Capítulo 7: Homs y el marqués de Simancas cara a cara en los baños turcos
Marcial le da la mala noticia a Homs (con un baile de San Vito como si se estuviese meando y no ha ido aún a vaciar la vejiga) que el cuerpo de la Jerezana ha sido robado. ¡oh!, ¿quién habrá sido?. Pero ha recibido una carta donde Sherlock demuestra haber tenido razón: tenía sífilis. Toma ya. Homs (que tiene una cara de cagar un pomelo), apesadumbrado ante tal descubrimiento, decide irse a tomar un baño turco. Güotson va a la Opera con Elena (bueno, va a un trozo del teatro, no vaya a ser que haya que pagar a la Filarmónica de Londres). Luego van en un carro que parece estar movido por alguien afuera en plan atrezzo puro (junto con un sonido de caballos para hacer creer que hay efectos implicados. Ella hace una lista en todos los sitios donde han estado (eh, en un mazo de sitios en un tiempo record, deben tener la pulsera fast pass del Port Aventura).
Homs está en los baños turcos con el marqués de Simancas. El primero escucha y el segundo ametralletea con esos típicos diálogos rimbombantes en plan “yo sé que usted sabe lo que yo sé que usted lo sabe – nosotros vemos lo que otros no ven o no quieren ver o hacen ver que ven pero no ven” (verídico). Pero Homs se viene arriba y empieza a echarle en cara el poder de la conciencia y el otro le suelta “a la mierda la conciencia”. Toma ya. PAM, zas en toda la boca. Qué malo es, leñe, qué retorcidamente villano. Pasamos a Güotson y a Elena y he fastforweareado porque ya no puedo más. Esto es el aburrimiento en persona. Peor la siguiente escena que volvemos con Juana y Sergio paseando por la calle, a oscuras (Sereno mediante, por fin algo que se adecua a la época aunque no sé yo si esto era antes o después, bueno, ya me da igual, en serio). Que si mimitos por aquí, cariñitos por allá, que si te quiero, que yo más, cuelga tú, no tú primero y así un buen rato. ¿Pero es que en serio no va a haber una puñetera persecución en toda la película a estas alturas? Garci, que quedan apenas 20 minutos. Un disparo, un Sherlock disfrazándose. ¡Algo, copón!.
¿Siguiente escena? Pues nada, para variar un poco el tono Güotson le escribe una postal a su amada y le habla de los churros, que se mojan en el café, perdón, las porras que es más madrileño y luego que se acuerda de ella 3 veces al día y así. Luego aparece la oficina donde está Víctor dormido sobre su mesa y Villén lo despierta. Algo malo acaba de ocurrir. ¿Cómo es posible que no me lo imaginase viendo la forma en cómo se despiden los dos tortolitos? Pues eso, que Jack el charcutero se ha cargado a Macarena y Garci, que está al quite, prefiere ahorrar en maquillaje y casquería de atrezzo y cubre el cuerpo con una sábana ensangrentada (muy ensangrentada, yo creo que han degollado un zoológico entero). Todos muy compungidos (lógico también, no voy a echar todas las tintas sobre la escena en cuestión más de lo que ya lo he hecho). La pena es, realmente, que llegados a este punto aunque muriese ahora mismo Güotson y Homs (Holmlmlms para algunos) nos quedaríamos igual.
Josito, digo, Víctor está apesadumbrado, demacrado, compungido, bebiendo Calippo de lima limón derretido en un vaso (o absenta, yo qué sé). Homs, Güotson y Villén están allí, con él, en el despacho de la gaceta, el teléfono suena sin venir a cuento para, supongo, marcar la tensión del momento. De eso vamos a una conversación de que Madrid se ha convertido en Londres y Jack (Jeck en boca de Homs) es un asesino listo, algo nuevo para Scoutlanllerrrrr. Mientras tanto Josito pone cara de: “¿Qué me estás contando, Homs?, que me han matado la novia. Lo tuyo se llama psiquiatría, ¿eh?”. Villén se viene arriba y propone dar caza al tan temido Jack. ¿Quién será, quien será?