo ahora en vez de salir y vivir, sí me refiero a usted…” No, pero a usted señoría le da igual.
Garci es un
GENIO DEL HUMOR. Cierto es que hasta los más infumables monólogos del Club de la Comedia se parecen más a Billy Wilder que este guión, pero Garci no desfallece. Hay que introducir chistes inteligentes. El público no ha parado de reírse a mandíbula batiente desde la secuencia del revisor cantarín en el tren de ventanas azules, así que no hay que darle tregua. En la trasnochada velada después de la cena con Benito Pérez Galdos aka Carlos Hipólito (con cara de no haber dormido en una semana y haber venido a filmar por compromiso de amistad hacia Garci, aprovechando un descaso en el resto de sus proyectos) and friends, nos obsequia con este pieza del humor más ingenioso:
- “Tiene usted un Stradivarius ¿No es así señor Holmes?”
- “Cierto. Se lo compré a un mercachifle judío en Tottenham Court Road por 55 chelines. No tengo nada de mayor valor”.
- “Excepto la Señora Hudson” (interviene el gracioso de Watson para hacerle la competencia a Marcial en cuestiones de humor).
- “¿Me pregunto que costaría ahora?”.
- “¿La Señora Hudson?”.
- “No hombre… el violín Joms (porque Guonson pronuncia a la española como deferencia a sus compañeros de velada)”
- “1000 Libras”, responde Joms (estudien por favor
el rostro de me la suda todo de Gary Piquer en toda esa secuencia de la velada y sus pelos de loco más bufados que nunca), como podría haber respondido 2000 o un millón.
Garci es un
MINIMALISTA. Cierto es que hay quien quiere mostrar al espectador paisaje para que se introduzca en la trama. La fotografía es un arte que en el cine puede alcanzar soberbias creaciones. Recuerdo ahora, las hermosas imágenes de
“La Vida Secreta de Walter Mitty” en Laponia, pero Garci no cree que sea necesario facilitarle al espectador la visión de sus sueños. Garci quiere que imaginemos, por ello nos lleva a Watson y a Elena a la opera y ¿Qué nos enseña? Un trozo de público. Escuchamos la música pero no vemos ni escenario, ni músicos, ni artistas, sólo un público serio y encopetado. Garci homenajea (este film, amigos míos, es una mina de oro de homenajes) a Ed Wood cuando en
“Plan Nueve del Espacio Exterior” nos muestra la cabina de mando de un avión sirviéndose sólo de dos sillas y una cortina. Nuestro director patrio va más allá… Acabada la función de la ópera, fundido (para variar) y pasamos a un coche de caballos con Watson y Elena hablando. Elena comenta cómo ha disfrutado de la compañía del buen doctor y del día en general:
- “Hemos visto el Museo del Prado, el Teatro Real, tomado un refrigerio en el Café Suizo”. Elena lo comenta pero el espectador qué ha visto de esos sitios…
NADA. No ha visto nada. Ya puestos, Elena podría haber dicho:
“Me ha encantado la escapadita al Escorial y esa visita relámpago a los Cayos de Florida… ¡Y todo en un día Watson… digo John!”.
Y mientras esta tierna conversación tiene lugar, el coche de caballos rueda por un Madrid desierto en el que no hay nadie ¿Nadie? Bueno sí, nuestros amigos los vagabundos de las esquinas, calentándose con sus bidones y comiendo sus gachas.
Próxima parada, los baños turcos o árabes como dice Joms. Los baños donde se bañan señoritas despampanantes y solitarias
(¡Vicio, Vicio!"). Los baños en los que usted sabe que yo sé que usted sabe… Pero eso ya es otra historia...